El inicio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China no solamente supone un riesgo clave para el desempeño de la economía mundial, sino que amenaza con romper el sistema y normas que regulan los intercambios multilaterales. Así lo considera la directora general del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, que pidió este miércoles desde Hong Kong que los gobiernos se mantengan alejados del proteccionismo “en todas sus formas” y lanzó una advertencia velada a Donald Trump, al que le recordó que un abultado déficit comercial responde, en gran parte, a las políticas domésticas de cada Estado.

Lagarde aseguró que la economía global está experimentando un fuerte repunte, algo que se reflejará en las predicciones de crecimiento que se presentarán en Washington la próxima semana. Pero advirtió de varios focos que aumentan la incertidumbre, el primero de ellos el crecimiento del proteccionismo. La jefa del FMI no se refirió en ningún momento directamente a la administración de Donald Trump, pero no hizo falta. En poco más de un año, Estados Unidos ha disparado contra el libre comercio en todas las direcciones: se ha retirado del acuerdo transpacífico, ha abierto la renegociación del TLCAN con México y Canadá, ha amenazado con la imposición unilateral de aranceles a varios productos procedentes de China y cuestionado el funcionamiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

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“El sistema de comercio multilateral ha transformado nuestro mundo en la última generación (…) Pero este sistema de reglas y responsabilidad compartida ahora corre el peligro de ser desgarrado. Esto sería un fallo colectivo inexcusable”, dijo Lagarde durante una conferencia.

Trump y su principal asesor en materia comercial, Peter Navarro, arguyen que el abultado déficit comercial estadounidense responde a las prácticas desleales de otros países, principalmente de China. Lagarde recordó que estas acciones ilícitas, que existen, “tienen un impacto pequeño en el déficit comercial”. La diferencia comercial radica, en su opinión, al hecho de que un país gasta más de lo que ingresa. “La mejor forma de abordar estos desequilibrios macroeconómicos no es imponer aranceles ni levantar barreras, sino utilizar políticas que afecten a la economía en su conjunto, como herramientas fiscales o reformas estructurales”, aseguró.

La directora general del FMI mandó también un mensaje a China. Pidió a todos los países que “se comprometan a un marco de igualdad en el que todos cumplan las normas”, haciendo hincapié en la protección de la propiedad intelectual y la reducción de las políticas que favorecen a las empresas estatales, dos de las principales críticas que bloques como la Unión Europea, Estados Unidos o Japón recriminan al gigante asiático desde hace años. Pekín ha prometido mejoras en estos ámbitos, pero no se ha observado una mejora sustancial.

Además de un aumento del proteccionismo, Lagarde advirtió de un nivel récord de deuda tras más de una década de dinero barato –“la deuda pública en las economías avanzadas está a niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial”- y de la creciente desigualdad de ingresos tanto dentro de los propios países como entre las economías en desarrollo y las avanzadas. La puesta en marcha de reformas estructurales que mitiguen estos problemas, aunque tengan costes políticos, son más fáciles de llevar a cabo cuando la economía crece, sostuvo.

El crecimiento repunta en Asia

El Banco Asiático de Desarrollo presentó este miércoles sus predicciones de crecimiento para el continente, revisándolo tres décimas al alza hasta el 6% para este 2018. Asia, la región de mayor expansión del planeta, tiene unas buenas perspectivas debido a la fortaleza del gasto de los consumidores, el aumento de la inversión pública y privada y la mejora de las exportaciones.

La entidad, sin embargo, auguró una ralentización del crecimiento de China en los próximos años (un 6,6% en 2018 y un 6,4% en 2019 frente al 6,9% registrado el año pasado) a medida que las autoridades ponen mayor énfasis en reducir los riesgos financieros, combaten aquellas industrias más contaminantes o retiran progresivamente los estímulos.

El buen comportamiento de las ventas al exterior que ha beneficiado a prácticamente todo el continente durante 2017 no se repetirá a corto plazo porque la demanda de las economías avanzadas, particularmente la Unión Europea y Estados Unidos, parece haber tocado techo. A esta circunstancia habría que sumarle los efectos de un conflicto comercial entre las dos mayores potencias del planeta, que podría afectar el desempeño económico del continente no solamente por su impacto directo en China, sino por el efecto a otros países que forman parte de las cadenas de suministro de productos relacionados con el comercio bilateral de los dos colosos.

Jurgen Conrad, economista jefe del Banco Asiático de Desarrollo en China, asegura que con los aranceles actuales ya en vigor el impacto es mínimo, “aunque el daño podría crecer rápidamente” si las cifras se disparan y tanto Washington como Pekín cumplen sus amenazas de gravar una partida de importaciones mucho mayor que la actual.

Fuente: El País