La agricultura y la ganadería, posiblemente las industrias más antiguas del mundo, se encuentran cada vez más a la vanguardia de la ciencia y la tecnología para ser sostenibles. Al fin y al cabo, no es sencillo cumplir con unos clientes que cada vez demandan alimentos más sanos, quieren saber el origen de los productos que consumen, si se han usado pesticidas o cómo han sido tratados los animales en las granjas.

“Se calcula que, en 2018, el 20% de los franceses ha usado aplicaciones que escanean el código de barras de un producto y explican al usuario si el alimento es sano, procesado o ultraprocesado”, asegura Anne-Valérrie Bach, directora de CapAgro. “Este dato demuestra que la gente se preocupa cada vez más por lo que come”.

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Quizás por eso, el concepto de agricultura regenerativa —cómo luchan los agricultores contra el cambio climático— ha sido uno de los más repetidos, por ejemplo, durante esta edición del South Summit.

Se estima que un tercio de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero proceden de la agricultura. Los agricultores más concienciados tratan de revertir esta tendencia cambiando los procesos de producción. “La plantación de cultivos rotatorios, y el uso de fertilizantes orgánicos como el estiércol en lugar de fertilizantes químicos son algunas de las principales medidas que debemos tomar”, asegura Aleksandra Rutyna, directora de marketing de Crowdfarming.com, una plataforma online de empresas agrícolas que trabaja en más de 25 países.

Entre otras ideas, esta plataforma propone la adopción de un árbol, un animal o una huerta o para recibir alimentos frescos cultivados directamente de los agricultores. Uno de los emprendedores que promueven la “adopción de alimentos” es Gonzalo Úrculo. Dejó su trabajo en 2010 y montó una empresa que se dedicaba a vender naranjas por internet que ha evolucionado a un modelo de negocio en el que el cliente reserva un naranjo y le pone nombre.

El cliente puede saber el estado de su producto en todo momento; nada que ver con el mercado tradicional

Gonzalo Úrculo, impulsor de Crowdfarming

Tras preparar el terreno, situado en Valencia, avisan al cliente de que se va a plantar su árbol. Después, se puede seguir su evolución, planificar los envíos de la cosecha, descargarse un certificado de propiedad o regalar el árbol. “El cliente tiene la experiencia completa. Puede saber en cada momento el estado de su producto por lo que es un proceso que nada tiene que ver con el mercado tradicional”, asegura.

Esta nueva forma de cultivar alimentos ayuda a combatir el desperdicio de materia prima exprimiendo su eficiencia. Uno de los criaderos que están revolucionando la industria practicando el desarrollo sostenible es True Garden. Se encuentra en Arizona (EE UU) y es una de las instalaciones más eficientes y sostenibles del planeta. Este criadero, además de reducir del consumo de agua, utiliza un 90% menos de tierra, pero pueden producir un 90% más de alimentos.

Cultivos verticales.

Este tipo de agricultura se denomina vertical. Es un enfoque no tradicional que consiste en el cultivo de plantas dentro de edificios de varias plantas o farmscrapers (granjas en rascacielos). La principal ventaja de estos cultivos es que las frutas y verduras son totalmente orgánicas ya que no se utilizan productos químicos dañinos, pesticidas o herbicidas.

Más allá está la tendencia de independizar a los alimentos de su origen. En pocos años, podremos beber leche sintética que no provenga de animales. Para su producción se utilizan levaduras modificadas, que son mezcladas con proteínas, vitaminas y otros nutrientes. Una tecnología que, de momento, es bastante cara. “Una empresa de California lanzó hace poco los primeros helados premium fabricados con leche sintética que no era de vaca; costaban unos 100 dólares cada uno”, explica Rodrigo Mallo, director de programas de RebelBio.

Y todo esto también afecta a la cocina y la distribución de alimentos elaborados. El consumidor demanda comida sana incluso cuando se envía a domicilio. “Los restaurantes veganos crecieron un 138% el año pasado”, asegura Susana Voces, vicepresidenta global de Deliveroo. La compañía de envío de comida a domicilio ya ha empezado a señalar en su aplicación las calorías de los productos en algunos países donde opera. “Es por petición de nuestros clientes”, señala Voces. Además, Deliveroo está marcando un mapa interno sobre las zonas de las ciudades en las que se consume más sushi, hamburguesas o ensaladas y en qué horas para después poder informar a los restaurantes y así hacer su negocio más eficiente. 

La manida agricultura 4.0

En Silicon Valley, como era de esperar, también trabajan en modernizar la agricultura: la empresa de capital riesgo de Google decidió apostar en 2017 por Abundant Robotics y financiar el desarrollo de un robot que recolecta manzanas utilizando una especie de aspirador que succiona el fruto sin que sufra el mínimo daño.

De vuelta a Europa, está el recolector de pimientos Sweeper, desarrollado en Europa en colaboración con la Universidad de Wageningen. Sweeper procesa las imágenes para determinar si el fruto está listo para su recolección y, en ese caso, saca una pequeña cuchilla, corta el rabo y el pimiento cae en los brazos del robot. De momento, el proceso tarda 24 segundos, que no es excesivamente rápido pero tampoco está mal para un robot que puede estar trabajando 24 horas al día. Si lo tuyo son los tomates, te interesará saber acerca del robot MetoMotion-GRoW. Pero incluso para frutos más pequeños, como las fresas, existen modelos increíbles. Este robot escoge con exactitud las que ya están listas. 

También se puede usar la tecnología para saber si el suelo necesita abonado o un tratamiento fitosanitario. Y es que la resistencia a los fitosanitarios se incrementa cada año y se está convirtiendo en un problema. Para evitar el exceso de aplicaciones, la empresa Blue River Technology ha desarrollado un sistema que, utilizando visión de imagen en tiempo real, analiza las plantas y sólo aplica herbicida a las que no se están cultivando.

Fuente: El País