«España es un país muy envejecido», en palabras de Rafael Puyol, catedrático de Geografía Humana de la Complutense. Y, ante bajísima tasa de natalidad, va a serlo más en el futuro inmediato. Hoy en día, un 18% de la población española tiene más de 65 años. En 2030, será una cuarta parte, 11,7 millones, y de ellos, 3,7 serán octogenarios. No es sólo que el sistema de pensiones esté en el alero; la presión sobre los sistemas sanitario y de dependencia será mayor y, de mantenerse los sistemas actuales, habrá un porcentaje muy importante de la población orillado, con el que no se contará laboralmente o en otros ámbitos. El Círculo de Empresarios considera el envejecimiento como uno de los «retos» más importantes a los que se enfrenta España y, ante la inacción de la política, ha organizado, junto a la Fundación Transforma España, una serie de jornadas para debatir sobre el tema. La primera de ellas, «Demografía y Longevidad en España en 2030», tuvo lugar este martes y en ella se apuntó directamente hacia el retraso de la edad de jubilación.
«Le hemos ganado 10 años a la vida», sostuvo Puyol, citando un estudio que afirma que las personas que hoy tienen entre 75 y 79 años son «equivalentes» (en bienestar, salud, etc) a las que tenían entre 65 y 69 hace unas décadas. «No es que seamos viejos más tiempo, sino que somos jóvenes más años», dijo. «Freshage» llamó a ese nuevo envejecimiento saludable José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia. En resumen, vivimos más tiempo y en mejores condiciones y con una buena nutrición y algo de actividad física —»suponen tres cuartas partes de cómo vamos a envejecer», dijo José Antonio Serra, jefe del servicio de geriatría del Hospital Gregorio Marañón (Madrid)—, la longevidad saludable va a ir a más. «El objetivo es morirse estando sano», dijo Serra.
El reverso es que se ha invertido la pirámide de población, hay más personas mayores que jóvenes. No es algo del futuro, sino «una realidad que nos está pasando por encima», según Serra, sin que a los responsables de tomar decisiones les parezca una cuestión urgente. Y en ese proceso «casi irreversible», cae la población activa y, por tanto, peligran las pensiones. Según sus cifras, para que el sistema actual sea sostenible, hacen falta 2,5 cotizantes por cada pensionista. Estamos en 1,9 y en 2030, la relación será 1,3. «Insostenible», dijo. Y el crecimiento de la fecundidad o de la inmigración solo pueden «paliarlo». ¿Cómo aumentar entonces el número de trabajadores? Trabajando más años. «En una situación demográfica como la española, las prejubilaciones no tienen ningún sentido. Entre los agentes sociales, hay que conseguir consenso para que el senior trabaje más tiempo, jubilarse a los 67 años se queda corto», afirmó Puyol. Y comparó el «ridículo» número de trabajadores en España mayores de 65 años, el 38%, con el de otros países como Reino Unido (52%), Alemania (59%) o Suecia (69%). Para Serra, la jubilación a los 65, establecida en 1919, cuando solo una de cada 10 personas llegaban a los 65, «es un concepto trasnochado» en una época en la que llegan 95 de cada 100 nacidos.
Pero prolongar la actividad laboral no solo es bueno, dijo Serra, en relación con las pensiones. «¿Puede un pais permitirse prescindir del talento, de la experiencia y el conocimiento del 25 o el 30% de la población?», se preguntó. «Estamos desperdiciando talento por arrobas», dijo, llamando a empresas, administraciones y todos los sectores de la sociedad civil a «buscar iniciativas» para aprovechar lo que Javier Vega Seoane, presidente del Círculo, denominó «talento senior».
En este sentido, Puyol, exrector de la Complutense y presidente de SECOT, una asociación de voluntarios jubilados, clamó contra la «poca sensibilidad» de la empresa, que considera a los mayores «obsoletos, poco creativos, poco innovadores». «El mayor (persona) activo es el mayor activo», dijo. «Es una barbaridad», dijo Serra, «que un médico esté hoy pasando consulta y mañana ya no. La cuestión no es qué hacemos con ese señor, pobrecito, sino que es un desperdicio no aprovechar ese talento. No puede ser todo o nada, creo que hay un campo legislativo para la administración» para que ese trabajador que puede aportar no se vea de repente sin nada que hacer.
Sobre el aumento de gasto sanitario que el envejecimiento de la población traerá necesariamente, Viña ha llamado a la «responsabilidad individual de cuidarse» para no ser una carga para el sistema sanitario al llegar a una edad avanzada. «Cuidarse no es ser egoísta, sino ser altruista», dijo, en el sentido de no obligar a nadie a cuidar de una persona cuando se hace mayor.
Fuente: El País