En diciembre de 2003 las hermanas Marta y Cristina del Rey Guil cambiaron su primer apellido por el de Álvarez, el de su padre adoptivo, Isidoro Álvarez Álvarez, a la sazón presidente de El Corte Inglés, y se convirtieron en las hermanas Álvarez Guil. Tenían 42 y 40 años y el carismático empresario se había casado unos años antes con su madre, María José Guil, con la que tenía una larga relación que empezó después de que ella enviudara de Alfonso del Rey. Este empresario era conocido como Alfonso Camorra por el restaurante Casa Camorra que su familia regentaba en la cuesta de las Perdices, cerca del hipódromo de la Zarzuela de Madrid. Del Rey conoció allí a Ramón Areces, entonces patriarca de los grandes almacenes, que solía ir a cenar acompañado por su sobrino Isidoro. Después abrió El Riscal, en la calle del Marqués de Riscal, tabernáculo famoso por sus paellas, copas y parroquianos de alcurnia. Entre ellos, Isidoro.

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Camorra murió en 1967 con 59 años. Sus hijas tenían solo dos y cuatro años. Cuando Isidoro Álvarez ennovió con su madre, se convirtió en su padre de facto. Las prohijó. Se encargó de su educación y las hizo herederas de los grandes almacenes, un imperio en el que la mayor de ellas está a punto de tomar el mando después de casi un lustro de tensiones y enfrentamientos legales principalmente con su primo Dimas Gimeno —que se convirtió en el presidente del grupo cuando murió Isidoro Álvarez—, la madre de Gimeno, María Antonia Álvarez, y su tío, César Álvarez.

Marta Álvarez Guil ha cerrado una semana muy fructífera. Además de trascender su nombramiento, ha conocido que la justicia no admite la demanda interpuesta por María Antonia Álvarez contra su adopción y la de su hermana por parte de Isidoro. Además, ha sido rechazada la querella de Gimeno contra el exjefe de Seguridad del grupo, un hombre de su confianza. Y la empresa ha ganado 258 millones, de los que 75 se destinarán a dividendo.

Licenciada en Derecho

La futura presidenta de los grandes almacenes estudió Derecho en el CEU de Madrid. En aquellos años entró en la agencia de viajes de la empresa de becaria. Allí, precisamente, conoció al que ha sido su predecesor en la presidencia del grupo, Jesús Nuño de la Rosa, entonces becario como ella y con el que entabló una estrecha amistad. Poco después, por consejo maternal, se trasladó a Londres para hacer un curso de arte en Sotheby’s, donde luego trabajó durante cinco años, primero en la capital británica y luego en Madrid.

De vuelta a El Corte Inglés, entró en el departamento de Hogar y Decoración y, posteriormente, en Moda. Comenzó a relacionarse con la alta sociedad madrileña y marbellí, donde su padre pasaba días de vacaciones. En una de las estancias conoció a Juan Claudio Abelló Gamazo, miembro de una familia habitual en los veranos de la costa del Sol (su padre es el empresario Juan Abelló Gallo y su madre Ana Gamazo y de Hohenlohe-Langenburg). Con él tiene dos hijos: Juan y Marta. A su boda, en 2000, acudió el entonces príncipe Felipe. Su hermana también celebró una boda de alto copete con Iñaki Álvarez-Valdés Flórez de Quiñones.

La química entre las hermanas Álvarez Guil y Dimas Gimeno nunca funcionó

A las dos parejas les gusta ir juntas a esquiar en invierno y a navegar en verano. Marta se suele escapar los fines de semana a los Montes de Toledo, a su finca o a la de su suegro, considerado durante un tiempo la mejor escopeta de España. La caza también era una de las aficiones confesas de Isidoro. Sin embargo, a ella no le gusta disparar, según aseguran fuentes de su entorno.

En su biografía autorizada se subraya que Marta Álvarez es una experta en distribución. Le encanta visitar los centros comerciales de su firma (manía que aprendió de Isidoro) y para ello viaja por toda España, y las grandes tiendas del mundo, referentes del sector, así como fábricas textiles y de muebles. Lo suficiente como para conocer las tendencias más vanguardistas, tanto en ropa como en hogar, sus obsesiones.

Ni Marta ni Cristina llegaron a ocupar un puesto de responsabilidad en la empresa hasta que murió su padre. Se mantuvieron en un perfil bajo, sin ínfulas ni ganas de mandar, que aparecieron cuando Dimas Gimeno comenzó a tener mando. Hay quien habla de falta de experiencia. Sin embargo, una persona cercana al grupo que la ha visto trabajar estos años asegura que su seguridad y sus dotes de mando “han mejorado significativamente”. “Desde que se ha puesto el maillot amarillo va delante y tanto llanea como sube los puertos, además, se ha rodeado de gregarios que la van a ayudar”, añade. No obstante, le aconseja que tome distancia con los ejecutivos en el día a día.

