La oportunidad

Celeste Fleitas y Amara Rojas tienen 11 y 12 años. Viven en una de las zonas más olvidadas de Asunción: el vertedero de Cateura, un agujero al que llega basura de todo el país y del que viven, recolectando desperdicios, numerosas familias de la zona. Las viviendas, frágiles casas de hule, ladrillo y chapa, son anegadas de tanto en tanto por los desbordamientos del río Paraguay. Como muchos otros jóvenes de la región, la vida de estas dos niñas no es una vida cómoda: en Cateura no hay demasiadas oportunidades y sí bastantes peligros derivados de la pobreza. Pero Celeste y Amara, dos chiquillas menudas y morenas, tocan el violín. Por la mañana van al colegio, y dos tardes a la semana recorren las empedradas calles del barrio para ir a la escuela de música. Las dos han encontrado en la Orquesta de Cateura una segunda familia y un camino esperanzador difícilmente imaginable.

Celeste lleva cuatro años en el conjunto. Recuerda el momento en que apareció la oportunidad. “Un amigo me habló de la orquesta”, dice. “A mí me gusta mucho la música, me impresiona cómo suenan todos los instrumentos, y fui a verla”. Allí le mostraron unos objetos fantásticos: violines-lata, finas trompetas nacidas de tuberías oxidadas, saxos rugosos y metálicos. “El que más me gustó fue el violín por cómo suena, por cómo se ve”, rememora por teléfono desde Paraguay. Amara, su amiga, tenía siete años y quería tocar el piano. Cuenta que le impactaron los colores de los instrumentos, su geometría, su tacto, sus sonidos. “Pero no había pianos hechos de basura”, dice. Como Celeste, se decantó por el violín, y aprendió a tocarlo desde cero.

Desde ese momento la vida de las dos amigas, como de otros muchos chicos que han pasado por la Orquesta, comenzó a cambiar. Vinieron los ensayos, el lenguaje musical, el compañerismo y la amistad. Y la historia de Cateura se fue haciendo grande y viajó de escenario en escenario, de periódico en periódico y de país en país. Llegó a oídos de Jason Yang, violinista de Madonna, los grupos Metallica y Megadeath, la actriz Emma Watson y el virtuoso Ara Malikian, entre otros. E incluso dio al salto a la gran pantalla gracias al documental Landfill Philarmonic, proyectado en varios festivales de cine.

De los violines de Celeste y Amara hoy salen temas como el Yesterday de los Beatles, delicados tangos y polcas paraguayas que ya han escuchado miles de personas. Celeste vive en una nueva casa en terreno alto, a salvo de las inundaciones, costeada por la recaudación de los conciertos. Y las dos amigas son parte de los 300 alumnos de la escuela de música y de los cerca de 30 miembros de la Orquesta titular. Las niñas siguen teniendo su hogar en Cateura, el lugar que labró el espíritu de la agrupación desde que Favio Chávez comenzó a trabajar con los chicos y a convertir los desechos que devoraban el asentamiento en instrumentos. Al primer violín, semilla de todo, le llamaron el Stradivarius de Cateura.

De pie: Tobías Armoa – Saxofón, Daniel Duarte – Violín, Celeste Fleitas – Violín, Amara Rojas – Violín, Cinthia Servin – Violín, Ada Ríos – Violín, María Ríos – Violín. Abajo: Renato Azcona – Contrabajo, Thomas Pottiron – Flauta, Valeria Candia – Viola, Nicolás Frutos – Batería, Noelia Ríos – Chelo, Juan José Martínez – Guitarra y trompeta

Esta fantástica Orquesta ha reverdecido el barrio y el mundo de muchos adolescentes. Celeste y Amara ya tiene una pequeña carrera musical a sus espaldas. Mañana tocan en Brasil y tienen una gira mundial por delante. Dice Amara, que de mayor quiere ser profesional del violín: “Mi vida me gusta más ahora. Con música me gusta más”.

Fuente: El País