Los Diecinueve alcanzaron la pasada madrugada un acuerdo para crear un presupuesto de la zona euro que financie reformas e inversiones. El pacto para esa herramienta, que está llamada a ser clave para afrontar futuras crisis, deja varios asuntos pendientes y refleja el enorme abismo que aún existe entre varios países en el terreno fiscal. Los socios fueron incapaces de fijar asuntos clave, en concreto, cómo lo financiarán y su dotación. Francia y España lograron frenar las duras condiciones que querían imponer los halcones, en especial Holanda, para acceder a esos recursos. Sin embargo, no pudieron salvar la única fórmula que hallaron para hacer de ese presupuesto una herramienta anticíclica.

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Tras 15 horas de reuniones, los ministros sellaron a las 4.40 otro acuerdo de mínimos fruto de los difíciles equilibrios entre países. Los socios del euro dieron otra patada hacia adelante a la hoja de ruta para un fondo de garantía de depósitos comunitario y queda todavía mucho trabajo, en especial legal, para cerrar la reforma del fondo de rescate (MEDE). El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici, mostró su «decepción» por no haber avanzado en ese tercer pilar fundamental de la Unión Bancaria, que es de gran importancia para poder romper el vínculo entre el sector bancario y la deuda soberana.

Una vez asumidos esos progresos limitados, el meollo ayer era el presupuesto de la zona euro. Y ahí los socios llegaron con unas enormes diferencias. Impulsado a finales del año pasado por el eje francoalemán, este instrumento levantó ampollas sobre todo en Holanda, arropado con mayor o menor fervor por otros países que defienden la disciplina fiscal. Es más, hace apenas un año rechazaban de llano crear esa herramienta. Por esa razón, Moscovici pidió que no se despreciara la «importancia simbólica» del documento.

Ahora bien, ni desde la Comisión Europea ni desde países como España dan los trabajos por terminados. La ministra de Economía, Nadia Calviño, se felicitó de que el presupuesto deje «abiertas» todas las posibilidades y se mostró convencida de que llegará el momento en el que la zona euro podrá desarrollar su política fiscal comunitaria.

El documento fija como primer punto y «objetivo clave» incrementar el «grado de convergencia y competividad» dentro de la zona euro mediante reformas estructurales e inversiones. Y ahí anoche ya se libró una batalla. Holanda exigía limitarlo solo a la ejecución de reformas, lo cual España rechazaba de llano. De hecho, fuentes comunitarias explicaron que durante la reunión hubo no pocos rifirrafes entre el ministro holandés, Wopke Hoekstra, y la titular de Finanzas española, Nadia Calviño.

Según el papel, las reformas estructurales y las inversiones obedecerán a las líneas fijadas por los países miembros, que se irán revisando anualmente. En función de los costes estimados, los socios recibirán contribuciones financieras directas desde ese fondo. Periódicamente, los países deberán dar cuenta de la evolución de los proyectos y, en caso de que estos evolucionen de forma «no satisfactoria», los pagos serán «suspendidos».

Fuentes diplomáticas explicaron que dos cuestiones se discutieron con especial intensidad. La primera, Holanda quería condicionar la recepción de los fondos a cuestiones macroeconómicas y presupuestarias, es decir, a que se cumplieran a rajatabla objetivos de déficit y deuda. Francia y España, según estas fuentes, lograron que ello no fuera así. En el actual documento, se fija como condición el cumplimiento del reglamento de disposiciones comunes, es decir, las mismas para acceder por ejemplo a los fondos estructurales.

Sin embargo, Holanda pudo apuntarse una media victoria. En versiones anteriores, España había hallado una fórmula que aportaba una cierta función de estabilización económica durante crisis económicas. A falta de definir una fórmula concreta para los ingresos, sí habrá una tasa de cofinanciación nacional para los proyectos. El primer borrador de anoche fijaba que, para favorecer la convergencia, en caso de crisis el país podía dejar de realizar esa aportación y seguir recibiendo recursos comunitarios.

Fuente: El País