Por primera vez en una década, Francia consiguió mantener por debajo del límite europeo del 3% del PIB su déficit público, que en 2017 se situó en 2,6%, según adelanta este lunes el Instituto Nacional de Estadística (INSEE). La cifra es mejor que las propias previsiones del Gobierno, que preveía un 2,9%, y ha sido celebrada inmediatamente por los responsables económicos del equipo del presidente Emmanuel Macron, cuyo mantra es que, para poder impulsar reformas en la Unión Europea, Francia tiene primero que resultar creíble, y que para ello tiene que cumplir sus compromisos, empezando por los económicos.

El ministro de Economía, Bruno Le Maire, se felicitó en las redes sociales por “haber mantenido el compromiso del presidente” en materia fiscal, un logro que atribuyó “al retorno del crecimiento y a las decisiones valientes” del ejecutivo, que ha emprendido una ambiciosa reforma laboral que facilita la contratación y el despido.

También celebró la cifra del 2,6% el ministro de Cuentas Públicas (Hacienda), Gérald Darmanin, que instó a “continuar” esta senda para “corregir nuestras cuentas en desequilibrio desde hace 40 años”.

Porque no todos los datos adelantados este lunes —las cifras finales, con variaciones mínimas, se publicarán a mediados de mayo— son para celebrar. Según el INSEE, la deuda pública ha seguido creciendo, aunque de forma algo más moderada, hasta alcanzar los 2,21 billones de euros, el 97% del PIB, frente al 96,6% en 2016 y el 95,6% de 2015. “Sigue haciendo falta pedir prestado para devolver nuestra deuda y eso cuesta caro. Por eso mantendremos el rumbo de la reorganización de nuestras cuentas públicas”, dijo al respecto Le Maire.

El Ejecutivo francés se había comprometido a permanecer por debajo del 3% del PIB su endeudamiento como fuera, especialmente “mediante ahorros”, declaró a finales de junio el primer ministro, Édouard Philippe. Le Maire había subrayado unos meses más tarde, el pasado otoño, que la fijación por no superar la barrera del 3% no constituía “un tótem”. Se trataba más bien, explicó, de “un símbolo, el de la credibilidad recuperada de nuestros aliados europeos”.

Junto con España, Francia era el último país de la UE que incumplía el compromiso europeo y que, por tanto, estaba amenazado por un procedimiento de sanción. París logró en dos ocasiones durante la última década, en 2013 y 2015, que Bruselas le otorgara un plazo de dos años para reducir su déficitpero, la última vez, le advirtió de que no habría otra extensión más. España anunció la semana pasada que cerró 2017 con un déficit público del 3,07% del PIB, con lo que la economía española cumple el objetivo marcado por Bruselas este año pero no queda por debajo del 3% que permite salir automáticamente del procedimiento de déficit excesivo.

Fuente: El País