José Antonio Choclán (Madrid, 53 años) es uno de los abogados penalistas más prestigiosos de España. Comenzó su carrera como precoz juez estrella en la Audiencia Nacional. Con apenas 33 años, en la primavera de 2000, fue el magistrado ponente de la sentencia del caso Banesto que acabó con Mario Conde en la cárcel. Un artículo publicado en este periódico calificaba su intervención como “obra pura […] y su relato de hechos probados quedará como un hito en la historia del fraude económico español”. Tras aquella actuación, su nombre corrió de boca en boca por los círculos judiciales de Madrid. Aquel joven juez se había especializado en delitos económicos, fraude inmobiliario y sus consecuencias penales. “En aquellos años, en la Audiencia prácticamente solo se llevaban casos de terrorismo por ETA. Los casos económicos eran más inusuales”, recuerda Choclán desde un elegante despacho, decorado con cuadros vanguardistas de vivos colores, situado en la popular calle de Velázquez de Madrid.

Hace 15 años que abandonó la carrera judicial para abrir el bufete en la capital. Su despacho se ha convertido en uno de los más reclamados por los políticos acusados por corrupción desde que en 2009 comenzó a defender a Francisco Correa, el cabecilla de la trama Gürtel. Por los salones de su despacho han pasado personajes tan distintos como la difunta alcaldesa de Valencia, Rita Barbera o más recientemente la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. También defiende al expresidente del Banco Popular Ángel Ron acusado por la quiebra de la entidad que tuvo que absorber el Santander tras una subasta en 2017.

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Su nombre también ha recobrado protagonismo en los últimos tiempos por ser el abogado que defendió a Cristiano Ronaldo de las acusaciones de delito fiscal. El miércoles Choclán participa como ponente en una conferencia sobre asuntos tributarios y corrupción en el deporte, en el World Football Summit (WFS) en Madrid, un congreso que reúne a toda la industria del fútbol mundial y del que EL PAÍS es colaborador. Choclán disertará sobre la actual política tributaria desde los principios del derecho penal. “Haré una crítica constructiva a la situación actual de inseguridad tributaria”, señala el abogado que cuestiona el papel que a veces tiene la inspección de Hacienda.

Messi, Cristiano Ronaldo, Neymar, Xabi Alonso, James o Piqué son solo algunos de los futbolistas que han tenido problemas con Hacienda en los últimos años.

“En la política fiscal se ha producido un cambio de escenario con la criminalización y eso es lo que tiene que ser objeto de reflexión. No se ha limitado al ámbito puramente administrativo, que es el ámbito natural para discutir estas cuestiones. Uno tiene que preguntarse por qué todos los futbolistas aparecen como delincuentes fiscales en España. Eso no puede ser. Algo falla”, sostiene el abogado. En la mayoría de los casos en que la Agencia Tributaria acusa a deportistas de élite, lo hace tras descubrir que utilizan empresas para pagar menos impuestos. En muchos casos son empresas pantalla, sin apenas actividad para tributar un 25% por el impuesto de sociedades en lugar del 47% de IRPF que le correspondería como persona física. Además, las declaraciones de impuestos de los deportistas de élite son complicadas porque mezclan los ingresos como deportistas con los que obtienen por ceder sus derechos de imagen. Y esa publicidad se emite en todo el mundo. En ese punto surgen numerosas discrepancias con el fisco. Choclán cuestiona que Hacienda utilice el criterio de “la simulación” para cargar contra los futbolistas. “Se ha probado que los futbolistas no utilizan las empresas para esconderse”, dice. “Es legítimo que Hacienda quiera recaudar pero no que criminalice determinados supuestos en los que solo hay una mera interpretación de la norma”.

En los últimos meses se han conocido casos de corrupción en el fútbol por las apuestas ilegales. “Forma parte de un delito más amplio que es el delito de corrupción en los negocios”, dice Choclán que apunta que la clave es determinar la prueba. “Cuando hay cuestión de apuestas deportivas es más fácil determinar la prueba que cuando hay amaños de partidos”. Y concluye: “Me parece razonable que todo aquel que opere en el mercado bajo al que se realizan las apuestas no debería intervenir en él. Ni los futbolistas ni la gente del mundo del fútbol deberían poder apostar”.

Fuente: El País