El universo de los datos ya está aquí y con él llegan nuevas profesiones: la influencia de las cosas conectadas o Internet of Things (IoT) y la inteligencia artificial (IA) cambiarán los procesos de trabajo y por consiguiente el entorno laboral.

La explosión de demanda de trabajos que aun no existen –o empiezan a existir- ya ha comenzado. Porque el transporte autónomo necesitará a miles programadores de IoT; para la impresión 3D, que está revolucionando sectores como el de los trasplantes, harán falta miles de diseñadores de órganos y así necesitaremos robotistas, pilotos de drones, abogados especializados y expertos en ciberseguridad. Y al igual que hace 10 años no existía la figura del community manager y hoy está completamente implantada, dentro de otros diez años ocurrirá lo mismo con nuevos cientos de perfiles profesionales.

Es una evolución que se encuentra a la vuelta de la esquina y que responde al gran potencial del análisis de big data –aunque ya se habla de huge data- y el impulso del machine learning, fenómenos que no han hecho más que comenzar. Y es que el volumen de los datos disponibles seguirá creciendo de forma exponencial por el desarrollo del internet de las cosas. Y el IoT necesita una mayor capacidad de gestión de datos y marca un crecimiento paralelo e imparable de los sistemas de análisis.

La explosión de demanda de trabajos que aun no existen –o empiezan a existir- ya ha comenzado

Surge de esta situación y de forma necesaria la figura del data scientist, que promete ser un pilar que sostendrá y hará posible todas las promesas tecnológicas y los grandes avances de este siglo. Este profesional es el estratega que irá de la mano de los analistas de negocio, en una posición polivalente en todas las áreas de inteligencia de datos. Un profesional que será tan demandado como difícil de encontrar hoy en día.

Un perfil completo de científico de datos trae una formación sólida en matemáticas y estadística, pero también debe ser un gran contador de historias y tener creatividad para hacer visualizar los datos de una forma práctica. Además, debe ser todo un experto en competencias de computación distribuida, modelos predictivos y machine learning. En definitiva, es alguien capaz de resolver las necesidades de los negocios de formas disruptivas.

Un científico de datos será capaz de aplicar estadísticas descriptivas y analizar masas de información para encontrar los insights, la pequeña llave que lo cambia todo. Dicho de otro modo, servirán en bandeja las palancas para seguir evolucionando y creciendo hacia entornos más competitivos, sostenibles e innovadores. Seguramente es ese el motivo por el que para The Harvard Business Review será el trabajo más sexy del siglo XXI. Sexy y demandado, ya que solo en Estados Unidos y al día de hoy, ya existe un déficit de entre 140 y 190.000 empleados que cumplan este perfil, según datos de McKinsey.

¿Y quién contratará a estos perfiles? La respuesta es: ¿Quién no? En Estados Unidos, según la American University, la mayoría son contratados por el gobierno e instituciones públicas, por empresas que dan servicios de computación, seguidos por escuelas y universidades, investigación y desarrollo y por último, desarrolladores de software.

Y es que en los tiempos que vivimos, hay datos, billones de ellos, nuevos, cada segundo. Son la piedra angular que permitirá evolucionar a las compañías hacia el futuro. En menos de 10 años la generación de información será de 163 zettabytes. Y es cada vez más imprescindibles que estos expertos dibujen el futuro con ello.

Hoy, el 43% de las empresas norteamericanas señalan que su principal debilidad es la analítica, así que ya están en ello. En España, muchas compañías ya están sacando músculo. De hecho, algunas de las principales entidades financieras españolas ya tienen potentes equipos de científicos de datos que le suman a este cambio.

Considerados entre analistas y artistas, no solo ayudan a tomar decisiones en los negocios, también en otros sectores. En el campo de la medicina, serán los que sepan interpretar los datos para prevenir enfermedades antes de que se diagnostiquen, ofrecer seguimiento en tiempo real de una enfermedad e incluso tener un “mapa” de nuestra salud para que sea analizado por los especialistas. Son solo algunas de las realidades cotidianas de las que disfrutaremos pronto gracias, sin duda, al emerger de la ciencia de los datos.

Tom Reilly es el CEO de Cloudera

Fuente: El País