A los 11 años, Jorge Vergara (Guadalajara, México, 1955) tomó una decisión que lo marcaría de por vida: dejó de usar calcetines. Este acto de rebeldía se convirtió, dos décadas más tarde, en un signo de identidad del empresario mexicano odiado y venerado por igual en todo el país azteca. Fue así, sin ninguna tela que se interpusiera entre los pies y los zapatos, cómo forjó un imperio millonario gracias al negocio de los suplementos alimenticios que ha llegado a casi toda América Latina, Estados Unidos, España, Italia o Rusia, y que pronto desembarcará en China, India, Indonesia, Australia y Nigeria. Omnilife es el nombre de la compañía. Fundada en 1991, factura más de 1.000 millones de dólares al año.

La compañía, fundada en 1991, factura más de 1.000 millones de dólares al año

La historia de Omnilife es imposible de entenderse sin los triunfos, fracasos, escándalos, desamores, excentricidades y rebeldías de su fundador, que se inició en la vida empresarial como hostelero en Guadalajara, una ciudad al oeste de México famosa por el tequila, los mariachis y su legendario equipo de fútbol. “Dedícate a tu hobby, eso va a ser un gran negocio”, fue el consejo que recibió Vergara de un amigo. “Y entonces, me puse a cocinar”, cuenta en repetidas ocasiones. Montó un negocio de carnitas (cerdo frito en su propia grasa) y después abrió un restaurante de comida italiana. La suerte, sin embargo, no le acompañó a la mesa. Esta fue una de sus primeras desventuras, pero gracias a ella conoció las entrañas del negocio que lo llevaría a probar las mieles del éxito: se unió a la fuerza de ventas de productos Herbalife, la firma estadounidense de artículos de nutrición, dietas deportivas, control de peso y cuidado personal.

En esa compañía, ahora su acérrimo competidor, Vergara se convirtió en un vendedor estrella. Viajó por distintos países representando a la firma e incluso tuvo acceso directo a Mark Hughes, expresidente y fundador de Herbalife, empresa nacida a principios de los años ochenta. Por aquella época, Vergara era un hombre regordete, de grueso bigote y con una labia de primera categoría, necesaria para conquistar la cúpula del negocio multinivel, pero insuficiente para convencer a Hughes de crear productos específicos para el mercado latinoamericano. La idea del mexicano era convertir las vitaminas y las pastillas dietéticas de la empresa estadounidense en soluciones liquidas como bebidas azucaradas, cafés y tés. La propuesta fue rechazada.

Tres amigos

Pensando que podría hacerlo mejor que Herbalife, Vergara, junto a tres amigos, se lanzó a la aventura. Con tan solo 10.000 dólares fundó Omnitrition y empezó a comercializar vitaminas, complementos alimenticios y productos dietéticos (producidos en fábricas de EE UU), que en esos años eran promocionados como una especie de remedio para curar y controlar cualquier problema de salud. “Hace aproximadamente dos años me diagnosticaron una terrible osteoporosis que me tenía casi inválida, empecé a tomar los productos de Omnitrition y me empecé a sentir maravillosamente bien”, relataba una usuaria en uno de los anuncios de la compañía a principios de los años noventa. En aquellos años, la empresa —que después mudó su nombre a Omnilife y que ahora tiene una fuerza de comerciales más de 6,5 millones de personas— iba viento en popa.

Mayor control

Desde hace más de una década, el Gobierno mexicano y las empresas del sector han hecho una serie de ajustes para meter en cintura al mercado de los suplementos alimenticios, dietéticos y vitaminas, y diferenciarlos de los productos llamados “milagrosos”, explica Carlos Torres, presidente de la Asociación Nacional de la Industria de Suplementos Alimenticios en México. Ahora las firmas como Omnilife están obligadas a poner en todos sus artículos la leyenda “este producto no es un medicamento”. Y, de ninguna manera, las compañías pueden promocionar sus artículos como útiles para prevenir, aliviar, tratar o curar una enfermedad, trastorno o estado fisiológico.

El mercado donde compite Omnilife es jugoso. En 2017 el valor de venta de estos productos superó los 6.700 millones de dólares en América Latina, según los datos de Euromonitor. Omnilife tiene el 10,1% de cuota en complementos de nutrición deportiva, colocándose así como líder en la zona. Pero no ocurre lo mismo en otros segmentos como en el de vitaminas y suplementos dietéticos, donde participa con un escueto 4,7%, detrás de Bayer Sanofi y Pfizer y muy lejos de Herbalife, a la cabeza con el 10,3%.

Fue entonces cuando el dueño de la firma decidió mirar hacia los países de América Latina para seguir creciendo. Omnilife saltó a Colombia, donde ahora tiene una de sus dos plantas de producción, la otra está en suelo mexicano. Después llegó a Perú, Argentina, Guatemala, Bolivia, El Salvador, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Chile, Brasil y casi toda la región. El gran éxito que tuvo la compañía se explica sobre todo por el bajo acceso a los servicios de salud que existía (y aún existe) en la zona. “Mucha gente toma estos suplementos alimenticios y vitaminas como primera opción antes de llegar al médico”, dice Evelyn Rodríguez, analista de Euromonitor Internacional.

Un divorcio sonado

Tan solo en México millones de trabajadores carecen de cobertura sanitaria. El país ocupa uno de los últimos puestos de la OCDE en gasto en salud (2,7% del PIB). Desde allí, Vergara ha dirigido su imperio, que le ha generado las ganancias suficientes para entrar en el mundo del cine (produjo en 2001 la película Y tu mamá también, dirigida por Alfonso Cuarón) y adquirir en 2002 (en una operación hostil, según calificó en su momento The New York Times) uno de los equipos de fútbol locales más importantes: el Club Deportivo Guadalajara, conocido como las Chivas de Guadalajara. En 2003, el empresario quiso comprar el Atlético de Madrid y luego el Málaga, pero no logró ningún resultado positivo. Eso sí, en 2012 fichó a Johan Cruyff como asesor deportivo de las Chivas, pero la relación terminó en un desencuentro ese mismo año.

Su modelo de negocio se aprovecha del bajo acceso a los servicios sanitarios en la zona

No todo ha sido miel sobre hojuelas para Vergara. Desde 2015 inició una lucha en los tribunales contra su exesposa, Angélica Fuentes, una empresaria del norte de México, conocida como la Reina del Gas, con la que se comprometió en 2008 en una excéntrica boda celebrada en India que duró cinco días. El origen de la disputa fue por el control de Omnilife y el equipo de fútbol. No fue hasta finales de 2017 cuando la pareja llegó a un acuerdo: nueve órdenes de detención contra Fuentes se desvanecieron y la firma de suplementos alimenticios pasó (al 100%) a las manos de su fundador. En medio de esta tormenta, la empresa no dejaba de avanzar. En 2016 inició operaciones en Rusia y desde entonces planea su aterrizaje en China, India, Indonesia, Australia y Nigeria. Pero su apetito no para allí: Vergara quiere culminar su imperio con la salida a Bolsa. Ese sueño quizás llegue en 2020.

Fuente: El País