Cuando el fondo soberano de Abu Dabi –por entonces IPIC, antes de fusionarlo con Mubadala– lanzó una opa sobre Cepsa, en 2011, el barril de Brent se intercambiaba por más de 100 dólares. El viernes, la referencia en Europa para el mercado del crudo cerró en los 84 billetes verdes. Aunque el petróleo aún está lejos de aquellos niveles estratosféricos, lo cierto es que estos máximos de 2014 parecían una quimera cuando en 2016 el impulso al fracking en EE UU y la retirada de las sanciones a Irán hundieron el precio del Brent.

En estos siete años no solo la cotización del crudo se ha montado en una montaña rusa, sino que las petroleras se han rearmado para sobrevivir en un mundo donde el petróleo caro no será nunca más un cheque en blanco que puedan firmar desde la OPEP. Los inversores celebran, en el caso de Repsol, la mejora de los márgenes con máximos en Bolsa de junio de 2014, por encima de los 17 euros por acción. Un contexto en el que Cepsa se revela como una apuesta incluso más atractiva.

BNP Paribas –uno de los bancos aseguradores de la salida a Bolsa– ha emitido esta semana un informe en el que destaca «la resiliencia» de la compañía a un entorno del Brent a precios bajos. Sitúa la valoración de la compañía entre los 8.500 y los 10.500 millones, mientras que en el folleto de salida a Bolsa, remitido este martes a la CNMV, establece el precio de debut entre los 13,1 a 15,1 euros por acción. Lo que valora la sociedad entre 7.010 y 8.081 millones.

El departamento de análisis de este banco señala las inversiones llevadas a cabo por Abu Dabi para mejorar su negocio de upstream, así como su fortaleza comercial. Es la segunda firma en España después de Repsol y cita al mercado marroquí como su gran área de crecimiento.

Apunta asimismo a su liderazgo en el negocio petroquímico, impulsado por un nivel de integración con sus refinerías, «significativamente superior» al de sus comparables europeos. La fortaleza de Cepsa en refino es precisamente una de las principales armas con la que los bancos tratan de convencer a los inversores para acudir a su OPV. Desde BNP Paribas indican su capacidad de crecimiento incluso más allá de 2022. Los informes de Santander y Morgan Stanley, también miembros del sindicato colocador, reseñan tanto la capacidad de refino como la fortaleza comercial de Cepsa para sobrevivir en momentos de un barril de petróleo barato. Reducen, de hecho, el umbral de la rentabilidad con el barril de Brent a los 30 dólares, uno de los niveles más bajos del sector en Europa. En el folleto de salida a Bolsa la compañía vaticina que el barril de crudo de referencia en Europa cotice en torno a los 70 dólares.

El refino es también la principal área de crecimiento de Cepsa para el folleto. En el propio documento indica que invertirá un total de 1.350 millones de euros para sacar el máximo partido a su área de refinería en unos cinco años. Estima en 450 millones el dinero que inyectará en más de 100 proyectos hasta 2022. Las plantas de San Roque (Cádiz) y Palos (Huelva) serán las principales agraciadas. Esta área supuso el 44% de su ebitda y espera potenciarlo en el futuro.

El otro gran argumento para atraer a los inversores, que también señala el informe de BNP Paribas, es una generosa política de retribución al accionista. Promete incrementar el dividendo un 5% en 2019 hasta repartir 450 millones. En 2020 pagará 475 millones y en 2021 espera llegar a los 500 millones. Esto supone que la rentabilidad por dividendo se sitúe entre el 6,4% y el 5,6%, mientras que la de Repsol, que planea la retirada del pago en acciones, se queda en el 5,8%.

El departamento de análisis de Bankinter, por su parte, calcula que la valoración de la compañía se situará en torno a los 8.000 millones, en la parte alta de la horquilla prevista. Estima que el beneficio aumente en los dos próximos ejercicios un 10%.

Sin embargo, BNP Paribas señala como los principales riesgos el apetito por futuras operaciones de compras y adquisiciones y un crecimiento demasiado basado en el refino y la industria petroquímica. En el folleto reconoce que este segmento de negocio depende de un número reducido de clientes, así como el efecto de las sanciones comerciales de EE UU a Europa e Irán.

Fuente: El País