Ser un profesional autónomo no es fácil. Su responsabilidad personal por las deudas sociales, la carga tributaria que soporta y las dificultades de financiación con las que convive son un ejemplo claro de ello. Y por si esto fuera poco, tenga presente que ganarse la vida trabajando por cuenta propia va a resultar todavía más caro en 2018 como consecuencia del recorte de desgravaciones en el IRPF derivado de la nueva Ley de Medidas Urgentes del Trabajo Autónomo y de la subida del 4% de las cotizaciones aprobada recientemente por el Gobierno.

Aunque es cierto que al inicio de una actividad emprendedora la adopción de la forma jurídica de autónomo resulta muy atractiva, también es verdad que a medio o largo plazo cuando se alcanza una facturación superior a los 40.000 euros, se quiere trabajar para, o con, grandes empresas y se necesita agilizar la obtención de financiación, es recomendable acelerar el tránsito hacia una sociedad mercantil. Así lo dicen los expertos y así lo aconsejan muchos autónomos reconvertidos.

Trámites

Para pasar de ser autónomo a crear una sociedad, se deben cumplir los trámites exigidos para la constitución de una empresa, con una primera gestión añadida que no es otra que la de solicitar la baja en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA).

MÁS INFORMACIÓN

Recuerde que la baja se hace efectiva desde el primer día del mes siguiente al que se solicita y que este trámite se puede ejecutar online con certificado digital o en persona.

Tras ello puede elegir entre acudir a un punto de Atención al Emprendedor (PAE) donde le prestarán servicios de información, tramitación, asesoramiento, formación o hacerlo Ud. mismo.

Si se inclina por la última opción, lo primero que tendrá que hacer es solicitar una certificación negativa de denominación social, presentando una terna de nombres ante el Registro Mercantil Central; posteriormente deberá acudir ante una entidad de crédito, abrir una cuenta a nombre de la SL e ingresar 3.000 euros. Tras esto debe ocuparse de la redacción de los estatutos. Recuerde que, aunque existen modelos normalizados, es conveniente hacer un traje a medida. En ocasiones el pret a porter sale caro. Acuda al notario y finalmente firme la escritura de Constitución.

Ya tiene la mitad del recorrido hecho. Ahora es una «sociedad en formación» tal y como la propia Ley de Sociedades de Capital llama a las empresas escrituradas y no inscritas, pero todavía no es operativo. Tiene que poner en marcha la empresa y para ello (como para casi todo en esta vida…) tendrá que acudir a Hacienda, solicitar el Número de Identificación Fiscal (NIF) provisional; el alta en el Censo de empresarios, profesionales y retenedores; el alta en el Impuesto sobre Actividades Económicas y la declaración censal (IVA).

Vaya al Registro Mercantil Territorial correspondiente al domicilio empresarial e inscriba a la «recién nacida». Vuelva a la Agencia Tributaria para canjear la tarjeta provisional de NIF por la definitiva y antes del transcurso de un mes desde el inicio de su actividad visite la Tesorería General de la Seguridad Social de su provincia y solicite las altas pertinentes.

Traspaso de activos

El traspaso de los activos con los que ha contado como empresario individual se puede realizar de varias formas. Aquí van las tres más habituales: mediante el arrendamiento a la nueva sociedad manteniendo su propiedad; o perdiéndola por su venta a la misma, previo pago de los impuestos generados por esta operación, el IAJD (Impuesto de Actos Jurídicos Documentados), el ITP (Impuesto de Transmisiones Patrimoniales) y el IVA (Impuesto sobre el valor añadido); o finalmente, y quizás la más aconsejable, contribuyendo a la consolidación del capital social realizando aportaciones en especie. Tan sólo recordarle, que tanto la constitución como ampliación de capital están exentas del pago de Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales.

Para tener toda la información que necesita un trabajador autónomo desde el mismo momento en que inicia la aventura profesional pincha aquí.

Fuente: El País