El automóvil suele ponerse como ejemplo de un sector competitivo en España. Notó las dos recesiones de la crisis. Pero resurgió con fuerza de ellas, con incrementos anuales que llegaron a superar los dos dígitos. Sin embargo, en lo que va de 2017 el crecimiento se ha frenado, y las ventas de este sector se han reducido un 0,7% en términos nominales, es decir, contando la inflación. Y esta vez no se ha producido un enfriamiento económico internacional.

La patronal española del sector, Anfac, señala que hay dos motivos para esto. Y uno sí que es económico: mercados como el de Reino Unido, Turquía, Alemania o Francia demandan menos automóviles. Los datos de la secretaría de Estado de Comercio, que también se apunta a esta explicación, sustentan este argumento: durante los primeros ocho meses del año, las exportaciones de coches bajan en esos mercados.

La apreciación del euro frente a la libra en los últimos meses contribuye a soportar esta tesis. En el último año, la moneda británica ha perdido un 15% de valor frente a la divisa europea, lo que supone un encarecimiento que castiga especialmente a los productos de consumo duraderos, siempre más sensibles al ciclo económico y las variaciones significativas de divisas. La consecuencia es que en los primeros ocho meses del año las ventas de automóviles en este mercado, el tercero en importancia para España (con un 11% de las exportaciones del sector), han bajado un 16,8%.

Francia pierde peso

No es tan importante la caída de Francia, un 2,6%, pero también resulta importante. El país vecino es el destinatario del 17,8% de las ventas foráneas. Esta cuota no ha dejado de bajar en los últimos años, con lo que se ha convertido en el segundo mercado, tras Alemania (21%) desde el año pasado.

“Es una ralentización lógica. No es preocupante”, indica Pedro Nueno, profesor del IESE y experto en el mercado del automóvil. “Cuando ocurre una crisis como la pasada, hay gente que, aunque no le afecte, no se decide a cambiar de coche por la incertidumbre. Y cuando se sale de la crisis, la demanda se acelera. Llevábamos varios años en este ciclo y es normal esta ralentización”.

Que llevábamos “varios años en este ciclo”, lo demuestran lo crecimientos de los últimos años, que llegaron a superar el 15% en 2015. De esa bonanza se beneficiaron más las ventas de coches ya ensamblados, que los componentes de automóvil. Y los que más han notado el frenazo son aquellos, cuyas exportaciones han bajado el 1,74%, frente al incremento del 2% de los componentes.

Cambios de modelos

La otra explicación que comparten Anfac y el Ministerio de Economía es que durante los últimos meses en varias plantas españolas la producción no ha sido la normal porque se estaban cambiando las líneas de producción para adaptarlas a la fabricación de nuevos modelos. Sería el caso de Opel, de Seat y de Volkswagen. También las cifras respaldan este argumento: hasta septiembre se ensamblaron un 3,9% menos de vehículos que en el mismo periodo de 2016.

A diferencia de lo sucedido en el sector del automóvil, la alimentación sí que mantiene el vigor, junto con los bienes de equipos y los productos energéticos son los sectores que más contribuyen al crecimiento de las exportaciones. Esto le ha permitido superar al automóvil como uno de los motores exportadores, algo que ya ocurrió en 2013, 2014 y 2015. No obstante, como ha crecido por debajo del conjunto de las exportaciones, su porción en la tarta también ha bajado, dos décimas en un año, hasta el 16,9%. Desde Fiab, la patronal del sector, comentan que, según sus previsiones, “con estos ritmos de crecimiento, muy superiores a los del conjunto de la Unión Europea, podríamos superar en el corto plazo a competidores como Bélgica o Italia”.

Fuente: El País