Unos 6.000 euros por una entrada para asistir a un partido de fútbol. Pero no es cualquier partido, al menos para los argentinos. La inédita final de la Copa Libertadores de América que juegan lejos de casa este domingo los dos equipos con más seguidores del país austral, River y Boca, en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid ha disparado la reventa hasta precios que multiplican por veinte el valor oficial.

Plataformas online de reventa de entradas, como StubHub -ex Ticketbis- y Viagogo, entre otras, y revendedores particulares de entradas comenzaron a vender los tickets la semana pasada cuando el Real Madrid habilitó 7.000 entradas para sus socios.

Pero a partir de esta semana, después de que la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), el equivalente sudamericano de la UEFA, haya puesto a la venta 20.000 tickets exclusivos para las aficionados de River el pasado domingo, la oferta se disparó y también la demanda.

María Requena, presidenta de la Asociación Nacional de Ticketing (Anatic), destaca que este miércoles notó que hubo una importante bajada en el precio del River-Boca debido a que el martes salieron a la venta las 20.000 entradas solo destinadas a los aficionados de Boca.

La deficiente organización de la Conmebol ha contribuido al desmadre en la venta de tickets. La institución sudamericana dispuso la semana pasada que los simpatizantes de River no sean admitidos este domingo en el fondo sur, asignado al Boca, al igual que los de Boca no puedan ocupar el fondo norte, donde estará su clásico rival.

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Sin embargo, al comprar el ticket no había ninguna pregunta ni pedido de algún documento que acredite que el comprador es hincha de alguno de los dos clubes. Por eso, minutos después de que se hayan puesto a la venta los tickets de River, ya estaban disponibles en las plataformas de reventa a precios, en algunos casos, exorbitantes.

Requena calcula que “en torno a un 10% de las entradas de la final serán revendidas”. Y sostiene que no percibe el mismo clima que el de un clásico Madrid-Barça, en lo que respecta a la venta de entradas, por lo que cree que el estadio no se llenará.

Una final entre River y Boca donde el estadio no esté lleno de hinchas sería impensable en Argentina. Las postales de la final de ida del 11 de noviembre en el estadio de Boca y la vuelta del 24 de noviembre en el campo de River (que finalmente no se disputó por el ataque al autobús que transportaba a los jugadores de Boca) son la prueba de la fidelidad de la afición argentina.

El altísimo coste para los argentinos de las entradas, del billete de avión y de la estadía, sumado a que 22.000 tickets serán de protocolo o vendidas al público general, avala la teoría de Requena. Al menos, a diferencia de lo que sucedió en Argentina, no estará a rebosar de aficionados.

La situación en la que se encuentra el país, “crítica”, según ha reconocido el presidente, Mauricio Macri, con un rescate del Fondo Monetario Internacional a cuestas y una inflación del 45% anual impide que la inmensa mayoría de los ciudadanos argentinos dispongan de los recursos para viajar a Madrid. De igual manera, la reducción de los salarios, que ha pasado del mínimo de 511 euros mensuales en 2013 a los 350 euros actuales, frustran sus posibles aspiraciones.

La asociación de reventa

Anatic es una asociación compuesta por 20 empresas que de una u otra manera revenden entradas. En la asociación se encuentran agencias de viajes, que por ejemplo pueden ofrecer una visita a un lugar de vacaciones y además asistir a un evento cultural o deportivo; plataformas de intercambio de entradas, que las intermediarias entre vendedores y compradores; y compañías de gestión de eventos, entre otras.

“En Anatic hay pequeñas y medianas empresas dedicadas al mercado secundario de venta de entradas. No nos gusta hablar de reventa porque es un concepto que se percibe de manera negativa. Hay compañías que trabajan bien, de manera ética, no queremos que todo el sector se contamine por malas prácticas”, dice Requena, que defiende la idea de la reventa. En países como Estados Unidos se entiende como algo natural y el precio no es mucho mayor que el de una entrada normal, asegura.

“La comisión por la venta de entradas es de entre un 20% y un 30%”, subraya Requena, que además pide que este mercado se regularice debido a que ahora “hay un vacío legal”.

La portavoz de la asociación afirma que muchas personas que intentan revender cuelgan varias veces las mismas entradas en diferentes páginas webs a diferentes precios. “Eso es lo que provoca que veamos tickets carísimos en el típico anuncio de ‘vendo dos bolígrafos más dos entradas a 500 euros’”. Requena concluye al asegurar que es probable que ese ticket no se termine vendiendo o se haga por un precio menor.

Fuente: Cinco Días