Por tercer trimestre seguido, la economía brasileña ha mostrado resultados positivos. Entre julio y septiembre, el producto interior bruto (PIB) creció un 0,6% con respecto al mismo período del año pasado, según los datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Pese a los primeros síntomas de la recuperación —como el auge del consumo familiar por segundo trimestre consecutivo y un tímido avance de la inversión— según los analistas, la recuperación económica será lenta.

Por el lado de la demanda, el horizonte de baja inflación, menores tipos de interés y mejora gradual de las tasas de paro deben seguir impulsando los gastos de los consumidores el próximo año. Pero del lado de la oferta, el escenario es aún incierto. La utilización de la capacidad instalada sigue siendo baja, según el sondeo de la Confederación Nacional de la Industria (CNI). Los stocks, que crecieron por encima de lo previsto en septiembre, retrocedieron de nuevo en octubre. El empleo industrial ha dejado de caer, pero sigue sin remontar.

“Podemos notar un aumento en la intención de invertir de los empresarios”, explica el economista Marcelo Azevedo, del CNI. “Pero aún no conseguimos ver de forma consistente el aumento de la capacidad de producción, porque aún hay mucha ociosidad”. Para el especialista, las inversiones que se empiezan a registrar se limitan a mejoras que reducen costes. “Las expectativas de demanda, por positivas que sean, aún no son fuertes, porque la recuperación de la actividad aún es muy lenta”.

Para el año que viene, Azevedo cree que el crecimiento debe ganar en constancia. “Hoy los índices suben, se estabilizan, a veces vuelven a caer. A lo largo de 2018 Brasil debería mantener un crecimiento más constante, por débil que sea”, afirma.

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La última edición del sondeo Focus del Banco Central de Brasil, que reúne las proyecciones de más de 100 instituciones financieras del país sudamericano, afirma que los economistas han mantenido sus previsiones sobre el incremento del PIB este año en un 0,73%, mientras que sus estimaciones de crecimiento para el año que viene han mejorado levemente, del 2,51% al 2,58%. Sin embargo, para Sérgio Vale, economista jefe de MB Asociados, Brasil “está en un proceso de consolidación de la recuperación, pero ahora distribuido por los diferentes segmentos [de la economía], lo que es mejor”.

El sector del automóvil es uno de los más optimistas con la remontada. Cada uno de los 10 primeros meses de 2017 mostró mejores cifras que el anterior, según los datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea). Para Antonio Megale, presidente de la patronal, las expectativas son positivas. “El ritmo medio de ventas se mantiene por encima de las 9.500 unidades al día, una señal más del regreso de la confianza debido a indicadores económicos positivos, como reducción del desempleo, la baja de la inflación y la caída de los tipos de interés”, afirmaba en una nota de prensa.

Aunque haya una mejora en la confianza en el sector industrial y empresarial, aún no hay indicadores positivos que salten a los ojos, según el economista Bruno Levy, de la consultora Tendencias. “Los fundamentos económicos están mejorando y la recuperación cíclica es importante”, indica. “Pero hay aún una incertidumbre política muy fuerte que hace que el ambiente esté muy conturbado”. Para Levy, la perspectiva para el año que viene es de crecimiento, pero factores como la reforma pendiente de la Seguridad Social —el Gobierno de Michel Temer está teniendo muchas dificultades para votarla este mes— pueden reducir las inversiones previstas.

El buen rumbo de las exportaciones, que tienen previsto cerrar el año con un crecimiento de cerca de un 18% —gracias a una supercosecha de soja— no deberá repetirse el año que viene. “La contribución del comercio exterior será negativa para el PIB, porque se espera que 2018 sea más seco que este año”, explica el presidente de la Asociación de Comercio Exterior de Brasil (AEB), José Augusto de Castro. Para Castro, si como se espera el PIB crece más de un 2,5%, se producirá un crecimiento de las importaciones —de hasta más de un 15%, según él—para satisfacer una mayor demanda interna. “Las exportaciones dependen mucho de las materias primas y no deben crecer más que un 5%”, explica.

A esto hay que sumarle las expectativas de un acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur, un bloque económico del que Brasil forma parte. “Si finalmente se confirma, el país y sus empresas van a tener que adaptarse a la nueva realidad del acuerdo”, apunta Castro. “Si el país no quiere que su mercado sea invadido por productos europeos, los brasileños deberán impulsar reformas que reduzcan el coste país para poder enfrentarse a la competencia”.

Fuente: El País