La publicación de resultados de ensayos clínicos suele provocar terremotos bursátiles entre las farmacéuticas. Así ha ocurrido con el ensayo de Grifols, Ambar, realizado en 41 hospitales de EE UU y Europa, según el cual el nuevo tratamiento habría retrasado en un 61% la progresión de la enfermedad en pacientes de alzhéimer en una etapa moderada; el título subió un 14% en dos días. No es para menos. De confirmarse esos resultados, el nuevo tratamiento tendría un efecto transformacional en Grifols, ya que dispararía las ventas del Albutein, uno de sus principales medicamentos plasmáticos. Otro dato es que el alzhéimer es una de las enfermedades más huérfanas de nuevas medicinas (no se ha descubierto casi nada en 15 años). Y eso que el sector lleva décadas trabajando en varias líneas de investigación, dado que se trata de un mercado gigantesco, un mal que afecta a 50 millones de personas en el mundo, que podrían llegar a 80 en 2030.

Pese a la reacción eufórica de los inversores, no parece que el nuevo tratamiento vaya a ser realidad el año que viene o el siguiente. “Tenemos que seguir analizando los datos. En concreto, los resultados relativos a los objetivos secundarios del estudio, que incluyen el análisis y los resultados de los test de neuroimagen y neuro­psicológicos y los resultados de los análisis de laboratorio, aportarán más información”, matizan desde la compañía. El siguiente paso, en la segunda mitad de 2019, será la publicación de un artículo científico. “A partir de ahí”, dicen las fuentes de Grifols, “decidiremos próximas etapas a seguir”.

Tan lejos está la posible llegada al mercado del fármaco que la mayor parte de los analistas consultados ni siquiera toman en cuenta el nuevo tratamiento en sus valoraciones de la empresa. “Existen estimaciones publicadas, pero no las tenemos en cuenta a la hora de ver cómo afecta a la acción”, reconoce Rodrigo García, analista de XTB. “Estos estudios, aunque en fase III”, dice Jesús de Blas, analista de Bankoa, “hay que tomarlos con mucha cautela porque no se sabe si se van a comercializar”.

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La cotización de Grifols subió de forma notable en los últimos cinco años, pero el sentimiento del mercado cambió en junio pasado y el valor inició una rápida caída solo sostenida por sus avances en el tema del alzhéimer. Esta debilidad en Bolsa se debe a que el mercado detecta una cierta ralentización en los resultados, con unos márgenes sometidos a gran estrés por las enormes inversiones en I+D. Otro foco de preocupación son los mayores costes financieros. Esta situación se agravó en octubre pasado cuando varios bancos, sobre todo UBS, advirtieron de que principales medicinas de la compañía estaban en peligro debido a la posible aparición de fármacos basados en anticuerpos anti-FcRn, potenciales sustitutos de la inmunoglobulina.

La política de adquisiciones y la deuda resultante también preocupa. Grifols se gastó nada menos que 6.300 millones de euros en engullir tres grandes compañías entre 2011 y 2016, entre ellas la americana Talecris y la división de diagnósticos de Novartis. Si bien es cierto que esas compras le han abierto el mercado de EE UU y la han convertido en la tercera del mundo en su sector, no lo es menos que han disparado balance hasta cerca de la zona de peligro. “Su deuda financiera neta está en 5.781,4 millones de euros, con un ratio de deuda sobre ebitda de 4,58 veces, que nos pone en situación de alerta”, comenta Sergio Ávila, analista de IG Markets. De Blas abunda en la idea de que “los ratios son muy elevados y cualquier temor conllevaría un castigo en Bolsa”. En Grifols asumen que la reducción de los niveles de endeudamiento y el mantenimiento de una robusta posición de liquidez “son una prioridad estratégica para la compañía”.

El siguiente paso en la investigación de la enfermedad es publicar un artículo científico

Pero nadie pone en cuestión la estrategia de la empresa, que pasa, señalan en Grifols, por “ampliar la cartera de productos, propios y, a través de compañías participadas, proseguir con las adquisiciones y avanzando en el proceso de expansión global con EE UU como mercado prioritario”. Igual de importante para el grupo catalán, con el 18% de cuota del mercado mundial, es crecer en volumen de extracción de plasma. “Su objetivo”, explica Ávila, “ha sido aumentar el acceso al plasma y así garantizarse un crecimiento sostenible a largo plazo”.

Un sector atractivo

El mercado de las medicinas y tratamientos plasmáticos es uno de los que más crecen en la industria y las compañías tratan de hacerse con el mayor número de centros de recogida posibles. “Hay un límite de capacidad a la hora de abastecer un mercado mundial tan extenso como el que se está generando”, dice Ana Gómez, de Renta 4 Banco. En Grifols explican que, para tener materia prima suficiente, “se puso en marcha en 2016 un plan estratégico para aumentar la red de centros de donación de plasma”. Fruto de esta política, Grifols es ya líder en obtención de plasma con 250 centros, 100 más que hace tres años. Además, según Gómez, “se encuentra inmersa en un programa de expansión con una inversión de 1.200 millones de euros hasta 2020 para ampliar capacidad”.

La elevada deuda, 5.781 millones, fruto de las compras realizadas, preocupa a los analistas

Los hemoderivados están lejos de haber alcanzado la madurez. En Grifols la demanda de las principales proteínas plasmáticas ha crecido al 7% desde 2015. “A medida que los países en vías de desarrollo incrementan sus coberturas sanitarias, se incorporan los hemoderivados en numerosas terapias”, dicen. E igual de decisivo es el continuo descubrimiento de nuevas aplicaciones terapéuticas para los hemoderivados o el uso de los existentes para el tratamiento de otras enfermedades: un tema, este, en el que la compañía está muy activa. Para encontrar nuevos usos para sus proteínas, Grifols ha comprado pequeñas empresas de I+D, firmas como GigaGen o Alkahest.

La farmacéutica no tiene, pues, la menor necesidad de precipitarse con su nuevo tratamiento para el alzhéimer. “Valoramos positivamente la situación actual de la compañía. Está realizando un importante esfuerzo inversor para prepararse para el crecimiento esperado de la industria. La demanda de hemoderivados continúa creciendo a buen ritmo. Además, muy pocas farmacéuticas tienen el know how necesario para jugar en este mercado”, concluye Álvaro Arístegui, analista de Ahorro Corporación.

Fuente: El País