El precio del crudo ha estado en una montaña rusa en el último año. En febrero de 2018 el barril de Brent, el referente de Europa, cotizaba por encima de los 67 dólares; ocho meses después alcanzaba los 85 dólares. Sin embargo, esta escalada se truncó hasta cerrar el ejercicio, con una caída del 21%.

En 2019 ha vuelto a retomar la senda alcista y acumula una revalorización superior al 25%. “El último año pasamos de estar preocupados en un principio por la oferta a, finalmente, temer por la demanda”, comenta Luis Fernando Utrera, profesor del IEB.

Utrera enumera los factores que han disparado la volatilidad en el precio: las previsiones económicas; los acuerdos entre la OPEP y Rusia para recortar la producción; las sanciones de Estados Unidos contra Irán; el asesinato del periodista opositor al régimen saudí en la Embajada del país en Turquía, y la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

En cuanto al impacto que podría tener la crisis de Venezuela, Utrera explica que, “aunque tiene las mayores reservas del mundo, no dispone de la capacidad económica y tecnología para ponerlas en producción. La huida de empresas y capital extranjero del sector ha hecho que de los 2,6 millones de barriles diarios producidos en 2016 se pasase en 2018 a solo 1,5 millones. Instalaciones obsoletas, falta de personal capacitado y el hecho de que sea un crudo más pesado (menor calidad que el West Texas o el Brent) han provocado que, ante la bajada de precios, una parte de sus pozos hayan dejado de bombear y algunas refinerías extranjeras hayan pedido descuentos ante el empeoramiento de la calidad”.

Estados Unidos es actualmente importador neto de petróleo y podría llegar a ser exportador en dos o tres años

Carlos Andreu (EAE Business School)

Carlos Andreu, profesor de la EAE Business School, coincide en el argumento: “Para Venezuela es tremendamente relevante lo que ocurra porque el crudo reporta el 90% de sus ingresos. Pero no lo es para el resto del planeta”.

Un PIB débil

Tras lo ocurrido, toca plantearse el escenario actual y las proyecciones más a corto plazo. Y en este sentido, Luis Fernando Utrera apunta que el elemento clave es “el menor crecimiento global, especialmente en China y Europa y el desarrollo de la guerra comercial entre EE UU y China, que concentran el 30% de la demanda total”.

Por otra parte está la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), que “quiere mantener el barril en los 70 dólares, ya que parece que a ese precio sus economías son más saludables. De momento, no lo están consiguiendo, a pesar del recorte de producción”, señala Andreu. Algunos países miembros de la organización, junto con Rusia, han planteado una nueva bajada en la reunión de abril si la situación no mejora en este primer trimestre.

Venezuela, con las mayores reservas del mundo, no dispone de capacidad económica ni tecnológica para producir

Luis Fernando Utrera (IEB)

Ángel Saz, profesor de Esade, considera que la política de la OPEP será determinante: “Intentará implantar su acuerdo. También hay que estar pendientes de la demanda y del crecimiento en China”, explica.

La evolución del dólar va a ser también importante, debido a que todos los países venden la materia prima en esta divisa. Y, por otro lado, está el impacto de la tecnología y del cambio climático. “Estados Unidos se ha convertido en el primer productor del mundo utilizando sistema tradicional y nuevo (fracking). Actualmente es importador neto, pero podría llegar a ser exportador en 2021 o 2022”, desvela el profesor de la EAE Business School.

La cifra

70 dólares es el precio que quiere la OPEP. La organización de productores de petróleo está recortando la producción para estimular la cotización de la materia prima.

Para BP, “las perspectivas sobre la demanda del crudo son inciertas, pero parece que jugará un papel importante en la energía global hasta 2040, para lo que precisará de significativos niveles de inversión”. Asimismo, la compañía reconoce que “un ajuste sustancial de la regulación en el uso de plásticos podría reducir significativamente el crecimiento de la demanda de crudo”.

Enrique González García, director de relaciones institucionales de BP, destaca que si “la inestabilidad política se mantiene, es probable que el mercado responda con una contracción de la demanda. Cualquier escenario es posible; el geopolítico es mucho menos predecible que los mercados”, comenta.

En cuanto a los pronósticos de cotización del petróleo, Carlos Andreu resume que “hasta hace poco apuntaban a un precio entre los 200 y 270 dólares el barril para 2020. Esto ha quedado obsoleto; hoy la Agencia Internacional de la Energía lo sitúa entre 80 y 85 dólares; 90 dólares en el mejor de los escenarios”. En 2008 llegó a superar los 140 dólares.

Fuente: Cinco Días