Un productor puede vender hoy un litro de leche por 0,31 euros. Ese precio es una de las principales quejas de los ganaderos. El negocio no acaba de salir a cuenta. Y, además, en los supermercados el aumento de la variedad de productos lácteos es incesante. Tanto como la gama de preparados procedentes del arroz, la cebada, las almendras o la soja, que están robando cuota de mercado a los lácteos. Los productores buscan otras vías de optimizar sus cuentas. Es el caso de Llet Ato, la compañía catalana participada por Capsa, propietaria de Central Lechera Asturiana, que hace poco más de medio año lanzó una marca de leche ecológica para ver si remonta su congelada facturación de los últimos dos años: 25,9 millones de euros, inferior incluso a los 26,5 millones de 2015, y sus beneficios de 800.000 euros. Mientras adapta sus granjas a la normativa, compra esa leche a otros productores para ir testando el mercado y paga por ella 52 céntimos de euro.

“La leche ecológica tiene unas diferencias importantes de calidad respecto a las otras. Es cierto que tiene más costes y que tendremos menos productividad, pero nos permitirá dar más valor al producto y elevar el precio de venta un 35% en el supermercado”, explica Albert Puigdemont, propietario de la granja Mas Coromina, una de las siete que producen en exclusiva para la compañía. Solo un 0,3% del consumo de leche en España es de ese tipo, pero, como ha sucedido con las bebidas alimentarias, se prevé un alto crecimiento para llegar a converger con otros mercados europeos. En Alemania su consumo rebasa el 10% del mercado.

Ato está trabajando para adaptar sus explotaciones a las condiciones requeridas por el Consejo Catalán de Producción Agraria Ecológica (CCPAE). Necesitará dos años para limpiar de herbicidas y pesticidas químicos el campo donde se produce la comida del ganado, después otros seis meses para que ese requisito se dé por bueno en los animales. Tras ese largo proceso, podrá empezar a comercializar producto ecológico propio. En España, Puleva y otras marcas foráneas son las únicas que producen este tipo de leche.

Puigdemont calcula que este producto alcanza un 1% de sus ventas pero cree que el porcentaje crecerá sustancialmente cuando se introduzca en los supermercados. “Podemos llegar al 10% en dos o tres años porque es un producto que el consumidor está buscando y apenas hay oferta”, dice. Y agrega que desde Central Lechera Asturiana “aplauden que apostemos por una línea un poco diferente a la suya”. Ato afirma que es la única compañía española que tiene la certificación de Aenor que hace una trazabilidad completa y que asegura que la leche procede de granjas censadas como de bienestar animal. Y su idea con la leche ecológica es ir un paso más allá: “Queremos producirla en la granja de Mas Coromina e incluso queremos venderla como fresca”, que mantiene el sabor y el olor original de la leche, otro tipo de producto que se está haciendo un rápido lugar en el mercado, aunque está reservada para un consumo rápido.

Granjas certificadas

El desembarco en el negocio de la leche ecológica completa un camino que Ato inició en 2014, cuando recibió la certificación de bienestar animal, siguiendo las directrices que marca el sello de garantía europeo Welfare Quality. Cada vez más reconocido por los consumidores, ese sello permite también, tras importantes inversiones, dar un valor añadido al producto y elevar su precio. Pero Puigdemont considera que tiene otros puntos a favor. “Cuando el animal se encuentra en mejores condiciones, ese bienestar lo traslada a la leche”, asegura. Este ganadero dice haber conseguido una mejora de productividad del 5% por res al haber reducido la densidad media por animal en una explotación. “Y no solo eso, los animales aguantan más”, afirma.

Fuente: El País