El trabajo del jefe de Vodafone, Nick Read, es como poner una alfombra en una habitación con forma irregular. Cada vez que se arrodilla para asegurar una esquina, surge un nuevo problema.
El grupo de telecomunicaciones de 44.000 millones de euros tiene un dolor de cabeza continuo, el estancamiento de los ingresos. Eso se hizo evidente en los resultados del tercer trimestre publicados el viernes, en los que la principal medida de ingresos de Vodafone subió solo un 0,1% con respecto al año pasado, tras eliminar los efectos de las fusiones y adquisiciones, las fluctuaciones de las divisas y otros factores que podrían distorsionar la comparación.

Los inversores esperaban una disminución de las ventas en países hipercompetitivos como Italia y España, pero también pueden añadir Sudáfrica a la lista de países problemáticos para Vodafone. Las acciones han bajado un 14% desde que Read asumió el cargo de consejero delegado en octubre.

Es un hecho sorprendente, ya que el flujo de caja y los dividendos de Vodafone deberían apoyar el precio de la acción. En cambio, la rentabilidad del flujo de caja libre, del 12,8%, está muy por encima de la media del 9% de sus competidores BT, Telefónica, Deutsche Telekom y Orange, utilizando datos de Refinitiv para el próximo ejercicio fiscal.

Esto significa que los inversores creen que el flujo de efectivo de Vodafone disminuirá. Valorar la empresa por el rendimiento de sus rivales implicaría que el mercado está descontando en el precio un flujo de efectivo de menos de 4.000 millones de euros, que apenas alcanza para cubrir los dividendos. Read puede alegar que es injusto, ya que los recortes de costes, las ventas de torres móviles y las sinergias de la adquisición por 18.000 millones de euros de activos de Liberty Global deberían incrementar su cifra de efectivo.

Sin embargo, eso no es muy convincente. La reducción de gastos podría compensarla la desaceleración del crecimiento, mientras que los reguladores podrían pedir costosas concesiones antes de aprobar el acuerdo con Liberty. Mientras tanto, la carrera por comprar espectro radioeléctrico para redes móviles 5G superrápidas parece cada vez más cara.

Las subastas italianas por sí solas costarán a Vodafone unos 2.400 millones de euros, mientras que la próxima puja en Alemania podría costar casi lo mismo, según las estimaciones de Bernstein publicadas después de que el cuarto operador del país anunciara que hará una oferta.

Los gigantes intercontinentales en expansión como Vodafone tienen algunas ventajas sobre sus competidores más pequeños: pueden negociar más duramente con los proveedores, y sus fuentes diversificadas de efectivo ayudan a reducir los costes de los préstamos. Pero la exposición a tantos mercados significa que en cualquier momento se puede estar gestando una crisis con la que se obsesionen los nerviosos accionistas.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Belén Juárez, es responsabilidad de CincoDías

Fuente: Cinco Días