Democratizar el desarrollo de tecnologías de inteligencia artificial (IA). Es el propósito del grupo Personal Robots del MIT Media Lab, en Boston (EE.UU), donde RETINA ha podido conocer de primera mano a PopBot. Se trata de un robot social programable e ‘inteligente’ que juega con los niños para ayudarles a aprender IA. Es un compañero de aprendizaje que emplea herramientas como el smartphone, bloques LEGO, Arduino y una tableta u ordenador. En torno a este ecosistema tecnológico se desarrollan actividades de IA que permiten a los niños crear sus propios algoritmos.

Lo que realmente hace a PopBot único -dice su creadora Randi Williams- es que ha sido diseñado con la visión de una educación robótica constructiva, creativa, práctica y de bajo coste. “Todas las actividades que propone a los niños tienen que ver con juegos y arte, y el personaje del robot juguetón hace que la experiencia sea especialmente atractiva para los más pequeños”, asegura. Estos se convierten en diseñadores creativos: aprenden diseñando, entrenando e interactuando con el robot y, de paso, se prepararan para triunfar -o al menos sobrevivir- en un mundo plagado por la IA.

“Los niños ya no solo están creciendo con ordenadores y videojuegos; están creciendo en la era de la IA. Los investigadores e ingenieros de hoy están, por lo tanto, en una posición única para capacitarlos con esta nueva y emocionante tecnología. Mi sueño es estar a la vanguardia de este cambio, creando tecnología que promueva la creatividad, la expresión y el acceso equitativo a la educación en IA”, afirma Williams.

El propósito no es solo formar a los menores para que comprendan y creen con IA, sino entender cómo evoluciona su actitud hacia la tecnología a medida que aprenden cómo funciona. Su último estudio subraya que los niños que obtuvieron peores resultados en las evaluaciones de inteligencia artificial veían a los robots como juguetes no tan inteligentes como ellos. Sin embargo, aquellos que obtuvieron mejores resultados en las evaluaciones, veían robots como personas más inteligentes.

Recientemente, ProFuturo, un programa de educación puesto en marcha en 2016 por Fundación Telefónica y Fundación Bancaria La Caixa, lanzó un informe en el que detallaba las necesidades para implementar la Inteligencia Artificial en las aulas. Los sistemas educativos se han de reformar para garantizar que los estudiantes adquieren las capacidades necesarias para un futuro lugar de trabajo preparado para la IA. Estas reformas se producen en todos los subsectores educativos y ha de reorientarse hacia una educación permanente que se replantee de forma regular y continua y que tenga en cuenta la ética. 

Ética 

Precisamente, el abordaje con los PopBot también ofrece la oportunidad de tratar cuestiones éticas. En primer lugar, sobre las relaciones de los niños con los robots. No se trata de sustituir a maestros, padres o amigos por robots. De hecho, una investigación de Williams ha encontrado que los niños pequeños, cuyas habilidades socioemocionales aún se están desarrollando, ven dispositivos de IA con los que interactúan como algo entre una mascota y un amigo.

Por otra parte están desarrollando, con niños más mayores, un currículo específico para aspectos éticos. “En nuestro primer estudio piloto, más de 200 estudiantes de una escuela pública de Pittsburgh han desarrollado recomendaciones para un YouTube menos adictivo, amable y apropiado para menores de edad”, comenta Cynthia Breazeal, directora del grupo Personal Robots. Su propósito último es contribuir a una sociedad alfabetizada en inteligencia artificial.

Los seis retos para integrar la inteligencia artificial en la educación

Un informe lanzado por ProFuturo, un programa de educación puesto en marcha en 2016 por Fundación Telefónica y Fundación Bancaria La Caixa, establece los seis retos para la mplantación de la IA en la educación 

  • Reto 1. Desarrollar una política pública exhaustiva sobre la IA. La complejidad de las condiciones tecnológicas necesarias para avanzar en este campo exige la convergencia de múltiples factores e instituciones. Las políticas públicas deben trabajar de forma conjunta a nivel local e internacional para crear un ecosistema para el desarrollo.
  • Reto 2. Garantizar un uso inclusivo y equitativo de la IA en la educación. Los países menos desarrollados se arriesgan a sufrir nuevas divisiones sociales y tecnológicas. Es necesario hacer frente a algunos obstáculos importantes para establecer las condiciones básicas de implementación de nuevas estrategias que para mejorar el aprendizaje.
  • Reto 3. Preparar a los profesores para una educación impulsada por la IA, a la vez que se prepara la IA para que entienda la educación, aunque se trata de una responsabilidad compartida: los profesores deben aprender nuevas habilidades digitales para usar esta tecnología de forma significativa y pedagógica, y los desarrolladores deben aprender cómo trabajan los profesores y crear soluciones sostenibles en entornos reales.
  • Reto 4. Desarrollar sistemas de datos inclusivos y de calidad. La calidad de los datos debe ser nuestra principal inquietud. Es fundamental desarrollar capacidades estatales para mejorar la sistematización y recopilación de datos. Los avances de la IA deben ser una oportunidad para que los datos cobren importancia en la administración de los sistemas educativos.
  • Reto 5. Resulta necesario conseguir que la investigación sobre la IA en educación sea significativa. Es necesario recordar las dificultades a las que se ha enfrentado el sector educativo para hacer balance de la investigación educativa a nivel práctico y legislativo.
  • Reto 6. Este reto aborda la ética y la transparencia en la recopilación, uso y divulgación de los datos. La IA plantea muchas inquietudes éticas sobre el acceso al sistema educativo, recomendaciones para estudiantes individuales, concentración de datos personales, responsabilidad, repercusión en el trabajo, privacidad de los datos y propiedad de los datos que se añaden a los algoritmos. Por tanto, la regulación de la IA requiere un debate público sobre ética, responsabilidad, transparencia y seguridad.

Fuente: El País