En esta transición, Marta ha ido moldeando su equipo. Pero, sobre todo, se ha volcado con Jill Little, ejecutiva jubilada de la cadena británica John Lewis, experta en grandes almacenes a la que ha incorporado como asesora áulica y que, precisamente, fue fichada por su primo Dimas.

Una relación familiar difícil

Marta y Cristina Álvarez nunca tuvieron una relación familiar estrecha con Dimas Gimeno. Su primo es más joven. Y, además, pese a la larga relación que mantuvieron Isidoro Álvarez y María José Guil, este nunca abandonó la casa de su madre, Eustaquia Álvarez, ni quiso institucionalizar la relación mientras esta vivió.

Los tres primos tendrían tiempo de conocerse de sobra años después, cuando Gimeno asumió la presidencia al morir Isidoro en septiembre de 2014. Este había decidido que fuera su sobrino, a quien había instruido y mandado a Portugal para implantar y dirigir la cadena, quien le sustituyera y que las dos hijas entraran en el consejo de la empresa, así como en la Fundación Ramón Areces, principal accionista.

A la nueva presidenta le encanta visitar los centros por España

Pero les dejó un regalo envenenado que no supo o no se preocupó en resolver: la sociedad patrimonial Isidoro Álvarez SA (IASA), en la que el empresario tenía sus acciones, un paquete del 22,18%. Dejó dos partes a sus hijas (suman el 69%) y una a repartir entre Gimeno, su madre y su tío (el 31% restante). La mayoría de las dos hermanas en IASA ha impedido que el resto haya podido manejar su participación o los dividendos de El Corte Inglés.

La bomba no tardó en estallar. La química entre las hermanas y su primo nunca funcionó. El primer encontronazo fue su oposición a que Gimeno asumiera también la presidencia de la fundación, como sí lo habían hecho los dos anteriores presidentes de El Corte Inglés. Las hermanas lograron el apoyo de la mayor parte de la vieja guardia de la empresa, colaboradores de su padre. Solo Juan Hermoso, que no tardaría en salir de la institución, su tío César y José Antonio Álvarez se pusieron al lado de Gimeno. Y, de esta forma, Florencio Lasaga, que ya superaba los 80 años tomó las riendas de la fundación, que según algunas fuentes, acabará presidida por la hermana pequeña.

La Fundación manda

Dimas Gimeno aguantó de presidente ejecutivo de El Corte Inglés hasta octubre de 2017, cuando fue despojado de sus galones por el consejo de administración. La línea ejecutiva pasó a dos consejeros delegados de la confianza de Marta Álvarez, Jesús Nuño de la Rosa y Víctor del Pozo, los mismos que vuelven a formar tándem ahora tras un año de interinidad del primero. Gimeno tuvo que abandonar sus cargos, excepto el de vocal de la Fundación Ramón Areces, que tiene el 37,39% de la empresa. La mayor parte de los patronos votaron a favor de su destitución. La fundación tiene que votar ahora si aprueba en el consejo de El Corte Inglés el nombramiento de Marta Álvarez. Gimeno podrá hacerlo en contra, aunque estará en minoría junto a su tío César. Todo indica que Marta no tendrá problemas en ese consejo, aunque está por ver la postura del inversor catarí Al Thadi, propietario del 10,3%, que esperaba que la empresa saliera a Bolsa, algo que los expertos no recomiendan por ahora y que no resulta urgente.

Será una de las decisiones que se deberán tomar bajo el mando de Marta Álvarez, que también tendrá que sopesar la venta de negocios maduros como viajes y seguros (va a suceder con informática), por los que podría sacar jugosos ingresos para reducir deuda.

En todo caso, hay que preguntarse la razón por la que Marta Álvarez postergó su ascenso a la presidencia hace un año. Lo podría haber hecho y haber evitado la transitoriedad de Nuño de la Rosa. Según algunas fuentes, se debió a que sus asesores le aconsejaron que esperara a que se resolviera la cadena de demandas que le había interpuesto su tía María Antonia (esta rechaza que las hermanas la llamen tía) y que se han ido resolviendo en los últimos meses. Casualmente, la de la adopción, casi coincidiendo con la de su nombramiento. La juez considera que María Antonia, que recurrirá el fallo, carece de “legitimación activa”.

Fuente: El País