Jacques de Larosière, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), exgobernador del Banco de Francia (etapa en la fue uno de los hombres más poderoso del universo junto con los otros banqueros centrales más importantes) y ahora conferenciante de postín, pasó por Madrid y cuando pasa un personaje de su altura hay que ir a escucharle. Y el casi nonagenario funcionario francés (cumplió 89 años en noviembre) no defraudó al respetable que acudió a la conferencia organizada por la Cátedra La Caixa Economía y Sociedad, a la que hay que agradecer el plantel de invitados que reparte a lo largo del curso.

Su principal empeño se centró en desmontar los mantras que a su juicio están instalados en los mercados financieros, al tiempo que mostró un alto pesimismo ante la falta de liderazgo político para abordar las reformas necesarias.

El primer mantra se refiere a que las políticas expansionistas son buenas para el dinero. Pues no. La abundancia de liquidez provocada por prolongadas políticas monetarias ultraexpansivas “distorsiona y debilita el sistema financiero más de lo que estimula el crecimiento de la economía”, como se demostró en 2017 y 2018.

“La realidad ha demostrado que el dinero fácil y barato es un foco de inestabilidad”

El segundo perjuicio es que los tipos de interés, bajos o negativos, son buenos para la inversión. Pues tampoco. Lo que de verdad ocurre es que los tipos de interés demasiados bajos durante demasiado tiempo no fomentan la inversión sino que promueven la liquidez, “lo cual es problemático”.

El tercero es que el alto nivel de deuda pública es bueno. Está demostrado, aseguró, que un endeudamiento a partir del 80% del PIB se ve acompañado con un crecimiento muy inferior a los países menos endeudados. A su juicio, la situación tras la crisis alentó el endeudamiento desaforado de los países para estimular con gasto las economías tras la crisis. Una política monetaria “puede ayudar a revivir la demanda, pero si se prolonga demasiado tiempo provoca un exceso de endeudamiento que se traduce en una mayor fragilidad” para las mismas economías. “Todos sabemos que las burbujas financieras son un resultado intrínseco de eso”, insistió.

Por último, el cuarto mantra, es que la solución de los problemas de las pensiones es el sistema universal. En este sentido, alertó que con el envejecimiento de la población se ha pasado de cinco trabajadores en activos por cada pensionista en los años 50 frente a los 1,8 por uno de la actualidad. “La creación de un sistema monetario europeo no va a ser capaz, por sí solo, de facilitar la solución a los problemas estructurales”, advirtió.

“No parece que haya liderazgo político para estabilizar el sistema a escala internacional”

A su juicio, la realidad ha demostrado que el dinero fácil y barato es un foco de inestabilidad que no fomenta la inversión y que las crisis parten de los desequilibrios estructurales que prosiguieron a la desaparición del sistema Breton Woods, implantado en 1944 para poner fin a un periodo de proteccionismo y restablecer las relaciones exteriores con el “librecambio” y del que surgiría la creación de organismos como el FMI, y el abandono del patrón oro, cuyo marco de estabilidad mundial echa en falta.

“El alto apalancamiento del sistema financiero no solo no ha servido para avanzar sino que ha hecho mucho más débiles a los actores del mismo, como ha quedado comprobado en la última crisis”, enfatizó. “La realidad ha demostrado que no es verdad que los mercados son eficientes y se corrigen rápida y automáticamente a sí mismos”, como demostró la quiebra de Lehman.

La desaparición de Breton Woods, en su opinión, es la causante de las burbujas financieras porque se perdieron herramientas útiles para, por ejemplo, limitar el crecimiento del crédito que desde esos años setenta avanzaba a ritmos del 5% anual “superando el crecimiento potencial de la economía”. “La naturaleza libertaria de nuestro sistema financiero ha tenido como resultado una serie de mercados financieros inestables”, sentenció, aunque reconoció que una vuelta a Bretton Woods “no sería posible ni deseable” porque era “demasiado mecanicista y asimétrico”.

En contra, sí consideró “muy deseable estabilizar el sistema de tipos de cambio de manera inteligente a escala internacional” con, por ejemplo, la creación de una cesta de divisas importantes coordinadas y una autoridad aprobada a nivel internacional que supervise dicho funcionamiento y las relaciones a través de esa moneda. Una propuesta que requiere liderazgo político y “no parece que haya nada que apunte en esa dirección”.

Por una Europa solidaria

M. Á. N.

El gurú Larosière, que fue presentado por Jordi Gual, presidente de CaixaBank, no se mostró precisamente optimista sobre la situación financiera en su intervención, tras la que firmó al menos dos docenas de ejemplares de su último libro ‘50 años de crisis financieras’. El autor del ‘Informe Larosière’ encargado por la UE en 2009 para encontrar las causas de la crisis y evitar otras, reclamó a la eurozona “solidaridad” y “asistencia mutua” porque si no “el espíritu de la construcción europea seguirá deteriorándose”.

Fuente: El País