Hace un año la incertidumbre política atenazaba a Europa, sintetizó el presidente del BCE, Mario Draghi, a este diario; los populismos iban a ganarlo todo; la recuperación económica parecía anémica; la UE vivía una «crisis existencial», describió Jean-Claude Juncker.

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Hoy la incertidumbre política es inferior a la de EE UU; los populismos han sido derrotados, aunque resistan e influyan demasiado; el pulso de la coyuntura no solo no es anémico sino que «ya no usamos la palabra recuperación, sino expansión económica», como se jacta en afirmar Draghi; así que «el viento vuelve a henchir las velas de Europa», y hay que «aprovecharlo», insta Juncker.

Quizá el dato más significativo de este cambio —que, naturalmente, nadie reconoce, por miedo a ser tildado de optimista— es que la eurozona le está ganando la partida del crecimiento a EE UU, aunque este viejo rival vaya de momento como un tren.

¿Cuál es el punto de partida? Antes de la Gran Recesión, en 2004, la UE (a los hoy 28) aventajaba a EE UU en el escenario mundial, en casi tres puntos: suponía el 31,4% de la economía global, frente al 28,1% de la economía norteamericana; al salir de la misma, en 2014, se encontraron casi emparejadas: UE, 23,8% del PIB mundial; EE UU, 22,2%. (The EU in the world, edición 2016).

Ilustra mucho recordar que los europeos seguían albergando, pese a la crisis, la primera economía del mundo. No los norteamericanos, contra lo que aún muchos creen.

Y que estos achicaron la distancia, saliendo mucho antes del agujero: gracias a la más veloz reacción de su banco central, la Reserva Federal; a la movilización de su presupuesto global; y al rápido saneamiento bancario.

Pero en los dos últimos años tanto la eurozona como la UE vuelven a agrandar distancias. Sobre todo en 2017.

En el tercer trimestre, crecieron a un ritmo del 2,6% (sobre igual periodo de 2016), frente al 2,3% de EE UU (Eurostat, 7/12).

Lo relevante es que no solo Alemania crece como una moto, sino que los farolillos rojos mediterráneos, los periféricos devastados por la crisis, también. España sigue marcando el tres; Irlanda, el 4,8% (previsión de cierre); a la roja Portugal las agencias de calificación le suben categoría, y la muy roja Grecia ya vuelve a financiarse en los mercados, y al mismo coste que en 2009: aún se reducirá más.

Además, lo de los países insumisos orientales fue de cine: un alza anualizada del PIB, al tercer trimestre, del 5,3%; con rumanos en el 8,3%; letones en el 6,2%, y polacos y checos en el 5%. Causas: la tracción alemana, los fondos estructurales europeos, la modernización.

Ríanse de las cifras los automutilantes. Siempre tendrán motivo. Porque hay razones para exigir más: la deuda pública está sobre los 90 puntos (contra los 70 de finales del siglo XX); la (des)convergencia solo se ha parado, aún apenas se revierte; el paro todavía bordea el 9%. Vulnerabilidades a discutir y enmendar. Pero ¿tienen derecho a enfatizarlas quienes no las califiquen de adversativas?

Fuente: El País