La OCDE, el club de los países más industrializados, recomienda aumentar los impuestos sobre la energía para combatir los perjuicios causados por el cambio climático y paliar los daños medioambientales y de salud. «Los impuestos sobre el uso de energía pueden hacer que los consumidores paguen los costes totales de la contaminación y el cambio climático, reduciendo las emisiones dañinas a un coste mínimo y aumentando los ingresos que pueden financiar servicios gubernamentales vitales», señala en un informe Fiscalidad sobre la energía 2018, difundido este miércoles. No obstante, la institución presidida por el mexicano Ángel Gurría resalta que «los impuestos sobre la energía siguen estando muy por debajo de su potencial».

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Precisamente, Gurría explica que «los datos presentados en este informe muestran claramente que los impuestos a la energía no están logrando su contribución potencial para alcanzar los objetivos de política económica, social y ambiental».

El documento de la OCDE, que compara la evolución de la fiscalidad verde entre 2012 y 2015 en 42 países miembros o asociados al organismo internacional, que representan el 80% del uso de la energía mundial, evidencia que los impuestos sobre el uso de energía difieren fuertemente entre los países, sectores y tipos de combustibles, pero la mayoría de tributos están por debajo de lo que deberían para compensar solo los costes climáticos.

Entre las principales conclusiones del documento sobresale que «casi todos los impuestos son demasiados bajos desde el punto de vista medioambiental, los impuestos sobre el carbón a menudo son cero o casi inexistentes». La OCDE también evidencia que los impuestos sobre el transporte por carretera son mucho más altos que los de otros sectores, pero, insiste el organismo, aún son demasiado bajos para cubrir los costes que causan: las externalidades negativas, que dicen los expertos y con lo que se refieren a la contaminación, problemas de salud y otros problemas ambientales.

Estos impuestos sobre el transporte son más elevados en los países más ricos, donde el PIB por habitante es más elevado. No obstante, la OCDE llama la atención sobre el hecho de que en muchos países el diésel tiene el mismo gravamen que la gasolina a pesar de que el gasóleo contamina más. Sin embargo, «no hay signos de que el principio de quien contamina paga en el panorama de la fiscalidad verde se haya aplicado con más intensidad en 2015 que en 2012».

«Los impuestos sobre el diésel para el uso de la carretera son más bajos que los impuestos a la gasolina en todos los países menos en dos, pero este patrón parece comenzar a cambiar en varios países», reza el documento de 58 páginas.

El documento hace un ejercicio para comparar el escenario de la fiscalidad verde en esos dos periodos. Apenas ha habido cambios sustantivos en la imposición medioambiental con independencia del transporte en carretera.

Por ejemplo, en el transporte por carretera el 97% de las emisiones están gravadas y los impuestos han aumentado algo en este sector. «Sin embargo, otros efectos secundarios negativos sugieren en el mejor de los casos, los impuestos solo se aproximan al nivel correcto en unos pocos países, pero se mantienen muy por debajo de su nivel optimo en la mayoría». En ese punto, destaca los avances en países como China, India y México.

En los sectores no viales, no relacionados al transporte, que representan conjuntamente el 95% de las emisiones de carbono del uso de energía, el 81% de las emisiones no están sujetos a impuestos y las tasas están por debajo de una estimación verdaderamente baja de los costes climáticos derivados de la contaminación y efectos nocivos para la salud.

«Entre 2012 y 2015, las tasas impositivas efectivas disminuyen perceptiblemente en términos reales en alrededor de la mitad de los países estudiados, lo que implica pequeños y probablemente involuntarios pasos alejados del principio de quien contamina paga», remarca el documento de la OCDE.

Fuente: El País