No lleva por cuenta las horas que trabaja al día, pero sí dispara una fotografía fija de la realidad de la organización que gestiona: el Teatro Real abre 200 días con turnos de 24 horas. Ignacio García-Belenguer (Zaragoza, 1967), director general de la institución, es licenciado en Derecho, pertenece al cuerpo superior de administradores civiles del Estado y, entre otros cargos, ha sido director de coordinación del Patrimonio Nacional y secretario general de la Agencia Española de Protección de Datos. Desde 2012 cuida de la gestión del Real, donde tuvo que implantar medidas de austeridad presupuestaria. Afirma que sabe gestionar el estrés, ya que es la única manera de afrontar cada tres semanas un estreno, “es como si una empresa lanzara en este periodo un producto nuevo, esto hace que se solapen tres equipos y cada uno trabaje en cada producción”.

¿Y cuál es su papel en este reparto?

Es de impulso y de coordinación con la dirección artística y técnica, así como de seguimiento. Y luego está el tema de los patrocinios, ya que el director general de una empresa debe ser el mejor comercial de la misma, dado que tienes que relacionarte con patrocinadores, con teatros internacionales y buscar otras vías de actividad, ya que hay empresas que tienen dentro de sus objetivos de responsabilidad social corporativa la cultura, y nosotros somos la primera institución cultural de las artes escénicas de la música. Es un polo de desarrollo cultural porque los retornos son mayores, a causa de que hay una gran actividad. El Teatro Real cuenta con 65.000 metros cuadrados, un espacio de gran interés para celebrar reuniones y actividades. Además, con el apoyo a la cultura a través de la ópera se transmite un mensaje de sensibilidad a los socios, a los empleados y a la sociedad. Porque la ópera es el arte escénico más completo, ya que apuesta por la música con orquesta y el teatro.

¿Y las empresas están convencidas de ese apoyo?

Es una tendencia creciente; tenemos 106 empresas patrocinadoras y contamos con ocho personas dedicadas a darle retorno, porque son muy exigentes y valoran y analizan que su aportación tenga un uso adecuado dado que su marca se vincula a otra marca, para bien o para mal.

Acaba de renovar su cargo por otros cinco años.

Sí, supone un reto por tener la confianza del patronato y de la comisión ejecutiva, además del respaldo del presidente [Gregorio Marañón y Bertrán de Lis], y continuar en la misma línea de crecimiento de los últimos cuatro años. Se trata de renovar un proyecto que nace en 2007, cuando se nombra al presidente rompiendo con la tendencia que existía de elegir al ministro de Cultura, por lo que ahora se le da continuidad al proyecto. Se despolitiza y se da estabilidad a la institución porque se firman contratos a largo plazo, se confía en los vínculos.

¿Es necesaria esa estabilidad en la gestión, cuando los proyectos cada vez son más a corto plazo?

Es necesario que haya estabilidad de los gestores, porque hay que transmitir confianza a los colegas europeos o latinoamericanos con los que trabajamos; siempre se buscan estructuras estables dentro de una institución de ópera, ya que se trabaja con tres o cuatro años de antelación.

¿Qué ha aportado usted a la institución?

Desde el punto de vista artístico, se ha buscado el equilibrio, con una combinación de ópera de repertorio con ópera contemporánea. Cuando yo llegué en 2012 había 12.000 abonados y ahora tenemos 21.000, con una situación económica estable, ya que entonces había unas pérdidas de unos seis millones de euros. Ahora tenemos beneficios y una programación artística excelente y eficiente en cuanto al gasto y a los ingresos. Se han vendido dos millones de euros en entradas de último minuto, hemos sacado la ópera a la calle, con retransmisiones en colegios. También estamos trabajando en el reto tecnológico que tiene pendiente que abordar la cultura para hacerla llegar a todo los entornos. El Teatro Real está trabajando en este proyecto con Samsung, que va a ser muy competitivo.

¿Y a usted qué le ha aportado trabajar aquí?

Es un privilegio porque te permite crecer como persona en un entorno cultural y con una actividad creativa como esta. Es la primera institución de las artes escénicas, con casi 60 millones de euros de ingresos y 500 personas que trabajan aquí diariamente, aunque entran unas mil cada día. Es más divertido dirigir un teatro de ópera que una multinacional, porque tiene un retorno personal y cultural mayor. Además, contribuyes al disfrute de la gente que viene.

¿Qué planes tienen para atraer a un público más joven?

Tenemos 1.750 butacas, es un tamaño grande, pero no podemos crecer en número de asientos. Si queremos crecer en público, tenemos que retransmitir en Facebook o en pantallas exteriores. El público joven es el más interesante para un teatro, es el futuro, al que nos tenemos que dedicar. El abonado tiene una media de edad de unos 54 años, que hemos bajado en los últimos años desde los 59,6 años.

¿En qué se refleja ese rejuvenecimiento?

Se nota en que es un público más abierto, más atrevido, que entiende que haya una programación equilibrada. El público mayor defendía mucho más las óperas de repertorio. También los patrocinadores descubren que en sus plantillas tienen aficionados jóvenes a la ópera. Estamos considerados un teatro de primer nivel, en la misma categoría que el Covent Garden, el Metropolitan o la Ópera de París. En este sentido, tenemos la tarea de atraer a un público internacional, ya que solo tenemos un 2%, y trabajamos con el cuerpo diplomático de 11 embajadas.

Fuente: El País