Antes de nada, unas instrucciones prácticas. El líder del Movimiento de Software Libre, Richard M. Stallman, establece de entrada unas “condiciones” para compartir imágenes y vídeos de su charla. La primera: no subir fotos suyas a Instagram, Facebook o Whatsapp. “Son tentáculos del mismo monstruo de seguimiento, no quiero que tengan datos sobre mí. Saben reconocer a la gente por la cara o por la parte de atrás de la cabeza”, explica. Segunda: al tomar una imagen con el teléfono móvil, desactivar antes la geolocalización para no facilitar “el seguimiento”. Tercera: si se graba en vídeo, distribuir copias en formatos que solo puedan reproducirse en software libre.

El software libre es la única defensa conocida contra las funcionalidades malévolas

Ya antes de establecer las reglas, deja claro que le molesta cualquier atadura: permanece descalzo en el escenario del Foro de la Cultura, en la Casa del Cordón de Burgos, durante las dos horas de intervención. En ese tiempo despliega todo un alegato contra los programas informáticos “privativos”, que denomina así “porque privan de libertad a quienes los usan”. No tarda mucho en advertir que su objetivo personal es “escapar” al control que ejercen todas las grandes empresas tecnológicas, pero sin olvidar que hay “una meta última”: “liberar a todos” de esa “tiranía”.

  • Espías de ensueño

“Los dueños de los programas privativos saben el poder que tienen y quieren aprovecharlo para someter más a los usuarios con funcionalidades malévolas, normalmente para ganar más dinero. Muchos programas espían al usuario”, denuncia Stallman. Su ataque no se detiene en las grandes firmas tecnológicas, llega hasta plataformas de alquiler de coches con conductor e incluso a “juguetes sexuales”, que también remiten datos al servidor del fabricante. Son lo que denomina “grilletes digitales”. Incluyen también “sistemas de escucha” que no se detienen siquiera al apagar el dispositivo móvil, advierte. “Yo lo llamo ‘el sueño de Stalin’: si Stalin hubiera podido seguir los movimientos y escuchar a todo el mundo, hubiera sido ideal para él. Afortunadamente esto no existía en su época, desafortunadamente ya existe”, sentencia.

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Por si había alguna duda, aclara que no tiene teléfono móvil. Y piensa que mucha gente tampoco lo tendría de conocer la falta de privacidad que conlleva. En general, confiar en esos “programas privativos” supone demostrar “fe ciega” en empresas “que han demostrado que no la merecen”. De nuevo, el software libre es para Stallman “la única defensa conocida contra las funcionalidades malévolas”, la forma de escapar a esos “abusos”.

  • Incómoda libertad

Tenemos que aceptar de vez en cuando la incomodidad de quedarnos fuera de la trampa

El creador del concepto copyleft, que dio lugar a las creative commons, se lanzó en 1984 a la creación del software libre Gnu, completado en 1992 con Linux. Stallman reconoce ciertos peajes que hay que pagar por esa libertad, “tenemos que aceptar de vez en cuando la incomodidad de quedarnos fuera de la trampa”. Incluso con su sistema operativo pueden colarse las “puertas traseras” de los “comandos remotos” utilizados por los programas privativos, que pueden instalarse involuntariamente al acceder a determinadas páginas web, advierte.

El gurú norteamericano enfila la recta final de su exposición en clave de monólogo cómico. “Ya es tiempo de presentarles mi otra identidad”, avisa casi hora y media después de comenzar su charla. Se pone una túnica y una aureola para convertirse en “San Ignucius, de la iglesia Emacs, que se propone “exorcizar” las computadoras que hayan caído en las redes del software privativo. Para finalizar el show, una subasta en directo de un ñu de peluche para recaudar fondos para su Fundación del Software Libre. Sale al precio inicial de 25 euros y una admiradora cierra la puja en 60.

Después de demostrar en Burgos que tiene una legión de seguidores fieles, Richard M. Stallman expondrá su filosofía en la extensión del Foro de la Cultura, en la Fundación Telefónica de Madrid, este lunes, 12 de octubre.

Fuente: El País