La grave crisis desatada en Boeing por los accidentes del modelo 737 MAX se ha cobrado la cabeza de su consejero delegado, Dennis Muilenburg. «El consejo de directores ha decidido que es necesario un cambio de liderazgo para restaurar la confianza en la compañía mientras sigue adelante la tarea de reparar las relaciones con los reguladores, los clientes y todos los afectados», señaló el gigante estadounidense este lunes en un comunicado.

El presidente de la empresa, Dave Calhoun, reemplazará a Muilenburg el 13 de enero, y el jefe financiero, Greg Smith, asumirá el timón durante estas semanas de transición. El hasta ahora primer ejecutivo ha recibido fuertes críticas por la gestión de unos acontecimientos de por sí graves. En los dos accidentes relacionados con el modelo, el sucedido en octubre de 2018 en Indonesia y el de marzo de 2019 en Etiopía, una lectura errónea del sensor que indica la inclinación del avión activó el sistema de estabilización.

A raíz de la tragedia, que causó 346 muertes, hace ya 10 meses que los aparatos 737 MAX tienen prohibido volar. Muilenburg se afanó durante este tiempo por tratar de reiniciar su actividad y calculó de forma poco realista que lo lograría antes del final de este año, pero el regulador de la aviación estadounidense ha hecho evidente que la nueva autorización se demoraría. Antes de que los aviones vuelan a operar, la compañía debe garantizar que el sistema automitizado que está en el punto de mira, llamado MCAS, ha quedado arreglado.

En Bolsa, los títulos reaccionaron a la noticia del su cese de Muilenburg con una subida del 3%, pero es mucho el terreno que le falta por recuperar. En los citados 10 meses desde que comenzó la crisis, la más grave que ha vivido el grupo hasta ahora, su valor ha llegado a bajar un 25%. El grupo aeronáutico comunicó la semana pasada que a partir del mes de enero suspendería la producción del modelo caído en desgracia, otrora el aparato estrella para los vuelos de corto y medio radio.

Fuente: El País