Bruselas ha fijado para España un ajuste estructural del 0,65% del PIB en 2019: casi 8.000 millones de euros en medidas con carácter permanente. Este ajuste de las cuentas públicas lo estableció el Consejo de la UE, y solo se puede cambiar si lo aprueban los líderes europeos en un proceso largo y complicado. Sin embargo, para el año que viene el Gobierno de Sánchez cuenta con una vía de escape. Se espera que este año España salga del procedimiento de déficit excesivo, el mecanismo impuesto por la UE para controlar las finanzas de los países con un desfase presupuestario superior al 3% del PIB.

Una vez fuera de ese brazo correctivo, no importa tanto la senda de reducción del déficit. Lo importante es que se presente un paquete de ajuste permanente de las cuentas públicas, que excluya la recaudación achacada a la mejora del ciclo económico. Pero eso sí: con unas reglas más permisivas. Se puede incumplir en dos años hasta 0,5% del PIB de los ajustes exigidos sin caer en sanciones.

El Gobierno dijo que en 2019 aprovecharía 0,25 puntos de ese margen, disminuyendo el ajuste del 0,65% al 0,4%. Esto es: 5.000 millones en lugar de 8.000. Sin embargo, la negociación presupuestaria aprieta. Las demandas de Podemos y las necesidades sociales suben el gasto. Y cuesta encontrar impuestos con los que rascar ingresos sin soliviantar a los votantes. Así que ahora el Ejecutivo contempla usar hasta 0,35 puntos del margen, apuntan fuentes al tanto de la elaboración de los presupuestos del próximo año, y dejar el ajuste en un 0,3% del PIB, unos 3.600 millones. Es decir, agotará casi todo su margen y dejará para 2020 un mayor esfuerzo.

Falta de medidas

Aunque no se sabe qué exigirá Europa para 2020, el FMI recomienda que España haga cada año un ajuste estructural del 0,5% del PIB. Y Bruselas pedirá algo parecido. Probablemente incluso más si ve que España sigue otro año más solo ajustándose por los ingresos fruto de la bonanza económica. El Gobierno del PP llevaba ya un par de años bajando el déficit gracias solo a la recuperación económica, sin tomar medidas que corrigiesen las cuentas. Tras esta decisión del Ejecutivo socialista, en 2020 solo se dispondrá de 0,15 puntos de PIB de margen para incumplir.

Aun así, España no es el problema. El desafío del Gobierno italiano centra ahora la atención de Bruselas, que por primera vez se vería en el brete de tener que suspender y devolver un borrador de presupuestos a un Estado. La lupa no está sobre los números que España remitirá el 15 de este mes.

Fuentes comunitarias explican que aunque el Gobierno rebaje el ajuste, esa decisión dejaría a España en una situación de “cumplimiento en líneas generales”, es decir, se daría luz verde a las cuentas del Ejecutivo de Sánchez para 2019. Las mismas fuentes recuerdan que Francia se encontrará en un caso similar. París ya ha revisado al alza el déficit para 2019 y prevé cerrar el año con un desfase del 2,8%, cuatro décimas más a causa de la moderación del crecimiento. Puesto que el país abandonó el brazo correctivo este año, se halla en el mismo escenario que España y podrá hacer uso de la misma flexibilidad.

La ministra de Economía española, Nadia Calviño, ya comunicó a la Comisión Europea que España cerrará este año con un déficit del 2,7% del PIB, en lugar del 2,2% comprometido por Rajoy. Bruselas no ha avalado públicamente esa decisión y ha preferido no pronunciarse al respecto. Sí podría hacerlo cuando emita su veredicto sobre las cuentas del año que viene. En todo caso, el ejecutivo comunitario se contentará con que España, el único país que queda dentro del procedimiento de déficit excesivo, abandone esa tutela. La Comisión insiste, además, en que la situación española no puede compararse con la de Italia, ya que el Gobierno de Sánchez ha dado señales de estar comprometido con reducir el déficit.

Fuente: El País