Además de ser omnipresentes e indispensables en la mayoría de nuestras vidas, las gigantes plataformas digitales como Amazon, Google y Facebook comparten algo más en común: se las acusa de evasión fiscal, comportamiento anticompetitivo y poder excesivo sobre los datos que administran, siendo el último el escandalo de Facebook-Cambridge Analytica en las elecciones estadounidenses de 2016. La Comisión Europea ha impuesto varias multas a los gigantes tecnológicos por abusar de su posicion dominante en el mercado. El año pasado, multó a Google con 2.420 millones por utilizar su motor de búsqueda para favorecer su propio servicio de comparación de compras, llamado Google Shopping.

La Comisión Europea estima que las empresas digitales pagan una tasa impositiva promedio de solo 9,5% en comparación con el 23,3% que pagan las empresas tradicionales. Por ejemplo, Amazon opera en toda la Unión Europea, pero se ha establecido en Luxemburgo, un país pequeño, pero con vacíos legales e impuestos corporativos bajos.

El año pasado, la comisaria de la Unión Europea para la competencia, Margrethe Vestager, ordenó a Luxemburgo que recaudara alrededor de 250 millones de euros en impuestos no pagados de Amazon. Amazon no está solo. En los últimos años, la Comisión Europea ordenó a Apple pagar 13.000 millones de euros en impuestos atrasados.

Para enfrentar este desafío, en 2016, la comisión presentó una propuesta para una base común consolidada para el impuesto de sociedades (CCCTB en inglés). Las empresas multinacionales deberían remitir el impuesto recaudado sobre los beneficios a los países cuyos ciudadanos, sistemas legales e infraestructura, contribuyeron a ellos.

Para avanzar con la agenda, la Comisión Europea propuso el 23 de marzo dos nuevas propuestas legislativas. El primero es para acelerar un régimen de tipo CCCTB. Suponiendo que esto evite el impuesto de doble imposición sobre los mismos beneficios en más de un país, y las disparidades desestabilizadoras con los regímenes fiscales de fuera de la UE, es difícil discutir contra esta idea. Además, podría abrir puertas para los gigantes tecnológicos para normalizar su relación fiscal con la UE.

Pero la Comisión tiene una segunda propuesta que responde a la solicitud de los ministros de finanzas de Alemania, Francia, Italia y también España. Los ministros pidieron a la Comisión que diseñara un impuesto temporal a escala de la UE sobre los ingresos de las empresas digitales. El objetivo es evitar medidas de los Estados miembros, que podrían conducir a un mosaico de respuestas nacionales perjudiciales para el mercado único. Por ejemplo, Italia, Hungría y Eslovaquia ya están en proceso de establecer impuestos nacionales sobre ingresos digitales.

Se podrían generar unos 5.000 millones de euros de ingresos anuales si el impuesto se aplica a un tipo del 3%. Los ingresos fiscales serían recaudados por los Estados miembros donde se encuentran los usuarios, y solo se aplicarán a las empresas con ingresos anuales totales mundiales de 750 millones de euros y con los ingresos en la UE de 50 millones de euros. Así, dicen que no afectaría a las startups y scaleups.

Este impuesto interino de las plataformas digitales sobre los ingresos y no sobre los beneficios es algo arriesgado. El impuesto afectaría fuertemente también a algunas plataformas europeas.

A menudo, por su propia naturaleza, los innovadores digitales obtienen pequeños beneficios o incluso hasta pérdidas. Spotify ha perdido cantidades sustanciales de dinero en su intento de escalar su negocio y ofrecer servicios económicos a los consumidores.

De todos modos, los umbrales y las tasas exactas aún no se han establecido, y tampoco se garantiza que el plan se ponga en práctica. Las propuestas aún deben ser aprobadas por el Parlamento y los 28 estados miembros actuales de la UE antes de convertirse en ley. Irlanda, Malta, Dinamarca y Luxemburgo se encuentran entre los que se oponen al plan o expresan fuertes reservas. Estados miembros más pequeños y con menores impuestos se quejan de que tienen más que perder si los gigantes de Internet se ven obligados a abandonar el continente.

Además, puede que la tributación iría a los mercados más grandes con la mayor cantidad de ventas, lo que implicaría el riesgo de que las actividades que podrían gravarse, por ejemplo, en Estonia se transfirieran a Alemania.

Incluso los alemanes están preocupados de que un ataque fiscal de la UE contra las mayores compañías estadounidenses del mundo solo enfurecerá aún más a una administración de Trump que se encuentra en modo proteccionista. A Berlín también le preocupa que un cambio hacia las empresas impositivas en función de dónde se consumen los servicios, en lugar de dónde se encuentran las empresas, podría terminar golpeando a sus lucrativos fabricantes de automóviles a largo plazo.

Otros Estados miembros, como Finlandia, prefieren esperar las normas internacionales sobre impuestos digitales que ver que la UE va por su cuenta. En el mejor de los casos, las discusiones y decisiones sobre este tema deben abordarse a nivel mundial. La acción de la UE sigue a la publicación de un informe de la OCDE que reveló que las naciones aún difieren sobre las normas especiales para abordar la economía digital.

Con más optimismo y según su declaración reciente, los ministros de finanzas del G20 pretenden resolver este problema fiscal en 2020. La Comisión Europea espera que su medida provisional impulse una acción internacional, pero temo que lleva a nuevas represalias.

 Totti Könnölä es CEO de Insight Foresight Institute

Fuente: Cinco Días