Del paquete para completar la unión económica y monetaria presentado ayer, la clave de bóveda institucional es la figura del Ministro (con mayúscula) de Economía y Finanzas de la eurozona, también llamado míster euro.

Lo es porque bajo su autoridad convergen las otras tres piezas del paquete: el Fondo Monetario Europeo (FME), un esbozo de medidas presupuestarias y la comunitarización del tratado fiscal que Londres se negó a firmar, cuando Cameron.

Y porque podrá usar tres sombreros, el de Ministro, el de vicepresidente de la Comisión y el de jefe del Eurogrupo, y en esa calidad, del Mecanismo de Estabilidad Financiera (Mede) convertido en FME.

Otra cosa es que los 27 Gobiernos de la UE acaben de darle luz verde. Y que apoyen que pueda gestionar de verdad dinero suficiente: lo que los casandras tildan de escaso, algunos gobernantes lo reputan de ambición excesiva. Si no lo escudan, será una figura vacía.

Hay una clave especial en este diseño de míster o madame euro: que ayudaría a democratizar la fragua de la política económica europea. ¿Por qué? Porque al incorporar el sombrero de la Comisión, deberá responder a la institución que controla a esta, el Europarlamento.

Cosa que no ocurre con el presidente del Eurogrupo. «Es la única manera de introducir la responsabilidad democrática, crear esa figura, comunitarizar» las responsabilidades económicas, nos decía ayer el comisario Pierre Moscovici a un grupo de periodistas desplazados a Bruselas.

«Democracia y transparencia van juntas, cuando te controlan es difícil no ser transparente, no puedes negarles las actas de las reuniones, ni alegar que los debates son secretos», añadía, en satírica e implícita referencia al Eurogrupo.

Un problema que aún parece irresuelto en este ámbito consiste en que el Mede seguirá siendo intergubernamental, votando lo esencial por unanimidad; con recursos (medio billón) que en buena parte son meras garantías); sin las reglas del derecho de la UE. Veremos cómo se pueda conjugar el carácter comunitario de su futuro presidente con el meramente internacional de su gobernanza y presupuesto actuales.

Aunque quizá ocurre que, además de que el hábito hace al monje, los frailes puedan ampliar su hábito. Sucedió con Javier Solana como Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).

Precisamente la comparación —preferida en los pasillos de la Comisión— de míster euro es con míster PESC, que ahora es la señora PESC, Federica Mogherini. El modelo funciona, no supone un peligro para los ministros nacionales, no complica las cosas a la Comisión, concluyen.

La idea subyacente al proyecto es que ahora que atravesamos una bonanza conviene preparar los utensilios para cuando llegue la próxima etapa de vacas flacas. No fue así antes de la Gran Recesión, y así nos fue.

La ventana de oportunidad es angosta. Solo unos meses, antes de la precampaña para las elecciones europeas de junio 2019. Mucha tarea para tan poco tiempo.

Fuente: El País