Los economistas Timothy Bresnahan, Ariel Pakes y Robert Porter han sido galardonados por la Fundación BBVA con el premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas. Estos académicos son pioneros en la economía industrial empírica, un campo relativamente nuevo en el que se investiga con casos muy prácticos «la capacidad de un agente empresarial para poder modificar los precios», según señala la nota de la Fundación BBVA.

El jurado destaca que los autores han mezclado teoría y análisis de datos para construir modelos con los que predecir cuáles serán las respuestas de las compañías ante cambios en el entorno y en la regulación. Sus resultados son muy relevantes a la hora de analizar fusiones de empresas, prácticas anticompetencia, la liberalización de sectores o la regulación de mercados.

Al conocer el galardón, Timothy Bresnahan (Estados Unidos, 1953) ha declarado que su mayor reto es comprender «el declive de la competencia empresarial en muchos mercados de países ricos». «El progreso tecnológico no lleva necesariamente a precios más bajos y mejores productos para los consumidores, sino que en algunos casos ha sido capturado por los vendedores», ha asegurado.

Bresnehan es catedrático de la Universidad de Stanford y ha aplicado sus conocimientos a la industria del automóvil, la compra de McAfee por Intel o las restricciones de competencia impuestas a Microsoft. En general, estos estudios aprovechan la base de la teoría de juegos, el análisis matemático de cómo los incentivos influyen en los comportamientos. Los principales organismos de Estados Unidos ya están incorporándolos a sus mecanismos de decisión. La comisaría de Competencia europea ya cuenta con equipos de economistas formados en este campo. Falta que organismos como la española CNMC también lo asuman, explican algunos economistas consultados.    

Por su parte, Robert Porter (Londres, Canadá, 1955), compañero de Bresnahan y catedrático de la Universidad de Northwestern, ha dedicado buena parte de sus investigaciones a detectar los acuerdos entre partes para evitar la competencia. Su trabajo ha permitido contar con instrumentos para descubrir la colusión empresarial y evitarla. «También ha analizado el comportamiento de los licitadores en las subastas en casos tan variados como las concesiones petrolíferas o gasísticas, el suministro para la construcción de autopistas o la distribución de leche a centros escolares», señala el jurado. 

Finalmente, el catedrático de Harvard, Ariel Pakes (Edmonton, Canadá, 1945), recalca que la gran aportación de sus trabajos consiste en que “la literatura anterior se basaba en ciertas presunciones y era difícil saber cuáles eran relevantes en cada caso. Lo que hicimos fue desarrollar las herramientas empíricas que permitían averiguar qué presunciones eran las adecuadas y, a continuación, realizar el análisis. Un ejemplo: ¿cuál sería el impacto de una fusión de compañías o de un cambio arancelario? Los modelos que desarrollamos nos permiten predecir los efectos de estos cambios». 

Al ser preguntado por la concentración de empresas y de beneficios, Pakes ha señalado que no siempre es así. Por ejemplo, ha resaltado que en el mercado nacional de Estados Unidos hay menos empresas de televisión por cable, pero en cambio hay mucha más competencia regional. Respecto a gigantes como Google o Microsoft, ha afirmado que «no son necesariamente malos». «Que la información esté en manos de unos pocos crea el debate de si a la sociedad le interesa que se haga pública una parte. Los costes de transmitir la información son bajos. La respuesta no la sé», ha dicho. Y ha añadido: «No hay una evidencia convincente que confirme que la información de estas empresas las pone por delante de todas las demás. Ha ocurrido con frecuencia que los grandes jugadores son adelantados por otros». De hecho, ha explicado que muchas veces la ventaja competitiva que da la información resulta pequeña y se pierde muy rápido. Enseguida es replicada por los competidores.

Estos estudios también podrían extenderse a campos como la literatura sanitaria o la medioambiental. Pakes ha citado un ejemplo en el que investigan qué sucede si los médicos se quedasen para su bolsillo con una parte de los ahorros que obtienen en la gestión de recursos. La conclusión es que los doctores no sacrificarían la calidad. Enviarían a los pacientes a centros menos cómodos y más baratos pero manteniendo la calidad. 

Fuente: El País