El expresidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa, protagonizó este miércoles el juicio por la quiebra de la empresa, que dejó un agujero patrimonial de 1.667 millones de euros. El que fuera todopoderoso patrón de la multinacional asumió alguna culpa —ninguna relacionada con los ocho delitos que se le imputan—, trató de desviar otras al auditor y a la CNMV, fue advertido varias veces por el tribunal por no concretar sus respuestas y defendió su gestión. “Soy el mayor perjudicado, lo he perdido todo”, aseguró.

El fiscal Anticorrupción Juan Pavía tuvo que emplearse a fondo para interrogar a Fernández de Sousa, que respondía con circunloquios, remontándose a 30 atrás o contestando algo distinto de lo requerido. “Estese a lo que pregunte el fiscal”, tuvo que decir más de una vez la presidenta del tribunal que le juzga en la Audiencia Nacional. El que fuera presidente de Pescanova admitió haber cometido errores, como no vender a tiempo el negocio del salmón, o llevar la empresa a preconcurso para renegociar la deuda. “Debió ser concurso”, dijo.

Pese a eso también defendió su gestión: “Las empresas no mueren por perder dinero. Mueren por tesorería. Lo primero que teníamos que hacer era proteger los empleos; teníamos la obligación de intentar renegociar la deuda”. Fernández de Sousa presumió de que todos los proveedores de Pescanova cobraron y no se perdió un solo puesto de trabajo. “No lo habremos hecho tan mal”, aseguró. La Fiscalía pide 28 años de cárcel para él por ocho delitos entre los que se encuentran el falseamiento de cuentas, la estafa y la insolvencia punible. Le considera el máximo responsable de diseñar un “mecanismo piramidal insostenible” para financiar la empresa, que en realidad estaba en situación de insolvencia.

Fernández de Sousa afirmó que, como presidente, era responsable último de todas las decisiones y aseguró que, de haber atajado a tiempo los problemas de liquidez, el grupo no habría llegado al punto de no retorno. Lo que no hizo fue explicar los problemas de tesorería que afloraron en febrero de 2013, cuando citó a cuatro accionistas, dos días antes de un consejo de Administración, para pedirles 50 millones de euros para hacer frente a compromisos financieros que tenían vencimientos inmediatos. Hasta tres veces repitió el fiscal la pregunta, formulada de manera distinta: “¿Cuáles eran los problemas de tesorería?”, “¿Usted no sabe qué tesorería tenía?” y “¿Cuánto tenía en ese momento Pescanova para pagar?” Quería que le relatara la reacción de esos accionistas ante la evidencia de que la empresa no tenía liquidez ni para pagar un vencimiento de deuda y si les pidió confidencialidad.

En aquel consejo se tendrían que haber aprobado las cuentas de 2012, que el auditor había dado por buenas sin salvedades con un resultado positivo de 36,6 millones (que en realidad eran 791 millones de pérdidas como se supo después). Los consejeros se negaron a aprobarlas al enterarse de la reunión entre Fernández de Sousa y los accionistas y la empresa fue a preconcurso. 

Pese a repetir que el último responsable de las decisiones tomadas en Pescanova, el expresidente señaló a la auditoria BDO, que llevaba 10 años revisando sus cuentas: “Nunca recibimos ninguna queja de BDO de que no pudieran hacer su trabajo». También aseguró que «hubo errores en la auditoría de BDO y no los puedo calificar de otra manera», según recogió Europa Press. Fernández de Sousal recordó también que quien revisa el trabajo del auditor es la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), organismo del que aseguró que nunca recibió ninguna observación: «En 10 años jamás se me dijo: tiene que corregir esto porque está mal”. 

La Fiscalía pide para el expresidente de Pescanova, además de los 28 años de cárcel, multa de más de 22 millones euros por maquillar las cuentas de la compañía para ocultar una deuda millonaria a inversores y organismos reguladores y poder seguir accediendo a financiación. Según el escrito de acusación de la Fiscalía, en 2010 y 2011 Pescanova tenía una deuda entre tres y cuatro veces superior a la que declaraba. 

Fuente: El País