Leroy Merlin aumentó sus ventas en España en 2018, pero su beneficio se resintió, según sus responsables, por el esfuerzo inversor que supone el proceso de transformación de tiendas y sistemas en el que está inmersa la cadena de bricolaje. Así, la firma facturó 2.182 millones de euros, un 6,6% más. La cifra asciende a 2.476 millones si se suman los ingresos de las tiendas AKI, que absorbió hace un año. Sin embargo, el beneficio se quedó en 87,3 millones de euros, un 7,2% menos. La empresa inicia 2019 como punto de inicio de un plan estratégico con el que pretenden invertir en España 500 millones hasta 2023, periodo en el que planea abrir 28 nuevas tiendas y crear 5.000 empleos, además de incrementar el beneficio.

Ignacio Sánchez, director general de Leroy Merlin en España, 2018 fue un año “intenso”, marcado por la transformación tecnológica y logística y por la integración del negocio de las tiendas AKI, empresa perteneciente, al igual que Leroy Merlin, al grupo francés Adeo. Aunque se ha avanzado mucho, este año las cuentas se han presentado de forma independiente. Sánchez ha destacado que el primer paso de la integración, los ensayos de las tiendas de Colmenar Viejo (Madrid), Talavera de la Reina (Toledo) y Figueres (Girona) han ido muy bien, con crecimiento de ventas del 42%, muy por encima del resto.

Así, los ingresos alcanzaron 2.182 millones de euros, un 6,6% más. Sánchez también destacó el crecimiento de la venta online, del 20,8%, hasta 47,3 millones. Para darle servicio, la empresa construyó el almacén de Meco (Guadajalara), que puede procesar 30.000 pedidos al día y que se puede escalar para multiplicar por tres ese volumen. “Queremos hacer más de 100 millones en ecommerce y el almacén está ya preparado para grandes volúmenes”, ha explicado Sánchez y ha ayudado a que la empresa pueda entregar pedidos en 48 horas en toda España. En total, en 2018 la empresa invirtió 31,1 millones de euros tanto en tecnología como en la cadena de suministro. “Y además, lo digital no nos quita tráfico en tienda”, ha explicado el directivo, asegurando que las vistas a los centros aumentaron un 6,6%.

Sánchez ha celebrado además el buen funcionamiento de los nuevos formatos: las tiendas urbanas (urban) en Madrid y Barcelona, las tiendas project (oficinas de pequeño tamaño donde los clientes pueden encargar, no comprar in situ, productos para sus reformas) y las compact (tiendas de tamaño mediano con una selección del surtido más imprescindible), además de las grandes tiendas tradicionales de más de 10.000 metros cuadrados. En total, la cadena suma ahora 137 puntos de venta. Para este año, la empresa prevé abrir siete más, que serán 28 de aquí a 2023, según el nuevo plan estratégico, que contempla también sumar a su plantilla de 13.500 personas 5.000 empleos directos en el periodo, con una inversión de 500 millones, más de 100 al año (121,4 en 2019), para culminar el proceso de transformación. Eso sí, el criterio para las nuevas aperturas será la rentabilidad y eso vale para las tiendas AKI adquiridas. «No tiene sentido una tienda que no gane dinero», ha dicho Sánchez, advirtiendo que se estudiará cada tienda AKI y se remodelarán a uno u otro formato y, si conviene, se cerrarán.

Preguntado por la rentabilidad de la empresa, Sánchez ha restado importancia al beneficio a corto plazo o a la caída del mismo experimentada este año, pero ha adelantado que “cuando bajemos la inversión por debajo de 100 millones al año, el ebitda (beneficio antes de impuestos, amortizaciones y depreciaciones) va a explotar”. “Pero prefiero un resultado controlado, con las tiendas perfectas, que ganar más sin eso. La empresa entiende que no se puede transformar sin invertir”, ha asegurado.

Fuente: El País