El Gobierno ha cumplido su objetivo de déficit en 2017 y lo ha celebrado como un éxito de su política económica. Para un país con uno de los mayores niveles de deuda pública sobre PIB del mundo cumplir sus objetivos fiscales es una buena noticia. Pero España en 2017 tuvo el mayor déficit público de la UE 27 y fuimos el único país que incumplió el Pacto de Estabilidad con un déficit superior al 3%.

MÁS INFORMACIÓN

En abril de 2012, el Gobierno de Rajoy se comprometió a tener un déficit del 3% del PIB en 2013 con la deuda pública próxima al 80% del PIB. Han cumplido el objetivo cuatro años después y con 200.000 millones más de deuda pública de lo previsto. Lo que deberíamos haber aprendido los españoles tras la crisis griega de 2010 y el rescate en 2012 es que las deudas se pagan. Hasta Pablo Iglesias de Podemos, que en 2014 proponía impagar la deuda, alaba ahora a Carmena por reducir el endeudamiento en el Ayuntamiento de Madrid.

Pero cuando escuchas a los líderes políticos, especialmente a Rajoy y a Rivera, que son los que apoyan los presupuestos, la sensación es que España no es un país altamente endeudado. Cada vez que Rajoy y Rivera hacen una propuesta alejan a España de la senda de reducción de deuda y del cumplimiento de los acuerdos estructurales que Rajoy aprobó en Bruselas, junto con el resto de socios europeos.

António Costas en Portugal y Alexis Tsipras en Grecia, ambos liderando coaliciones de izquierdas, ya han cerrado el déficit estructural, eliminando el componente cíclico, y tienen superávits primarios superiores al 2% del PIB, eliminando el pago de intereses de la deuda. Rajoy aún tuvo déficit primario en 2017 y el déficit estructural sigue próximo al 2,5% del PIB y se concentra en el sistema de pensiones. Albert Rivera y Ciudadanos, que hace tres años tenían una posición similar a la que estoy argumentando en este artículo, hacen propuestas más demagogas aún que Rajoy y el PP en cuanto han pasado a liderar las encuestas.

2017 fue el primer año que Rajoy cumplió el objetivo de déficit por no ser año electoral y no bajar el IRPF y por aprobar los presupuestos a mediados de año y no poder ejecutar el gasto, especialmente en inversión en infraestructuras, que volvió a reducirse y que en términos de PIB fue el más bajo desde 1980.

El BCE ha sido determinante para evitar que España y el resto de países periféricos retornará a la senda de estabilidad de la deuda. Sus compras de deuda han reducido nuestra prima de riesgo, han depreciado el euro, han frenado la restricción de crédito y han reactivado el crecimiento. En 2019 el BCE dejará de comprar deuda española; el pago de intereses volverá a aumentar y el crecimiento será menor.

España necesita aumentar cuanto antes los salarios y el deflactor de precios hasta el objetivo del BCE del 2% y aumentar la productividad por ocupado. Por desgracia, los Presupuestos de 2018 son electoralistas y otra oportunidad perdida para conseguirlo.

Fuente: El País