La cotización del bitcoin, la moneda virtual más conocida, parece haber entrado en un periodo convulso que aumenta la alarma sobre un hipotético estallido de la burbuja virtual. En enero su valor ha caído casi el 50%, el retroceso mensual más grave de los activos digitales, no solo a causa de su volatilidad —inherente a su cotización desde que fue creada— sino al hecho de que la sociedad Bitfinex, una plataforma que ha impulsado el crecimiento del valor bitcoin, ha sido citada a declarar en la Commodity Futures Trading Commission de Wall Street, probablemente para investigar si la cotización de la moneda fue inflada artificialmente.

Es el momento para pasar de las advertencias a la regulación. A pesar de que muchos reguladores financieros han advertido sobre el carácter volátil e ininteligible (para el grueso de los inversores) del bitcoin, a pesar de que la Autoridad Europea de Valores y Mercados ha expresado su alarma sobre la explosión especulativa de la moneda virtual, la demanda se dispara y algunos negocios pretenden incluso financiar su expansión con bitcoins. El presidente de la CNMV, Sebastián Albella, ha sugerido la urgencia de regular los bitcoins; hay motivos para ello. Una regulación controlaría la presión especulativa (la que presuntamente se atribuye a Bitfinex) sobre la moneda y limitaría sus usos posibles, porque es evidente que el sistema actual y su regulación garantista exige que algunas operaciones delicadas (como las de expansión o ampliación en mercados internacionales) solo pueden hacerse en términos de financiación convencional.

Es discutible si los inversores que han sido advertidos con insistencia sobre el carácter incontrolado del bitcoin tienen derecho a protección más allá de las advertencias. Pero la vía más segura es reglar de forma coordinada las divisas virtuales: imponer el suministro de información, exigir un cuadro de responsables y someter las decisiones de los mineros al regulador.

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Fuente: El País