
En España se está creando mucho empleo. Desde que ha comenzado la recuperación es uno de los países occidentales que más crea. Sin embargo, tiene un problema grave con la calidad y esto influye directamente en los salarios, apunta la OCDE. Advierte la organización de países más industrializados del mundo que “la importante y creciente parte de trabajos mal pagados o a tiempo parcial involuntario es uno de los motivos principales que explican la evolución negativa de los salarios en España”.
La OCDE, como otras organizaciones internacionales (FMI y BCE) y muchos economistas, andan preocupados con la debilidad que están mostrando los salarios en los últimos años. Los países desarrollados han salido de la crisis y crecen con fuerza, en cambio, las remuneraciones no crecen. Esto le ha llevado a lanzar una clara advertencia en la presentación de su informe anual sobre empleo, Outlook Employement 2018: “El desempleo ha llegado a niveles bajos en algunos países de la OCDE pero los salarios siguen estancados. A menos que los países rompan este círculo […] la desigualdad crecerá”.
La realidad está poniendo en cuestión la teoría clásica de que la relación inversa entre la tasa de paro y la evolución de los sueldos. ¿Por qué? La OCDE ha dedicado el primer capítulo de su informe anual sobre el empleo a tratar de desentrañar este misterio: apunta a las bajas expectativas de inflación, a la debilidad de la productividad y al empuje del empleo a tiempo parcial involuntario, es decir, el subempleo. En este apartado España destaca. Casi el 10% de los asalariados trabaja menos horas de las que querría. Solo Italia, por encima del 11%, le supera.
Ambos países aparecen seleccionados en una tabla específica destacada por la organización en la que se aprecia que a finales de 2017 en Italia los sueldos bajaban más de un 1% en términos reales, esto es, descontada la inflación, y en España algo menos del 0,5%.
En la nota específica sobre España de la organización dirigida por el mexicano Ángel Gurría se destaca que el mercado laboral español “tiende a ser inferior a la media de la OCDE en numerosos indicadores referentes a la calidad del trabajo”. Entre ellos destaca dos: la tasa de desempleo, históricamente alta en España y que ahora tras cuatro años largos de recuperación está por encima del 16%, y la alta incidencia de los contratos cortos. Sendos síntomas se traducen en un bajo nivel de seguridad en el empleo, “el segundo más bajo de la OCDE, después de Grecia”.
También apunta esta organización que en España “la pobreza es una fuente de inquietud”. “La proporción de personas que vive con menos del 50% del ingreso mediano [el que divide un conjunto en dos mitades iguales desde la mitad justa] es del 15,9%”. De nuevo solo Grecia tiene un dato peor.
Para mejorar la situación, como también ha hecho en otras ocasiones la Unión Europea, pide a España que profundice en las reformas. Previamente defiende la reforma laboral de 2012, de la que dice que ha contribuido a crear empleo. Nada dice sobre el papel que esta ha jugado en la devaluación salarial, pese a la advertencia previa acerca de la debilidad de los sueldos.
Y, a continuación, señala dos direcciones: la primera es el “desarrollo y coordinación de las políticas de activación regionales y de mejora en el control y evaluación”. La segunda recupera una vieja receta de la organización, la rebaja de los costes de despido. Esta vez propone que esta se compense con la ampliación del periodo de preaviso de la rescisión de contrato, lo cual no deja de ser también un coste adicional en los despidos.
Este cambio de equilibrios buscaría “la activación” del trabajador afectado “durante el preaviso sin aumentar el coste para la empresa” del proceso.
Fuente: El País