Aena ha anunciado esta tarde la mayor inversión de su historia fuera de España. La empresa pública se ha adjudicado la gestión, por un plazo de 30 años y posibilidad de una prórroga de cinco, del grupo aeroportuario del Nordeste de Brasil. Este último agrupa seis aeropuertos: Recife, Maceió, Joao Pessoa-Bayeux, Aracajú, Juazeiro do Norte y Campina Grande. La oferta ganadora, en subasta pública celebrada hoy en la Bolsa de valores de Sao Paulo, asciende a 1.900 millones de reales brasileños (437,5 millones de euros).

Las infraestructuras de Nordeste de Brasil atienden 13 millones de pasajeros al año, lo que supone un 6,5% del tráfico de pasajeros en Brasil. Entre ellas destaca el aeropuerto de Recife, octavo del país por viajeros y quinto en tráfico internacional.

Los trámites administrativos para la formalización de la concesión deben concluir en agosto, con lo que en el último trimestre de 2019 estos activos pasarían a manos de Aena Desarrollo Internacional. Se da la circunstancia de que la española pujaba en solitario, siendo la primera experiencia exterior con el control al 100%.

Brasil era uno de los mercados en estudio por parte de Aena, que también ha analizado oportunidades en Japón, Europa del Este o Cuba

El grupo que preside Maurici Lucena ha remarcado que este éxito se enmarca en los objetivos del Plan Estratégico 2018-2021 y consolida el liderazgo mundial del gestor aeroportuario español por volumen de pasajeros.

Brasil era uno de los mercados en estudio por parte de Aena, que también ha analizado oportunidades en Japón, Europa del Este o Cuba. Además, la empresa trata de incrementar su presencia en los aeropuertos que ya gestiona en Reino Unido, México y Colombia, y permanece atrincherada a la espera de conocer los términos en que Francia sacará en concesión Aeroports de Paris (ADP).

El Gobierno de Brasil tenía previsto sacar a concurso hoy las concesiones de 12 aeropuertos por un importe de 3.500 millones de reales (806,3 millones de euros), tal y como avanzó en febrero el presidente del país.

Fuente: Cinco Días