A nadie le extraña ver a un músico en un estudio de grabación, rodeado de mesas de mezcla, instrumentos y micrófonos. Pero es muy distinto ver a un músico manejando un encefalógrafo, un pulsómetro y demás enseres propios de un detector de mentiras. El primero en juntar música y neurociencia es el madrileño Alfonso González Aguilar, pianista, compositor de bandas sonoras y creador de Sounditi. Esta startup con poco más de un año de vida se dedica a crear música corporativa basada en los valores que quiere transmitir el cliente. Para ello hace un estudio intensivo con los utensilios arriba mencionados. “Estamos usando la neurociencia para medir lo que hacemos, para que la música realmente evoque lo que la empresa quiere transmitir”, explica.

Este músico precoz dio una vuelta de tuerca a su carrera cuando decidió hacer un máster en hipnosis clínica “para ver qué proceso sigue el cerebro musicalmente”. Ahora se dedica a “ayudar a las marcas a completarse. Muy pocas tienen su parte de sonido, que suene a su compañía o su marca”. La primera empresa que contrató sus servicios fue Minsait, filial de Indra. Para crear el “grito de guerra” de esta joven compañía, Sounditi analizó —literalmente— el cerebro de un centenar de empleados y monitorizó cómo responde ante determinadas melodías, ritmos y tonalidades. Porque en su laboratorio “el estímulo está muy controlado. Mides temperatura corporal, encefalografía, pulsaciones…”, y obtiene mucha información de lo que ocurre en la cabeza del oyente. El resultado fue una pieza musical para piano y orquesta que suena a película de capa y espada.

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Otro proyecto pionero de este músico e hipnotizador fue ponerle banda sonora al restaurante (también llamado “espectáculo gastronómico”) Sublimotion. Con otro estudio, comprobó que la comida puede saber distinta según la música que suene. De modo que González Aguilar compuso melodías adaptadas a cada plato para potenciar los sabores y completar la experiencia del menú más caro del mundo.

En las composiciones de González Aguilar se puede entrever la admiración que siente hacia el músico John Williams, compositor de bandas sonoras memorables como las de Star Wars, E.T., Jurassic Park o Harry Potter. También confiesa admiración por el grupo Queen, el cantante Frank Sinatra o el dj Armin van Buuren. En general, aprecia todo aquello que tenga “una buena producción”.

Precisamente la producción —otra de sus especialidades— es algo que cuida mucho en cada proyecto. Esa es otra cualidad por la que Sounditi ha despegado tan fuerte y rápido. El equipo lo forman ocho personas y es “escalable según el proyecto”. En el encargo de Minsait, por ejemplo, participaron un centenar de personas, ya que incluía una orquesta. A lo largo de este año presentan al menos seis grandes encargos, aunque los clientes son secreto de sumario, de momento. Uno de los proyectos consiste en crear la música personalizada de un futbolista de élite. ¿Y quién ha encargado esta excentricidad? Lo sabremos a su debido tiempo. González Aguilar, mientras tanto, prepara también la banda sonora de Klaus, la película de animación de Netflix dirigida por otro español, Sergio Pablos

Fuente: El País