La escalinata del palacio de la Bolsa, situado en la madrileña plaza de la Lealtad, lucía el pasado jueves sus mejores galas. Una alfombra azul daba la bienvenida a analistas y gestores de fondos que acudían al primer Día del Inversor que celebra Bolsas y Mercados Españoles (BME) desde que cotiza en el parqué (2006). Durante este evento presentó un nuevo plan estratégico a tres años vista que supone un giro de 180 grados en la política conservadora aplicada hasta ahora por el gestor bursátil. Sin renunciar al crecimiento orgánico, la compañía se abre a las operaciones corporativas para ganar masa crítica en un momento en el que los volúmenes de negociación, su principal fuente de ingresos, son más débiles y la competencia le araña mercado. “El mundo ha cambiado y tenemos que responder a los nuevos desafíos”, explica Javier Hernani, consejero delegado de BME. “Los cambios regulatorios masivos han afectado a toda la cadena de valor de la industria. Tenemos que hacerlos frente y aprovechar las oportunidades que surjan”, añade.

La empresa ultima con las agencias de calificación de riesgo tener una nota crediticia o rating (siempre con una calificación de grado de inversión) como paso previo a emitir bonos con los que financiar esta política expansiva. BME se ha marcado como objetivo que el nivel de endeudamiento que alcance nunca supere la ratio de 2,5 veces el resultado de explotación (ebitda). Esta línea roja equivale a una emisión máxima de bonos por valor de 500 millones. El monto total disponible para salir de compras, sin embargo, será de 600 millones porque el grupo cuenta con un excedente de tesorería de 100 millones que pretende usar para este fin.

Hasta ahora BME ha centrado su generación de caja en mimar al accionista con un pay out (porcentaje del beneficio que se destina al dividendo) superior al 90%. “Vamos a mantener el dividendo por acción en los niveles actuales, aunque no nos vamos a fijar una ratio de pay out concreta”, asegura Marta Bartolomé, directora financiera de la compañía.

El grupo prevé crecer un 4% de media anual en ingresos y el 6% en beneficios hasta 2021

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En los últimos años, BME ha vivido una transformación de su estructura accionarial con la salida de los bancos del capital y la entrada de nuevos actores como Corporación Financiera Alba, el brazo inversor de la familia March, que es el primer accionista de la compañía, con una participación del 12%. Hernani subraya que el crecimiento inorgánico de la empresa será, en cualquier caso, “prudente, sin hacer locuras”. La idea de la compañía es adquirir paquetes de control, sin descartar participaciones minoritarias si la ocasión lo precisa. “Nos hemos defendido bien en un entorno difícil, pero ahora necesitamos crecer”, reconoce el consejero delegado.

Los movimientos de concentración en la industria de los gestores bursátiles han pasado por modas diferentes. En un primer momento se produjeron las grandes fusiones entre Bolsas, pero muchas de las operaciones se cerraron en falso en el último instante, como el intento de unión entre el mercado alemán y el británico. Ahora la tendencia, a la que parece se apuntará BME, es buscar la diversificación con compras muy específicas en áreas como la tecnología (blockchain, inteligencia artificial o big data) o los servicios de poscontratación.

“Debemos estar más cerca de los clientes para saber sus necesidades y anticiparnos”, dice Hernani. En este sentido, BME señala que la nueva regulación europea, denominada Target2 Securities, está dando muchos problemas a la banca. El gestor bursátil se postula como su socio prioritario para externalizar determinados servicios. “Queremos ser la plataforma de referencia del sector financiero”.

Mayor competencia

El plan estratégico también contempla crecer de forma orgánica a través de las cuatro grandes áreas de negocio de BME: mercados, compensación y liquidación, registros y datos. El segmento de mercados sigue siendo el mascarón de proa, al generar el 52% de los ingresos y del ebitda. En la última década, sin embargo, BME ha pasado de tener el monopolio en la contratación bursátil a compartir la tarta con más actores. Las plataformas alternativas, que surgieron al calor de la directiva de mercados (Mifid I) y que son propiedad en muchos casos de la banca de inversión, ya le han arañado el 30% de la cuota en acciones. Hernani cree que este declive se ha estabilizado y defiende que BME ha sido la que mejor ha resistido en Europa a los nuevos competidores. En cualquier caso, los datos son sombríos: en septiembre pasado la Bolsa española sufrió su peor mes de contratación desde 2002. “Los volúmenes de negociación han caído en España, pero no solo por la entrada de nuevos competidores. No es trivial en este sentido que el país atraviese por una situación de inestabilidad política”, señala Hernani.

Entre 2014 y 2017 los volúmenes de BME cayeron un 10%. El impacto en las cuentas de la compañía fue un descenso anual del 2% tanto en ventas como en beneficio. Esta tendencia, según el consenso de mercado, se agudizará en 2018, con un retroceso del 3,4% en los ingresos y del 10% en el resultado neto. “Sin contar con la aportación que puedan ofrecer las futuras adquisiciones, nuestro plan estratégico contempla que, gracias al crecimiento orgánico y al control de costes, lograremos una mejora anual del 4% en los ingresos en los próximos tres años y del 6% en el caso del beneficio”, destaca Bartolomé.

Nueva amenaza

Como los problemas nunca vienen solos, un nuevo quebradero de cabeza asoma en la puerta de la Bolsa. En la negociación que el Gobierno mantiene para sacar adelante los Presupuestos Generales se ha puesto sobre la mesa la posible aplicación de un impuesto a las transacciones financieras, también conocido como tasa Tobin. En países donde está en vigor este gravamen los volúmenes de contratación bursátiles se han resentido. “No nos parece una buena idea y trataremos de que no se haga”, señala el consejero delegado de BME, Javier Hernani. Sobre este asuntó también opinó esta semana Sebastián Albella, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), para quien este tributo solo tendría sentido “si se hiciese de forma coordinada en toda Europa”.

Los operadores alternativos ya le han arañado una cuota de mercado del 30%

BME también quiere reforzar su presencia en Latinoamérica, donde ya tiene acuerdos con Bolsas locales. En Europa un objetivo estratégico es tener mayor peso en la City londinense: “Con independencia de lo que ocurra con el Brexit, el 80% de la negociación que tenemos en renta variable viene de allí y debemos ser más agresivos”, concluye Hernani.

Fuente: El País