Si un banquero dice tres veces delante de un espejo Amazon, se le aparece Jeff Bezos y acaba con su negocio sin mover una ceja. De momento, no hay ninguna leyenda urbana así, pero es innegable que el gigante estadounidense genera, a partes iguales, fascinación y pánico entre los profesionales del sector financiero. Conviven con Amazon, hasta cooperan con la empresa, pero temen que un día se remangue y se convierta en un competidor casi imbatible.

De momento, Amazon ya está rondando varios negocios financieros, y pegando en consecuencia pequeños mordiscos al margen de las entidades tradicionales. Pueden parecer poco significativos, como el anuncio, de este mismo martes 13, de un acuerdo con la fintech española Fintonic, cuyos usuarios podrán financiar compras de tarjetas regalo en Amazon por hasta 1.000 euros, en un periodo máximo de cuatro meses, a un interés del 0% TAE. Pero parece un indicio peligroso para las entidades tradicionales.

Se calcula que las llamadas swipe fees, las tarifas por deslizar o pasar una tarjeta, suponen un negocio anual de 90.000 millones de dólares para bancos, entidades de pago como Visa y procesadores de pago como Stripe y Paypal. Para Amazon, una de las dos grandes ventajas de este acuerdo con Fintonic es que le permite ahorrarse esos costes de transacción: es decir, una persona gasta 1.000 euros en su comercio y Amazon no tiene que compartir ni un céntimo con la emisora de una tarjeta de crédito ni tampoco con el banco que la emite.

Salvando las distancias, paradójicas, Amazon actúa aquí como esos comercios que no admiten tarjetas porque no quieren pagar comisión a nadie. La otra ventaja es, obviamente, la captación de clientes, ávidos de gastar a las puertas del Black Friday y las navidades pero tal vez sin toda la liquidez que desearían o ninguna gana de endeudarse.

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Fuentes de Amazon en Europa comentan que ya tienen acuerdos de este tipo con otras empresas, “si bien en este caso hemos sido un poco más creativos”. Amazon cuenta con ofertas comerciales específicas para los clientes de Openbank (grupo Santander), Coinc (Bankinter) y los programas de fidelización de las tarjetas de American Express.

Por su parte, Fintonic logra la notoriedad y relevancia que da poder presentar “la primera colaboración de este tipo entre Amazon y una compañía europea”, como dice su nota de prensa y confirman desde la empresa creada por Jeff Bezos. Y, sobre todo, muestra que su cambio estratégico va en serio. No quiere ser un simple roboadvisor -asesor financiero automatizado-, sino un supermercado financiero, en el que sus usuarios no solo estén al tanto de las comisiones del banco, sino también puedan contratar un seguro, cambiar de compañía eléctrica o financiar sus compras navideñas en Amazon.

Este paso concreto tiene un riesgo -impagos y morosidad-, pero en Fintonic confían en el big data: lo saben casi todo de las finanzas de sus más de 500.000 usuarios, y por eso confían en que los que reciban el crédito al 0% en Amazon -necesitan al menos un 450 sobre 900 en su índice Finscore, que mide hasta 160 variables- devolverán el dinero en los plazos marcados.

Lupina Iturriaga, consejera delegada de Fintonic, se muestra particularmente orgullosa de ese índice Finscore, que ya utilizan alrededor de una decena de bancos. “El acuerdo con Amazon nos permite llegar a otro tipo de cliente, el que normalmente no pide un crédito, pero con estas condiciones se puede animar”, explica.

El ‘Do it yourself’ financiero de Amazon

Amazon quiere que los vendedores de su portal vendan más, que los consumidores gasten más y todo con la mínima fricción

Hablando de una compañía del tamaño de Amazon (el año pasado obtuvo unos ingresos de 177.870 millones de dólares y su valor en bolsa es de más de 800.000 millones de dólares, aproximadamente un 30% más que todo el Ibex 35) todos estos acuerdos parecen el chocolate del loro. Pero son significativos porque muestran cómo la compañía se está acercando al negocio financiero. No quiere crear un banco, sino ofrecer determinados servicios que le ayuden a su principal objetivo: aumentar la relevancia y la facturación del ecosistema Amazon.

Como explica un informe de la consultora CBInsights del pasado junio, “Amazon no está construyendo un banco tradicional que de servicio a todo tipo de clientes. Por el contrario, ha cogido los componentes básicos de una experiencia bancaria moderna y los ha adaptado para que encajen con sus clientes, tanto compradores como vendedores”. En definitiva, Amazon quiere que los vendedores de su portal vendan más, que los consumidores gasten más y que todo ocurra con la mínima fricción posible. Fricción es experiencia de uso, sí, pero también son esas comisiones que se llevan otros.

De momento, la apuesta más clara en el ámbito financiero es Amazon Pay. Según CBInsights, al cierre de 2016 ya contaba con 33 millones de consumidores en 170 países. Pero hay más apuestas en camino o en desarrollo, como su oferta de préstamos a través de Amazon Lending, que opera en Estados Unidos, el Reino Unido, India y Japón.

Amazon ya cuenta con programas con Openbank (Santander), Coinc (Bankinter) y American Express.

Se dirige de nuevo a los dos clientes de Amazon: los vendedores, específicamente pequeños negocios, a los que se les financia para que aumenten su actividad en Amazon, y los compradores, mediante una serie de tarjetas de crédito, tanto para los usuarios de Amazon Prime como para los que no están suscritos a este servicio. Y, por si fuera poco, Amazon también está empezando a ofrecer seguros, a través de la marca Amazon Protect, que ofrece pólizas para bienes de consumo a la venta en la plataforma. El servicio está disponible en varios países europeos, entre ellos España.

Los fórmulas, las marcas y los detalles varían, pero la premisa es siempre la misma: Amazon busca promover las ventas de sus proveedores, las compras de sus consumidores y la relevancia de su plataforma. Por eso este acuerdo con Fintonic es un buen ejemplo de cómo Amazon mira al negocio de los bancos: quiere promover al máximo su plataforma, mientras tantea cómo controlar el negocio financiero que genera. Sin prisa ni pausa, Amazon está aprendiendo a construir su propio banco.

Fuente: El País