El aroma a pan inunda cada día la calle Los Olivos del polígono industrial de Mollina (Málaga). Allí se encuentra la fábrica de Padepan, firma nacida hace dos décadas, que hoy amasa 30.000 molletes al día. A solo ocho kilómetros, en Fuente de Piedra, las instalaciones de El Antequerano hornean otros 45.000 molletes diarios que viajan a media España. Algo más lejos, en Antequera, Mollete San Roque elabora otros 50.000 panecillos cada día. A simple vista, apenas hay diferencias entre unos y otros. Pero estas dos últimas fábricas pronto podrán incluir en sus panes el distintivo de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Mollete de Antequera, mientras que la de Mollina no.

“Es una injusticia”, dice Remedios Tortosa, responsable de Padepan. La situación ha derivado en una batalla entre panaderías de la comarca antequerana con dos bandos que esperan a que la Comisión Europea se pronuncie sobre la IGP, algo que ocurrirá “pronto”, dicen en Bruselas.

La contienda se remonta a 2004. El Ayuntamiento de Antequera impulsó entonces una organización de productores de molletes, pan que desayuna media Andalucía y adalid de la gastronomía antequerana: se elabora desde el siglo XVI bajo la influencia de los bollos planos que fabricaban árabes y judíos en la zona en los siglos XII al XV. La convocatoria reunió a 18 panaderos, aunque algunos no elaboraban concretamente este producto. Siete de ellos conformaron finalmente la Asociación Pro-Mollete de Antequera. Hoy solo quedan dos integrantes: las empresas El Antequerano y Mollete San Roque, quienes “tras un gran esfuerzo”, explican, han conseguido “que la tramitación de la IGP Mollete de Antequera esté en su última fase”. Cuando culmine, solo los panecillos de estas dos fábricas podrán inicialmente incluir el distintivo de calidad.

Los dos fabricantes que han promovido la IGP prefieren no entrar en guerras. Relatan que la certificación será positiva para “Antequera, Andalucía y España”, según Juan Villodres, gerente de El Antequerano. Y aseguran que posteriormente podrán formar parte del futuro Consejo Regulador y hacer uso del distintivo los fabricantes de los términos municipales de Antequera y Fuente de Piedra que cumplan los criterios y “una serie de controles de calidad”, según fuentes de Molletes San Roque, gigante del sector con cien empleados y que surte, entre otros, a Mercadona.

“Traje a medida”

El resto de los productores no entienden que la IGP solo ataña a Antequera y Fuente de Piedra. “Los dos miembros de la asociación se han preparado un traje a medida”, explica Antonio Báez, gerente de La Molletería, que elabora 12.000 molletes diarios desde 2011 en suelo antequerano. “Debería ser solo para Antequera por razones históricas o abrirlo a toda la comarca”, insiste Báez, opinión que comparten muchos panaderos. De hecho, Fuente de Piedra está más lejos de Antequera (23 kilómetros) que Mollina (18). “Es un sinsentido que a Padepan la excluyan”, insiste el panadero, que solicitó formar parte de la asociación hace años. “Me respondieron que no, sin motivos”. Padepan obtuvo la misma respuesta. Tortosa cree que buscan con la IGP “excluir a la competencia”. Por ello, impulsó un comunicado firmado por una decena de fabricantes —que dicen aglutinar al 85% de la producción local y 80 trabajadores— quejándose de la situación. Temen tener que echar el cierre por no poder incluir la marca distintiva.

El abogado José Carlos Moreno lo considera “una vulneración de la normativa de la libre competencia”, por lo que ha contactado con eurodiputados españoles y en mayo elevó una queja a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La respuesta tardó un mes en llegar. “Procedemos a abrir una información reservada para analizar con más detalle las prácticas que nos comunicaron”, afirmó la CNMC, que añadía que requerirá información “a las partes implicadas”.

Por su parte, el Ayuntamiento de Antequera, da un paso al lado. Fuentes municipales explican que su labor ha sido únicamente apoyar en espacios como FITUR “una iniciativa que se entiende positiva para el interés de la ciudad y uno de sus productos más autóctonos” y dicen no poder tomar “un papel protagonista” en la IGP al ser una iniciativa privada.

Esa es la teoría. En la práctica, han incluido el logo en camisetas deportivas y han realizado diversos actos de divulgación. En abril, el propio alcalde, Manuel Barón (PP), se fotografió con dos miembros de la asociación Pro-Mollete en un acto promocional de la IGP en el Salón de Gourmets de Madrid. “El apoyo público empeora las cosas: nos deberían dar la oportunidad a todos, no solo a quienes la asociación considere”, concluye Antonio Báez. Europa tendrá ahora la última palabra.

Fuente: El País