Hace casi diez años iniciamos una década perdida con la recesión desatada por la crisis financiera de 2008. Con las cifras macroeconómicas en la mano, uno podría decir que ya nos hemos despedido de la recesión. Igual que si atendemos a la evolución de la opinión pública, cuya valoración de la situación económica regresa paulatinamente a los niveles previos a la recesión. Sin embargo, sus consecuencias siguen siendo visibles a través de la fractura social que han causado las reformas implementadas para superar la crisis.

Lo interesante del momento actual es que el legado de esa crisis ha comenzado a coexistir con las primeras señales de un retorno al modelo económico en el que se gestó. Así, hoy se cruzan en cualquier entidad bancaria quienes piden hipotecas animados por un mercado de vivienda en alza y quienes siguen gestionando la denuncia por las cláusulas abusivas de la época del boom inmobiliario. Toda una metáfora del regreso circular en esta década. Como el estancamiento del descenso de las tasas de abandono escolar: un termómetro que anuncia el cambio de ciclo económico sin que nada indique que renacemos en un nuevo modelo productivo.

Las reformas necesarias para el cambio de modelo que no hicimos son más difíciles en el contexto político actual. Un escenario de crisis política permanente, reflejada en el deterioro institucional que ha causado el ejercicio del poder y en la ineficacia y el estancamiento legislativo.

Por otro lado, la distribución de fuerzas entre partidos les ha impuesto anteojos miopes: se encomiendan a las virtudes del pacto, pero estas no resisten ante la competición por la hegemonía de cada bloque ideológico. Los partidos carecen del capital político necesario para impulsar reformas que impliquen cesiones que no comparte la mayoría de su electorado.

Se acerca el décimo aniversario del comienzo de una década perdida lastrada por tres crisis: la financiera, la económica y la política. Dos lustros en los que muchos deben retrotraerse a la victoria del Mundial de fútbol para encontrar la sensación más parecida a la de triunfo colectivo. @sandraleon_

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Fuente: El País