Este mes toca renovar los 60 miembros del Consejo Económico y Social (CES), el organismo consultivo del Gobierno que se encarga de analizar las decisiones en materia económica y social. Lo normal es que los actuales componentes de las tres partes que lo forman en tercios iguales (sindicatos, empresarios e instituciones sociales) se mantengan en su mayoría, como suele suele ocurrir cada cuatro años. Lo que no es tan normal es que para estas fechas el actual presidente, Marcos Peña, haya cumplido ya tres años de interineidad sin haber sido reelegido desde noviembre de 2014, cuando terminó su segundo mandato.

Entonces se presumía que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, y el de Economía, Luis de Guindos, que tutelan el organismo, aunque orgánicamente sea independiente, esperaran a que pasara el ajetreo de elecciones que se acumularon en 2015 (andaluzas, municipales y autonómicas, catalanas y generales) para colocar a alguno de los suyos si seguían en el Ejecutivo, porque más de uno de los próximos al PP apetecían el cargo. Además, Peña había mostrado su intención de dejarlo. Si no, podría haber renovado por cuatro años más de manera oficial.

Pero pasó el tiempo y no hubo cambio. Quizá por no hacer distingos entre los veteranos militantes que habían llamado a la puerta. O, simplemente, porque el perfil de hombre abierto, dialogante y nada conflictivo de Marcos Peña, al que todos los colectivos del CES respetan y con el que se sienten muy a gusto, además de conocer la materia que tiene entre manos, encajaba mucho mejor.

El perfil dialogante y nada conflictivo de Peña, permitió al Ejecutivo mantenerlo ‘sine die’

El caso es que Marcos Peña se mantuvo sine die y ya ha comenzado su cuarto año de prórroga. Posiblemente, la intención de Báñez y Guindos es que continúe todavía un tiempo más; pero esta vez todo indica a que se verán obligados a mover ficha. De momento, Peña ha enviado una carta a los dos ministros recordando la situación y planteando el relevo después de 11 años al frente. Para el nombramiento, el candidato debe tener la aprobación de las dos terceras partes del pleno y luego pasar el examen de idoneidad del Congreso de los Diputados.

Precisamente, durante este interregno y tras la marcha de Cándido Méndez de la secretaría general de UGT, se barajó la posibilidad de que este ocupara el puesto; pero no prosperó la idea, que había partido del presidente de la CEOE, Juan Rosell y contaba con el beneplácito de Ignacio Fernández Toxo, todavía secretario general de CC OO, y de la ministra. Aunque Méndez no desdeñaba el cargo, la tardanza de su sucesor al frente de UGT, Pepe Álvarez, en contestar enfrío las pretensiones de sus postulantes.

En todo caso, el relevo iba acompañado con una propuesta de cambio en el funcionamiento, de manera que se hiciera al estilo europeo; es decir, una presidencia rotatoria cada dos años entre los tres colectivos que forman el CES. La idea sigue siendo válida, así como la posibilidad de que Méndez vuelva a entrar en la rueda. Pero, además de esa posible rotación también se ha planteado conceder más poder de influencia al CES tanto en los informes sobre los enteproyectos de ley y proyectos de real-decretos como en la mediación sociolaboral. Precisamente, Peña fue el elegido como árbitro en el conflicto de los trabajadores de Eulen de los controles de seguridad del aeropuerto de El Prat, que resolvió solventemente, recordando sus tiempos de mediador en diversos convenios colectivos de grandes empresas las negociaciones.

Se ha barajado el nombre de Cándido Méndez para su relevo y una presidencia rotatoria

De 69 años e inspector de Trabajo, Marcos Peña comenzó su mandato en 2006 con el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Con los Gobiernos de Felipe González ocupó varios cargos, entre ellos el de secretario general de Salud y de Empleo con José Antonio Griñán de ministro en ambos casos y donde se encargó de la reforma laboral de 1994. Además de su buena relación con los ministros de uno y otro Gobierno, ha demostrado en los 11 años que lleva en el organismo una perfecta equidistancia con los grupos políticos y una excelente relación con los colectivos que componen el CES.

El pleno de la institución está formado por tres bloques de 20 miembros cada uno: sindicatos (nueve de Comisiones Obreras, nueve de UGT, uno de CIGA y otro de ELA-STV), patronales (CEOE y Cepyme) y social (Cepes, consumidores, sector marítimo y pesquero, sector agrario y seis expertos nombrados directamente por el Gobierno, responsabilidad que tuvo Peña desde 2005 hasta que fue nombrado presidente).

Fuente: El País