Empezaron en 2015 como una idea en Power Point. La primera botella la vendieron en septiembre de 2016. Siempre bajo el estigma de ser una empresa con impacto social, una tipología societaria de la que se suele dudar de su capacidad para dar beneficios. En su tercer año completo de actividad, Auara, el agua que dice querer cambiar el mundo, dio sus primeros beneficios.
Modestos, de apenas 24.000 euros, pero un punto de inflexión en un empresa que en sus estatutos fija que sus socios no pueden recibir dividendo. Todo debe destinarse a causas sociales. La ganancia de 2018 fue a compensar las pérdidas de los ejercicios anteriores, aunque la empresa fija una inversión mínima de 30.000 euros a la espera de que estos números negros sean una constante. Y esperan que lo sea.

La previsión para 2019 es ganar 100.000 euros. Los ingresos, que rozaron el millón en 2018, el doble que en el anterior ejercicio, estarán entre los 1,5 y 1,7 millones, y alcanzar un beneficio en el entorno de los 100.000 euros. Las claves, un acuerdo de distribución con Pascual y una creciente presencia en algunas de las principales cadenas de restauración del país. Su seña de identidad, una botella fabricada al 100% con PET reciclado, una cifra a la que los grandes del sector aún no se acercan.

“El año pasado fue un ejercicio de crecimiento orgánico potente. Hemos entrado en la senda de números positivos y consolidación de negocio”, afirma su director financiero y cofundador, Luis de Sande. Unos beneficios que, como explica otro de sus fundadores, Álvaro Espinosa de los Monteros, les han dado un poco más de holgura: “Venimos de apretarnos mucho el cinturón, los fundadores y los que trabajan con nosotros. Gente que venía cobrando muy poco. Hemos apostado por esto y por aumentar nuestro equipo comercial”, describe. A cierre de 2018, en Auara trabajan 13 personas.

“El hecho de haber consolidado la presencia en Madrid y Barcelona, y llegar a todo el país con el acuerdo con Pascual, ha sido la clave. Ahora se conoce más la marca, y desde el año pasado nos pasa todo lo contrario a lo de antes: llaman y no al revés”, comenta De Sande.

Definida como empresa social, sus botellas son al 100% PET reciclado

Uno de los últimos acuerdos lo han firmado con la cadena de restauración Beer & Food, dueña de marcas como Tony Roma’s o Tommy Mel’s. Su expectativa es cerrar “dos o tres” acuerdos más en la recta final del año con empresas “relevantes del sector”, explican sus fundadores. El año pasado también empezaron a vender en el canal distribución, en Carrefour, Dia o El Corte inglés. Este canal genera ahora el 30% de los ingresos.

Pero el siguiente paso es lanzarse a la categoría de los refrescos, con los que esperan potenciar y diversificar ingresos y, en el medio plazo, poder lanzarse al mercado internacional. “Es una apuesta a largo plazo en una categoría de enormes empresas, pero es muy sinérgica con el agua. Nos permite ampliar portfolio, ser más eficientes”, apunta De Sande. “Nuestra visión es que Auara no es una marca de agua, es un concepto que se puede aplicar a diferentes productos. Auara tiene más que ver con el impacto social que con un producto”, cree Espinosa de los Monteros.

“En 2015 nadie hablaba de los plásticos”

Tendencia. Coca-Cola, Nestlé… Las grandes empresas del sector de alimentación y bebidas han presentado sus estrategias de sostenibilidad. Entre las medidas, el uso de PET reciclado para las botellas es una de las principales. La de Auara es 100% de este material. Coca-Cola aspira a que sus botellas tengan el 50% en 2021 en España. “Cuando empezamos nadie hablaba del problema de los plásticos”, recuerda Álvaro Espinosa de los Monteros, que explica que en esa “tendencia” por la sostenibilidad se pueden cometer errores.

“Se envasa agua en tetrabrik creyendo que es más sostenible, y no hay una sola planta de reciclado de tetrabrik en Europa”. El cofundador de Auara recuerda que la transición al PET reciclado no será fácil: existe la tecnología para hacer las botellas, pero no el material ni fábricas suficientes. “Por eso una Coca-Cola no puede pasar de un día para otro a este material”.

El cofundador deja claro, eso sí, que la intención de la empresa “no es ser una multimarca, pero sí una empresa de impacto social y multiproducto, y en una siguiente fase, multinacional”.
Según los socios, que junto al tercer fundador, Pablo Urbano, poseen el 66% de la empresa, los refrescos son más fáciles de exportar, ya que su idea es envasar en los países donde los vendan, evitando así la huella de carbono que tiene tras de sí todo un sistema logístico.

Una muestra de esa idea de impacto social, el “alma” de la empresa, según sus fundadores. También a través de proyectos, como recaudaciones de fondos que hacen junto a sus clientes, con las que han dado agua a 28.000 personas. “Y 2019 cerraremos llegando a las 45.000%”, dice Espinosa.

Fuente: Cinco Días