El FMI puso el dedo en la llaga en la primavera de 2012 al advertir crudamente sobre los problemas de la banca española, pero también se cuidó de rebajar el tono en su informe anual sobre la economía del país publicado en julio de ese año, cuando el Gobierno de Mariano Rajoy ya había solicitado el rescate financiero por hasta 100.000 millones de euros y aun así la prima de riesgo española se disparaba a un nivel insostenible. Así lo revelan las actas de la reunión que mantuvo el comité ejecutivo de la institución el 25 de julio de 2012, dos días antes de la publicación de su informe anual sobre España, a las que ha tenido acceso CincoDías.

En los borradores, los economistas del Fondo decían en tres ocasiones que las perspectivas de la economía española eran «desoladoras» (bleak). Pero en la redacción final, esa expresión se aplanó y sustituyó por «muy difícil» en los tres casos. Además, se dulcificó el apartado relativo a la financiación externa de España, rebajándolo de tono y eliminando algunas advertencias los riesgos de que se materializasen los escenarios más adversos. Los propios técnicos del Fondo admitieron que parte de las modificaciones se habían hecho por «razones de sensibilidad de mercado» y para evitar «dar carnaza a los periodistas, ansiosos por exagerar».

Según consta en las actas de aquella reunión, fue uno de los miembros del comité –el brasileño Pedro Fachada– el que denunció lo que creía era un cambio significativo en el diagnóstico de la economía española que podía vulnerar el principio de transparencia de los análisis anuales del FMI. «El comité ha discutido a menudo sobre la importancia de avisar de los riesgos de los países pero las advertencias que el equipo del FMI hace [sobre España] han sido completamente suavizadas», recogen las actas.

En concreto, Fachada apunta al capítulo relativo a la financiación externa de España, en la que se advierte de la dependencia de la financiación del Banco Central Europeo. Las modificaciones y borrados afectaron a la advertencia sobre el riesgo de una «persistente retirada de capitales externos», como ya se había producido en la segunda mitad de 2011 y la primera de 2012.

Sus observaciones fueron contestadas por uno de los autores del informe –Martin Mühleisen–, que reconoció que algunos cambios se debieron a «razones de sensibilidad de mercado». En aquellas fechas, la prima de riesgo española superaba los 600 puntos básicos y el presidente del BCE, Mario Draghi, estaba a punto de pronunciar el histórico discurso en defensa del euro con el que comenzó a sofocarse el incendio sobre la deuda de la periferia europea.

En el informe anual sobre la economía española de 2012 se contemplaba como escenario central que el BCE continuara siendo el garante de la financiación y que descendiera la dependencia del banco central de forma paulatina, aunque también se apuntaba, como escenario alternativo, a la posibilidad de que si la retirada de capitales se mantuviera al ritmo del segundo semestre de 2011, la deuda soberana en manos de no residentes quedaría pronto a cero, exigiendo mayor apoyo del BCE. Las etiquetas o calificativos que definían los diferentes escenarios fueron eliminadas en la versión publicada y también se cortó media frase en la que se decía que podrían materializarse algunos escenarios «significativamente adversos».

Ante las críticas de Fachada, Mühleisen argumentó que «la descripción del escenario no ha sido modificada. Ha sido solo un calificativo que podría ser malinterpretado por el público y podría dar carnaza a los periodistas, ansiosos por exagerar el mensaje del Fondo». El experto insistió también en que «el informe es franco con los riesgos».

Críticas al Gobierno

El consejo ejecutivo del FMI terminó por avalar el informe anual sobre la economía española, que se publicó dos días después. Advirtió sobre las dificultades ya conocidas y reiteradas –una economía vulnerable y con importantes riesgos a la baja– y lanzó la receta innegociable para el FMI y para los socios europeos que concedieron el rescate bancario: una estrategia creíble de consolidación fiscal en el medio plazo, las reformas estructurales y la reestructuración del sector financiero. El FMI ya había puesto a la banca española en el disparadero de los inversores en abril de 2012, cuando apremió a la necesidad de fortalecer el capital de los bancos más débiles y, en especial, el mayor de ellos, en clara alusión a Bankia. Su nacionalización llegó solo semanas después. Y el rescate financiero por hasta 100.000 millones de euros se solicitó apenas horas después de que el FMI publicara un informe en el que apuntaba a la necesidad de ayudas por 40.000 millones de euros.

En las actas de la reunión celebrada mes y medio después de la petición del rescate no faltan tampoco las críticas a la actuación del Gobierno en los meses precedentes. «Desde el mes de marzo, la comunicación de las autoridades españolas ha sido errática. En numerosas ocasiones, las autoridades anuncian una cosa y, unos minutos después, otra diferente. Hay un claro problema de comunicación que puede asociarse en parte al hecho de que el nuevo Ejecutivo lleva en su puesto apenas siete meses», argumentó Pedro Fachada.

Fuente: El País