El comisario europeo de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, reconoció en octubre que el de los biocombustibles fue “el punto más conflictivo” en la elaboración dentro de la Comisión de la propuesta de directiva sobre renovables que deberá guiar la política de la UE de energías limpias hasta 2030. “También lo ha sido en el debate del Parlamento Europeo”, añadió en una comparecencia en el Congreso de los Diputados en la que explicó el paquete de invierno, esa gran directiva sobre renovables para el periodo comprendido entre 2021 y 2030 que debe ayudar a la UE a cumplir con el Acuerdo de París contra el cambio climático.

La directiva final tendrá que salir de la negociación entre la Comisión, el Consejo Europeo y el Europarlamento. La Comisión ya fijó su postura con el paquete de invierno; el Parlamento cuenta ya con varios documentos de trabajo, aunque tendrá su posición final en enero o febrero; y el Consejo (donde están los Gobiernos de los 28) discute hoy este asunto.

Una dura negociación a tres bandas

Fuentes europeas auguran una dura negociación sobre la directiva comunitaria de renovables, al margen de lo que pueda establecerse en el tema concreto de los biocarburantes. Las negociaciones formales deben arrancar en el momento en el que la Comisión, el Consejo y el Europarlamento tengan aprobadas sus posiciones de partida, algo que ocurrirá a principios de 2018.

La Comisión propuso en el paquete de invierno que al menos el 27% del consumo total de energía en 2030 proceda de las renovables en la UE. Y es previsible que el Consejo asuma esa meta. Pero los documentos de trabajo aprobados en el Europarlamento piden incrementarlo hasta el 35%.

El tema de los agrocombustibles está sobre la mesa. La Comisión propuso en el paquete de invierno una reducción gradual de este tipo de biocarburantes, elaborados con aceite de palma, de colza y otras materias primas alimenticias. Quiere que en 2021 el techo esté en el 7% y que baje al 3,8% en 2030, frente al 4% actual. La Comisión esgrime que la desforestación que se produce al implantar los cultivos necesarios para producir los biocarburantes contribuye al cambio climático.

Más emisiones

En la pasada década Europa los incentivó alegando que los motores que usan esos combustibles emitían menos CO[LETRA_INF]2 [/LETRA_INF]que los convencionales. Pero los estudios científicos señalan que en realidad emiten más si se tiene en cuenta la cadena completa de producción y la deforestación. “El balance de emisiones es mayor que el de los motores de diésel. No hay beneficios climáticos”, señala Cristina Mestre, de la organización Transport and Environment.

El Gobierno defiende que en 2030 el techo para los agrocombustibles de primera generación esté en el 7%, frente al 3,8% propuesto por la Comisión. Y lo hace a pesar de que “solo el 1% de la materia prima usada en la producción de biodiésel en España proviene de agricultores españoles”, dice Transport and Environment. Pero en España existe un sector empresarial que apostó por estos combustibles e invirtió en plantas que se queja del cambio de rumbo de la UE.

El Ministerio de Energía asegura que “parece haber un consenso amplio” entre los 28 sobre el “límite del 7%” y “no parece que este aspecto concreto vaya a reabrirse”. Con lo que auguran que ese será el techo que se apruebe hoy en el Consejo Europeo.

En el lado opuesto está (de momento) el Europarlamento. El documento aprobado en la comisión de medio ambiente se propone eliminar los agrocombustibles de primera generación en 2030. El trabajo sobre la directiva de renovables se ha dividido en dos comisiones: la de medio ambiente y la de energía. El socialista José Blanco ha sido el encargado del documento de la comisión de energía. Señala que intentará buscar una postura “intermedia”: la eliminación de los biocombustibles de aceite de palma —los más usados en Europa— y la congelación de las cuotas para el resto; es decir, que el techo para 2030 sea el consumo actual. El pleno del Europarlamento votará en los próximos meses su posición final.

Fuente: El País