La convergencia entre las economías más ricas y pobres de la zona euro se está reanudando. Sin embargo, lo hace a un ritmo lento y las brechas de ingresos siguen siendo enormes. En definitiva, el euro no ha servido de catalizador para reducir la desigualdad, según un estudio publicado ayer por el Banco Central Europeo. España, de hecho, no ha reducido la brecha aunque la ha mantenido respecto a la media de la UE.

Siempre se consideró que la entrada en la unión monetaria impulsaría el crecimiento de los países mediterráneos y del Este al asegurar la confianza y, por tanto, atraer inversiones. «Es sorprendente que haya habido poca convergencia entre los países que adoptaron el euro, a pesar de sus diferencias en el PIB per cápita», asegura el estudio, que no representa necesariamente la opinión del BCE.

Italia, sin avances

«Al contrario de las expectativas iniciales de que el establecimiento del euro actuaría como catalizador para una convergencia real más rápida, se ha producido poca convergencia, si es que ha habido alguna, durante el período 1999-2016», recalca. Italia registró el peor comportamiento relativo, pero incluso en el caso de España la brecha de ingresos no ha disminuido. Los avances iniciales fueron anulados por la crisis de deuda del bloque.

El estudio concluye que el euro por sí solo ni aumenta ni dificulta la convergencia, pero en el caso del sur de Europa probablemente enmascaró problemas más amplios previos a la moneda común. Es más probable que entre las causas de divergencia estén un bajo crecimiento de la productividad, una gestión institucional débil y un uso deficiente de la inversión, más que la rigidez de la moneda única.

Los esfuerzos por las reformas y la reciente recuperación del bloque podría detener este proceso, aunque es demasiado pronto para concluir si los cambios son cíclicos o más estructurales. Irlanda y España, en particular, pueden estar una vez más cerrando la brecha de ingresos, mientras que muchos otros al menos ya no se están quedando atrás. Los antiguos países comunistas también lo están haciendo relativamente bien. Lituania, Estonia, Letonia, Eslovaquia y Rumanía —que no pertenece al euro— han logrado la mayor convergencia.

Fuente: El País