El Banco de España ha rebajado este viernes su previsión de crecimiento para el año que viene hasta el 2,4% frente al 2,5% que preveía anteriormente. Y para 2019 la reduce del 2,2% al 2,1%. Este recorte lo achaca por completo a las tensiones registradas en Cataluña. No obstante, la buena noticia es que calcula un efecto bastante leve. De momento, para el año que viene solo lo baja en dos décimas por Cataluña, y una de ellas se compensa al sumar un 0,1 extra por el mejor comportamiento del sector exterior, que aprovechará la mejora económica en todo el mundo y, sobre todo, en la eurozona. Incluso si los precios del petróleo están repuntando, los renovados bríos de la zona del euro tirarán de la actividad en España.

Respecto a 2019, solo disminuye su estimación en una décima, también por la incertidumbre catalana. Y mantiene su pronóstico de que este año el crecimiento acabará en un 3,1%, gracias a la importante velocidad de crucero que todavía empuja a la economía española.    

Con esta revisión, el Banco de España se coloca en el rango más bajo de los posibles impactos que había estimado por la situación política en Cataluña. El organismo había cifrado la horquilla de posibles daños entre 3 y 2,5 décimas de PIB en los próximos dos años. «El alcance de la incertidumbre política en torno a Cataluña constituirá un condicionante adicional de la evolución de la economía española a lo largo del horizonte temporal considerado. En el escenario central, se ha supuesto que el nivel de incertidumbre registrado en los últimos meses remitirá durante la primera parte de 2018», explica la institución sita en Cibeles en el informe publicado este viernes.

Pese al descenso de la volatilidad en Cataluña, el Banco de España sigue señalando a la comunidad como una de las principales fuentes de riesgo en el horizonte de los próximos dos años: «En la esfera interna, persiste la incertidumbre sobre Cataluña. La incidencia final de este elemento de riesgo para el conjunto de la economía española dependerá de la magnitud y persistencia de las tensiones. Un alivio, como el que ha comenzado a percibirse en las últimas semanas, del grado de tensionamiento podría conducir a un escenario de mayor crecimiento del producto. Por el contrario, un hipotético rebrote de las tensiones en los próximos meses podría llevar a un impacto más pronunciado sobre las decisiones de gasto de los agentes privados».  

«Las proyecciones contemplan una continuación de la actual fase expansiva, favorecida por los progresos alcanzados en el restablecimiento de los equilibrios macrofinancieros de la economía, que han dotado a la misma de una mayor capacidad de resistencia ante perturbaciones adversas. No obstante, se prevé una moderación del crecimiento del producto, a medida que se desvanecen algunos de los impulsos expansivos que han operado en el pasado», advierte el supervisor.

De cara a los próximos años, las previsiones del empleo son positivas. «Se prevé una moderación de los elevados ritmos de crecimiento observados en los últimos años conforme avanza el período de proyección, en consonancia con la desaceleración proyectada de la actividad. El aumento sostenido de la ocupación permitirá descensos adicionales de la tasa de paro, hasta situarse, a finales de 2020, alrededor del 11%», señala.

En el ámbito de la inflación, en el corto plazo, el Banco de España prevé una ralentización del índice de precios de consumo (IPC), como consecuencia de la desaparición de los efectos que provocaba comparar con los precios energéticos observados un año antes. «A partir de la primavera de 2018, la dinámica de los precios de consumo vendría determinada principalmente por el componente subyacente, para el que se proyecta un repunte gradual en un contexto de prolongación de la fase alcista del ciclo. En términos de promedio anual, después de aumentar un 2% en 2017, el IPC crecería un 1,5% y un 1,4% en 2018 y 2019, respectivamente, antes de acelerarse hasta el 1,7% en 2020. En las proyecciones de septiembre, la inflación general se revisa al alza en 2017 y 2018, como resultado de los mayores niveles esperados del precio del petróleo, y a la baja en 2019, debido a una evolución algo menos dinámica del componente subyacente».

Fuente: El País