Hansel y Gretel sembraban piedrecitas blancas para identificar el camino de vuelta a casa. Un día las cambiaron por migas de pan, pero los pájaros se las comieron y acabaron en la guarida de la bruja. La historia del presupuesto de la eurozona, hasta hoy, recuerda la de la primera parte de ese cuento. O sea, que los protagonistas van descubriendo dificultosamente el camino.

Primero surgió como propuesta de la Comisión, aunque como una línea dentro del presupuesto global de la UE. Luego la recuperó Emmanuel Macron, como santo y seña de su estampida europeísta, mientras Berlín fruncía discretamente el ceño. La Liga Hanseática, o de la tortura austeritaria, trató de comerse los guijarros en el Eurogrupo, a final del año pasado.

Pero eran duros de masticar, y Hansel/Macron, resistente: necesita ofrecer a los electores pruebas tangibles de los resultados de su europeísmo. Presentó con Gretel/Merkel un papel, vía ministros.

Era notable porque tenía virtudes: el apoyo a las inversiones de los países más afectados por los choques asimétricos, la vinculación al paquete presupuestario septenal de la UE, la activación automática de los fondos. Junto con defectos: la carencia de propuesta de tamaño, la timidez en el uso de la expresión “función estabilizadora”. Y al cabo, levantaba, bravo, iras de la reacción.

Hansel y Gretel lograron pavimentar de piedritas el Consejo Europeo del pasado diciembre y obtener un mandato a los titulares de Economía y Hacienda para que este próximo junio presenten un proyecto. ¿Muy lioso? Así avanzan, a vaivenes, las cosas en esta Europa trémula.

Ahora París y Berlín han presentado un nuevo documento, una nueva piedrita: Eurozone budgetary instrument, posssible ways forward after the december 2018 summit. Defectos: focalización exclusiva en la convergencia y la competitividad (aunque eso lo blinda frente a los hanseáticos); gobernanza demasiado intergubernamental.

Ventajas. Menta la bicha pequeña: el instrumento tendrá “efectos estabilizadores durante los malos tiempos”; tendrá “un rol estabilizador”. Y la grande: podrá acogerse al “apalancamiento” de los fondos presupuestarios, para mediante ¡eurobonos! o créditos, aumentar su potencial.

Lo decisivo es que los guijarros no acaben convirtiéndose en migas y no los deglutan los buitres hanseáticos. No sea que acabemos todos con la bruja.

Fuente: El País