Cuando en el resto de Galicia no había turismo, la isla de A Toxa (O Grove) ya era en los años setenta del pasado siglo el lugar de la costa con mayor atractivo para el veraneo de las familias con abolengo y adineradas. Con apenas un kilómetro cuadrado de superficie y con normas urbanistas restrictivas, sus exclusivas parcelas y el lujoso hotel balneario de aguas termales convirtieron este pequeño archipiélago en icono del turismo de lujo de las Rías Baixas.

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Pero el declive de las instalaciones hoteleras por falta de inversiones acabó con el glamour y el prestigio emblema del complejo, a lo que se unió la crisis económica que hundió sus expectativas turísticas en la última década. Ahora, cuando la marca La Toja parecía haber perdido el rumbo, el grupo Hotusa, presidido por el empresario gallego Amancio López Seijas, ha salido a su rescate al adquirir por una cantidad que no ha trascendido todos los activos que el Banco Popular había comprado al Pastor: los dos hoteles insignia de la marca (de cinco y cuatro estrellas), el casino, un restaurante y el Palacio de Congresos y Exposiciones. La operación se cierra tras la venta por 720.000 euros del Beach Club a la sociedad Golf La Toja, que actualmente invierte más de un millón de euros en su reconstrucción.

Integrados en la cadena Eurostars, el legendario Gran Hotel La Toja, situado en un espectacular enclave de la isla y con más de un siglo de historia, es el único balneario de agua mineromedicinal de cinco estrellas en Galicia. Sus instalaciones termales con más de 4.000 metros cuadrados se completan con una piscina exterior climatizada, su propio campo de golf al borde del mar y espacios deportivos como pistas de tenis y pádel.

Mariscadoras en el arenal próximo al campo de golf de A ToxaMariscadoras en el arenal próximo al campo de golf de A Toxa

El establecimiento más lujoso cuenta con 199 habitaciones, entre ellas 17 suites con vistas al mar, tres suites presidenciales y una real. Amancio López Seijas ha destacado que con esta operación Hotusa se hace con “auténticos referentes de la hostelería en Galicia”, lo que supone “un refuerzo de lujo” de la actual oferta de servicios de la compañía, ampliando así su nicho de mercado.

El alcalde de O Grove (Pontevedra), el socialista José Antonio Cacabelos, confía en que Hotusa recupere el gran resort que devuelva el esplendor a la isla. “Es una buena noticia para este municipio”, comenta, “después de muchos años sin inversiones y con una evidente pérdida de imagen que provocó su paulatina decadencia como el destino turístico de referencia que fue en los años setenta y ochenta para el norte de España y Portugal”.

Por parte del Ayuntamiento, Cacabelos ha garantizado “disponibilidad y apoyo” al plan de recuperación de Hotusa y anunció en la isla nuevas actuaciones públicas como la creación de un parque público en lo que hoy es una zona de masa forestal. Quiere también mejorar la imagen de O Grove, con impresionantes playas, como la de A Lanzada, como reclamos más valorados. Ante este horizonte, el alcalde abogó por hacer de A Toxa “una locomotora turística de la zona”, después de que el municipio vecino de Sanxenxo haya rentabilizado el deterioro de la isla, alcanzando en las tres últimas décadas los mejores resultados de su enorme nicho turístico, aunque, eso sí, mucho más masificado.

El Gran Hotel fue inaugurado en 1907. Es obra del arquitecto orensano Vázquez-Gulías, que se inspiró en las grandes estaciones termales de Alemania o Francia. El edificio es de líneas sobrias y sencillas, donde predomina el blanco de sus fachadas perfectamente combinado con el amarillo de sus clásicos toldos. En 1911 se construyó el puente de 400 metros de largo que une la isla con tierra firme, una obra de ingeniería que abrió la marca La Toja a los orígenes del turismo en Galicia.

Aguas medicinales

Hasta el siglo XVIII, la isla grovense era un matorral destinado a las labores de labranza y el pastoreo a la que solo se accedía aprovechando la bajamar. Allí predominaba el Toxo, un arbusto característico del paisaje gallego y que dio nombre al archipiélago. Sus aguas medicinales descubiertas en 1841 iban a ser su principal tesoro, ricas en sodio, calcio, hierro y magnesio que manan a una temperatura de entre 35º y 60º C. Pero no sería hasta 1903, cuando el marqués de Riestra, entonces el hombre más rico de Galicia, se hiciera con la propiedad de la isla, y a través de la sociedad La Toja pusiera en marcha un plan de explotación de sus termas construyendo el hotel-balneario, una fábrica de sales y jabones y villas para alquilar a veraneantes.

En la Guerra Civil, el hotel sirvió de hospital de sangre y en la posguerra pasó a ser un sanatorio. Tras aquel largo paréntesis, poco a poco fue recuperando su condición de Gran Hotel y en 1978, la isla potenció todo su glamour del pasado, inaugurando impresionantes piscinas y canchas de tenis para socios, donde se celebraban fiestas y cenas privadas de etiqueta como las que organizaban el Club de Regatas de Vilagarcía de Arousa, otro de los imanes de la aristocracia de principios del siglo XX.

De Alfonso XII a Amancio Ortega

La marca La Toja hunde sus raíces en la Banca Riestra de Pontevedra, que tras su quiebra, arrastrada por el crac del 29, fue absorbida por el Banco Pastor. Para entonces, el banquero, cosmopolita y visionario José Riestra López, Marqués de Riestra, ya había comprado la isla y acometido las construcciones antiguas que aún están en pie.

Toda la isla pasó entonces a manos del entonces futuro conde de Fenosa, Pedro Barrié de la Maza, cuando a través del Banco Pastor entró en la sociedad anónima La Toja para seguir con los planes de parcelación y privatización de todo el complejo turístico que había ideado su amigo el marqués, añadiendo un casino a los potenciales activos del complejo hotelero en 1987.

Las antiguas familias que se alojaban en el glamuroso Gran Hotel o alquilaban las espléndidas villas de la isla fueron los fundadores del exclusivo veraneo que ofertaba La Toja. Y a partir de la década de los setenta y hasta mediados de los noventa se acometió la urbanización de las parcelas bajo estrictas normas urbanísticas. Esto dio paso a la entrada de nuevos propietarios, la mayoría empresarios gallegos que relanzaron el caché de A Toxa, entre ellos Amancio Ortega, el dueño de Inditex.

Un siglo antes, A Toxa ya se había puesto de moda por personalidades que la visitaban como Alfonso XII y su hermana Isabel de Borbón. El expresidente de la Xunta Manuel Fraga fue un asiduo del Gran Hotel, que utilizó como trampolín en su despegue político. Allí solía celebrar las ruedas de prensa en pleno proceso de refundación de la Alianza Popular (AP), el partido que lideró y el embrión del PP. En 1989 fue sonada la reunión del Club Bilderberg que tomó la isla en medio de un inédito despliegue de seguridad para una pequeña población como O Grove, entonces con apenas 6.000 habitantes.

«La Toja, su concepto y realización fueron obra de un solo hombre, el marqués de Riestra», comenta uno de los descendientes de las primeras familias que hoy se reconocen entre ellos como los “T. T. V”. (tojeños de toda la vida). «Creemos que la compra de los hoteles y la nueva reapertura del Beach Club es una buena aportación para este lugar único”, añade el T. T. V.

Fuente: El País