Un intraemprendedor es, en esencia, un empresario que trabaja por cuenta ajena. Es empresario porque es capaz de anticiparse al futuro y asumir riesgos para hacerlo realidad. Es un luchador que se sobrepone a las dificultades y que es capaz de cambiar rápidamente su enfoque si ve que algo no funciona. Es una persona que tiene pasión por sus ideas y que quiere hacerlas realidad construyendo un negocio. Y hace todo esto como empleado de una gran empresa, utilizando con habilidad todos los recursos que ésta le da.

Los intraemprendedores son uno de los mayores contribuidores al crecimiento de las empresas, pero, desgraciadamente, la mayoría de las compañías no están preparadas para apoyar a los empleados que piensan «fuera de la caja». Lo habitual es incluso que muchos intraemprendedores no den a conocer sus ideas hasta no tenerlas totalmente sustentadas, por miedo a ser acusados de falta de foco por sus mandos intermedios. El riesgo es que de esta hibernación no se despierte en ningún momento y la idea nunca llegue a hacerse realidad.

La empresa sale perdiendo más que el empleado. Sabemos que el 70% de los emprendedores exitosos obtuvieron su idea de negocio mientras trabajaban previamente para otro empleador. ¿No hubiera sido mejor para la empresa haber apoyado esa iniciativa internamente y no haber perdido talento y negocio?

Si queremos ayudar a los intraemprendedores para que contribuyan a la empresa, tenemos que darles oportunidades formales para presentar sus ideas y levantar la financiación necesaria. Y tenemos que entender sus motivaciones y sus temores. A diferencia de otros empleados, valoran desproporcionadamente tener libertad para experimentar y tienen cierta tendencia a apreciar mejor las oportunidades que los riesgos de una nueva aventura. Necesitan espacio para poder explorar cada ángulo del problema, sin miedo a que los inevitables fallos sean motivo de censura por parte de la organización. Hay que evaluarles por lo rápido que son capaces de aprender y redirigir su proyecto, no por el número de errores cometidos para conseguir ese aprendizaje.

El intraemprendedor no es, sin embargo, tan lanzado como el emprendedor que crea una empresa independiente. Ha decidido, al menos por el momento, trabajar en una empresa grande donde su empleo está relativamente protegido y donde su premio económico en caso de éxito es más limitado. Es responsabilidad de la empresa canalizar su pasión y sus inquietudes para que permanezca enganchado a la compañía durante muchos años.

Valoran  tener libertad para experimentar y aprecian más las oportunidades que los riesgos»

En Telefónica hemos desarrollado un marco para identificar este tipo de perfiles y poner en marcha sus iniciativas. Todo ello basado en tres principios de funcionamiento. En primer lugar, creando un entorno seguro que permite a los empleados trabajar temporalmente en su iniciativa y garantiza la vuelta al puesto anterior si la experiencia no es exitosa. En segundo lugar, proporcionándoles total libertad para experimentar. Y, finalmente, dotando a sus proyectos de cada vez más recursos según van demostrando éxito tecnológico y comercial, de forma que, si todo va bien, la recompensa final es liderar un departamento dedicado a la explotación de su idea a nivel global.

Los intraemprendedores son diferentes a los demás empleados y aportan un valor muy importante a las empresas. Si quieres que tu compañía sea más disruptiva, identifica a los empleados con esta vocación, formales, dales oportunidad de desarrollar sus ideas, y finalmente reconóceles el éxito. No se me ocurre mejor forma de acelerar la innovación en una empresa.

David del Val es director de innovación de producto de Telefónica.

Fuente: El País